5 junio,2018 7:12 am

Mujeres indígenas; una crónica de dolor y esperanza de justicia

Kenia Inés Hernández Montalván*
 
(Tercera y última parte)
Ahora Mary ya está en esa comunidad, y pronto saldrá de ahí con sus suegros para reunirse en donde está el esposo. Allá donde “el esposo” la obligaba a trabajar para desquitar lo que pagaron por ella, donde la golpeaban, donde la violaban sexualmente, donde la han hecho trabajar aún después de recién haber perdido por hemorragia a su hijo.
Se nos desconsoló el corazón, sentí que mis fuerzas se acababan junto con la esperanza perdida de imaginar su rostro iluminado. Colgué la llamada con la voz apagada, escuchando de lejos: “Gracias, licenciada, por todo. De todos modos, cuando hagamos fiesta la vamos a invitar. Ustedes hicieron todo lo posible”
Mary, pues, decidió que regresar es la mejor opción.
¿Cuántos casos más así? ¿Cuántos ciclos de violencia de género hay en Guerrero que se repiten y repiten? ¿Hasta cuándo, mujeres, vamos a comprender que nosotras sí podemos y debemos decidir nuestro destino? ¿Hasta cuándo tú, hombre, entenderás que la mujer tiene los mismos derechos que tú, y dejarás de violentarla o tratarla como algo menos?
“Así es esto”, nos dijimos entre los que estábamos dispuestos a ir a rescatar a ese niño, y que seguimos estándolo si Mary nos lo pide otra vez. En este quehacer social entendemos que regresar al lugar donde te violentan es reproducir el mismo ciclo de violencia al que te han sometido. Pero no perdemos la fe, la esperanza, de que algún día, en algún momento, mujeres como Mary, se desatarán esa cuerda de violencia que ejercen contra ella; y cuando se decidan, allí estaremos para ayudarlas.
Ustedes, mujeres, que leen este artículo, decídanse a denunciar la violencia que sufren; existimos quienes sí actuaremos. Seguiremos luchando por los derechos de la mujer, conscientes que hasta por eso somos violentadas, por defender y dar la vida por nuestras compañeras. Seguiremos aquí, seguras de que habrá cada vez más mujeres que se atreverán a salir del círculo de la violencia en donde viven. Para ellas: paz, igualdad y justicia.
 
Epílogo. Entendemos que la violencia hacia la mujer es generalizada. Atestiguamos ahora el caso de la compañera Nestora Salgado, excomandante de la CRAC en Olinalá. Se ejerce impunemente violencia política de género acusándola de “secuestradora”; se dice en un texto que la actual Secretaria de la Mujer del gobierno estatal, Mayra Gloribel Martínez Pineda -enviado a redes sociales desde su celular-, que “al llegar al Senado, tendrá fuero constitucional, lo que le permitirá regresar a Estados Unidos y NO ser enjuiciada por los crímenes que ha cometido”. ¿No ser enjuiciada? Estuvo más de 2 años detenida en un penal de máxima seguridad, recibiendo tortura diaria, acusada del delito de secuestro, el cual –se demostró– jamás cometió, pues actuó basada en órdenes de aprehensión contra delincuentes, y por eso quedó en libertad. En su momento fue una presa política; al gobierno del estado y al gobierno federal poco les importó que haya actuado con base en el artículo segundo constitucional, en la ley 701 del Estado de Guerrero y en el Convenio 169 de la OIT, que establecen: la autonomía de los pueblos originarios para regirse por usos y costumbres, máxime si se trata de proteger a las comunidades de crímenes y delitos como los que cometían los supuestos secuestrados por Nestora Salgado.
A final de cuentas, quedó demostrada la legitimidad de su actuar y por eso fue puesta en libertad. Si realmente fuera una delincuente –como lo presume la secretaria de la Mujer y muy recientemente el candidato priista a la presidencia de la República–, ¿por qué no actúa ahora la Fiscalía del estado en su contra? Por un principio básico del Derecho, que es a su vez un derecho humano: nadie puede ser procesado por el mismo delito dos veces. Con eso se desmantela la mentira con la que ahora quieren hacer un juego político sucio en su contra, contra esa mujer que no hizo otra cosa sino defender precisamente los derechos de las mujeres, los niños y los vulnerables de su comunidad.
 
* Comisionada de Honor y Derechos Humanos de la Casa de Justicia de Cochoapa del municipio de Ometepec, integrada al Consejo Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC).