La cinta, protagonizada por Mercedes Hernández, tuvo una exitosa presentación en el festival de Sundance y se estrena esta semana en cines
Ciudad de México, 2 de agosto de 2021. Antes de estudiar actuación en el Foro Teatro Contemporáneo, con el prestigioso maestro Ludwik Margules, Mercedes Hernández dudó mucho de su talento.
Pero hoy, tras 21 años de carrera, ha logrado afianzarse en la industria con proyectos que la hacen cada vez más visible, si bien ya gozaba del respeto por su labor teatral como narradora.
La actriz de 50 años, nacida en Ciudad de México, pero de raíces oaxaqueñas, no ha parado de ganarse al público con proyectos como la serie Somos, y a los propios creadores, que cada vez la buscan más (el más reciente, Diego Luna, para su serie Todo va a estar bien).
Esta semana llega a los cines como protagonista de una historia más que poderosa, que ha impactado allá donde ha ido.
Se trata de Sin señas particulares, ópera prima de Astrid Rondero y Fernanda Valadez que narra la dolorosa travesía de una madre por encontrar a su hijo desaparecido en la ruta hacia la frontera.
Desgarradora e impactante, su interpretación ya le dio el premio a Mejor Actriz en el Festival de Cine de Morelia, y arrancó aplausos en el Festival de Sundance, en Estados Unidos, donde debutó en 2020, un par de meses antes de la pandemia. Lima, Kiev, San Sebastián y Zurich han honrado el filme.
“Hemos vivido el proceso de esta película de una manera distinta”, cuenta Hernández en entrevista. “Fuimos a Sundance el año pasado, en enero, y justo después vino la pandemia, que me obligó a encerrarme, no pudimos acompañarla en su viaje por el mundo, pero no ha dejado de darnos satisfacciones
“Es una película hermosa también, es un viaje. Para mí la ficción no debe presentar la realidad como es, sino con metáforas, con simbolismo. Y eso hace Sin señas particulares”.
En especial, agrega, es una propuesta que visibiliza a las víctimas y a sus familiares, que enfrentan su batalla en la soledad, descobijadas por las autoridades.
“No sabemos lo que están viviendo los desaparecidos, pero sí sabemos lo que viven los padres, buscar a un hijo es la peor agonía, el peor castigo para una persona que no ha hecho nada, es una constante zozobra y desesperación”, recalca.
“La violencia y las desapariciones son un problema multifactorial. No porque haya un nuevo gobierno se va a arreglar. La realidad del País es agobiante. Si las familias se tienen que acercar al narco es porque no hay oportunidades. De todos modos aún tengo esperanza”.
Carrera meteórica
Mercedes egresó de la escuela actoral en 2000. Sus primeras experiencias fueron en el teatro. Ella misma se generó sus textos, como en el montaje de Murmullos en el páramo, sobre las víctimas de feminicidio de Ciudad Juárez.
En 2005 debutó en cine, con El violín, de Francisco Vargas, un filme que no se cansó de sumar premios. Y de ahí no paró. Las buenas hierbas, de María Novaro; De la infancia, de Carlos Carrera, pero fue La tirisia el proyecto que la catapultó, con su primera nominación al Ariel.
“Sí me costó decidirme a ser actriz, por mi origen socioeconómico. Primero fue convencerme a mí misma que podía ser parte de esos equipos. Me fui encontrando en el camino con personas dispuestas a apoyarme. Me costó también por ser mujer. Yo misma creía que no podía.
“Para mí la actuación era algo tan grande y maravilloso que tuve que vivir un camino de autoafirmación, de conocimiento, no me atrevía. Cada uno tenemos un camino y el momento adecuado para llegar. Una vez que lo decidí nunca más volví a dudar ni a tener miedo”.
Incluso ha sido parte de proyectos más comerciales, como Belzebuth, de Emilio Portes, o Luis Miguel, la serie. Sin dejar de participar en tramas galardonadas en el extranjero, como Los adioses, de Natalia Beristáin; Esto no es Berlín, de Hari Sama; Nuevo orden y, recientemente, La civil, ambas con la participación de Michel Franco.
“Es un buen momento para los actores que hacemos cine y televisión de calidad, comprometida. Trato de migrar de un formato a otro y de ayudar a que mi cuerpo lo entienda. Entender que el teatro de calle exige más, o que estás frente a la cámara.
“Poco a poco lo he ido entendiendo, me siento cómoda haciendo cine. debes guardar mucho la concentración porque se hace a pedacitos y te puedes perder fácil. Por eso me siento privilegiada, he tenido clases intensivas en los últimos años. Me agrada que haya entretenimiento para todo tipo de público, de temas sociales, con actores desconocidos y con gente de experiencia”.
Agradece haber podido trabajar, en dos décadas, con tantos directores y directoras.
“Me maravillo de ver cómo trabajan. Cuesta tanto conseguir los recursos que una vez que se tienen hay una pasión enorme, no vas a tirar a la basura lo que tanto trabajo te costó. La gente vibra por su proyecto. Le tengo mucho cariño a Jorge Pérez Solano, es muy generoso, es oaxaqueño, como mi familia. Y a Fernanda (Valadez), está en mi corazón para siempre”.
Eso sí, sostiene, todo el tiempo con la idea de volver a su base teatral, la que más disfruta.
Hace eco en el cine
La crudeza de la realidad, especialmente la de México, en la que las desapariciones y problemas con el narcotráfico están a la orden del día, han acaparado la atención de los festivales internacionales de cine, que han reconocido este tipo de historias.
Luego de que Sin señas particulares, de Fernanda Valadez, arrasó en festivales como Sundance y Zurich, en Cannes se ovacionó durante ocho minutos la actuación de Arcelia Ramírez por La civil, dirigida por la cineasta rumano-belga Teodora Mihai, en la que se aborda la desesperación de una madre por encontrar a su hija en Durango.
Tatiana Huezo ganó una mención especial en Cannes este año por Noche de fuego, película que nos traslada hasta la sierra de Guerrero, en un poblado en el que los hombres han dejado sus hogares por buscar mejores oportunidades de trabajo, mientras que las mujeres lidian con los horrores de vivir en esa comunidad controlada por cárteles de la droga.
En 2015, Las elegidas, de David Pablos, también dio de qué hablar en Cannes con su filme que incluye temas de trata, prostitución, crimen, violencia sobre la mujer y machismo.
Texto: Omar Cabrera / Agencia Reforma