12 enero,2023 5:07 am

Mujeres poetas del Sur

Anituy Rebolledo Ayerdi

Segunda parte

 

Chachá Serrano

El Bejuco, Coyuca de Benítez

Juan Álvarez  

Yo te he llevado siempre en la memoria

porque fuiste abuelo de mi abuela,

tu hijo Encarnación, padre de Paula,

en el lejano pueblo de La Tachuela.

 

Son tres generaciones que pasaron

pero tu sangre corre por mis venas,

no se puede negar lo que legaron

ancestros que trazaron nuestra senda.

 

La nariz respingada, las orejas

y esas manos que emanan poderío

con una fuerza tal, es evidente,

con ellas vencieron al destino.

 

Yo siento que heredé lo más hermoso,

tu intuición en las cosas de la vida,

tu fuiste paladín de libertades

yo un paladín de la poesía.

 

A ti no te importó ser poderoso,

tú perdiendo ganabas la partida,

la lucha fue muy cruenta, pero al cabo

vencimos en las lides de la vida.

(Coyuca es de Benítez en honor de doña Faustina Benítez Avila, esposa de don Juan Alvarez, nacida en el barrio de San Nicolás de esa localidad).

Violeta Farías Montano

Acapulco

Mi barca

Quizás tú no lo sabías

pero yo tuve una barca

que con sus remos y velas

se hizo a la mar, por mis ansias.

 

De hacer realidad los sueños

de tener tu amor conmigo

y aunque al remar puso empeño,

no logré mi cometido.

 

Porque tu mar, que tranquilo

me invitara a la aventura,

después de zarpar se hizo

la borrasca llena de furia.

 

¡Cómo era linda mi barca!

estaba plena de sueños,

su carga no le pesaba

nunca pesaron los anhelos…

 

Iba sobre el mar ¡radiante!,

acortando distancias,

pretendiendo dar alcance

a todas mis esperanzas.

 

Pero las olas furiosas

de tu mar airado y cruel,

mi pobre barca destrozaron,

se hundió mi amor y mi fe…

 

Quizás no lo supiste

pero yo tuve una barca

que perdió remos y velas

y naufragaron mis ansias.

Eloísa Soberanis Acosta

San Jerónimo de Juárez

Ángela María

Ángela María,

una niña bonita,

de noche y de día

su alma piadosa

es hermosa rosa,

que emana dulzura,

con gracia y finura

 

Sencilla y virtuosa,

ella es una diosa,

que habita en la tierra,

no cierra las puertas

al menesteroso

y atiende al caído

con júbilo y gozo.

 

De sus encantos prendado

su esposo enamorado

la llevó al altar

y con noble,

felices y unidos,

comparten el pan

con sus hijos muy queridos.

 

Manantial de amor es ella,

señora y doncella,

y por donde pasa

va dejando huella.

Es madre amorosa

que sabe dar

bondad y amistad

a la humanidad.

Elizabeth Leyva Rivera

Petatlán

Hombres del trópico

Hombres de piel morena

bronceada por el sol,

piel de brillante ébano

y música en la voz.

 

Admiro su prestancia

su risa tropical

y la luz de sus ojos

que besan al mirar.

 

Suspiro cuando pisan

la alfombre de la arena,

son besos de sus pasos

que hasta las olas tiemblan.

 

Hombres de mis dos Costas

sensuales y bravíos,

que aman con la pasión

desbordante de un río.

 

Que imitan la marina

marina del oleaje,

penetrando el secreto

sublime de una amante.

 

Mi romance les brindo

porque son admirables,

hombres de piel morena

y costeño linaje.

Socorro Zuzuarregui Soberanis

Acapulco

 Compañero silencio

(poema modernista)

Sucedió y no sé cómo fue esto

Te buscaba

como un errante sediento en el desierto.

Así paso el tiempo

y contigo compartí…

alegrías y tristezas,

sinsabores y sueños.

 

A veces he querido

separarme de ti

pero no puedo…

pues te necesito tanto…

que sin ti

siento que me muero.

Catalina Pastrana Vargas (unagotalmar)

Iguala de la Independencia

Tiempo de amar

 Nos vimos la primera vez a través de unos cristales.

Se reflejó junto a mí su figura varonil.

Me miró con insistencia, yo fingí indiferencia

y me quedé contemplando los perfumes y las sedas

a través de aquél cristal.

 

Al dejar el lugar, su cuerpo tocó mi cuerpo.

Él tropezó conmigo y yo tropecé con él, no lo sé,

pero por un instante nos miramos a los ojos.

¡Qué dulce encanto exaltó mi inocencia de mujer!

Fue muy cálido el momento, me acarició su mirada

me hizo sentir que dejaba sus ojos dentro de mí,

¡pero no dijo nada!

 

¡No sé si fue el poder de la atracción

de un hombre y una mujer,

pero él y yo nos volvimos a encontrar!

En medio de mucha gente me miró,

y vi la emoción de sus ojos reflejarse en mi emoción,

anhelaba que dijera ¡Hola!, para que yo respondiera

¡Te esperaba!

¡Pero nada nos dijimos… nos guardamos las palabras,

él llevaba compañía, yo también!

Todo lo comprendí a través de su mirada,

pero cómo me dolió que no me dijera nada.

 

¡Una noche lo miré en la oscuridad,

era muy noche y llovía!

¡Algo me quiso decir, la gente se atravesó

y lo apartaron de mí.

Caminé pensando en él, en su porte, en su mirada,

fue una lástima que no me dijera nada!

¡Hubo otras ocasiones y otros encuentros triviales

Pero nunca la ocasión, nunca el momento esperado

que nos juntara a los dos!

 

¡Y así fue pasando el tiempo sin que me dijera nada!

¡Fuimos perdiendo interés,

el tiempo ayuda a olvidar…!

Nos volvimos a encontrar

¡Al mirarme se detuvo como la primera vez …!

¡Vi su porte varonil, la misma sonrisa afable

y el delicado perfil!

Nos vimos con emoción, sin embargo, no fue igual,

nos faltaba la pasión que siempre hace estremecer

a un hombre y a una mujer en los primeros veinte años!

 

Él tenía el cabello cano, tenía las sienes plateadas,

el tiempo es cruel, le apagó los sentimientos

y entristeció su mirada.

¡Me miró con la misma cortesía y se fue!

¡Qué pena,

nos fuimos haciendo viejos y nunca me dijo nada!

 Ma. Fausta Luna Pacheco

Acapulco

 Despedida

 Con este poema voy a despedirme,

aunque tal vez cause dolor a los dos,

mas…te dejo libre, vete, puedes irte

para darle a quien quieras ese corazón.

 

Casi es inhumano que así terminara

lo que un día forjamos con tanta ilusión,

pero es la vida la que así lo depara,

habrá que acatarlo sin guardar rencor.

 

Si quieres a otra, anda, puedes irte,

entrega a otra gente lo que yo te di,

quizá lo que llevas podría servirte

para destruirme y para construir.

 

¡No puedo… No debo volver a verte,

vete y no me causes tan hondo dolor!

Que así como pude llegar a quererte,

¡hoy no puedo arrancarte de mi corazón!