16 agosto,2023 5:32 am

Nubes de guerra en Estados Unidos

Saúl Escobar Toledo

 

Un breve reportaje publicado en el New York Times hace un par de semanas (02-08-23), advertía que figuras influyentes del Partido Republicano (PR) de Estados Unidos han estado proponiendo en los últimos meses “planes de intervención militar contra los cárteles mexicanos, lo que significaría un acto de guerra contra México.” Agregaba que nuestro país había sido considerado uno de los aliados más cercanos de Washington, tanto por los gobiernos demócratas como republicanos. Sin embargo, esto podría estar cambiando. Legisladores del PR han expresado una hostilidad cada vez más abierta contra el vecino del sur de Estados Unidos y sus candidatos presidenciales, incluso han llamado a bombardear México o enviar soldados, como una medida unilateral para detener el tráfico ilegal de drogas.

Germán Lopez, autor de la nota, subraya que, como se ha revelado, Trump consultó, en algún momento de su mandato con el Pentágono, la posibilidad de un ataque con misiles contra México; ahora, para ganar la candidatura de 2024 está apoyando una acción militar. Ron DeSantis, otro aspirante republicano a la presidencia ha pedido el uso de la fuerza letal y un bloqueo naval de los puertos mexicanos para detener a los narcotraficantes. Otros candidatos, “más moderados”, también han respaldado la propuesta de que el ejército estadunidense actúe contra los cárteles de la droga en México.

Lopez considera que estas posturas representan un verdadero cambio de las políticas republicanas. Apunta que este viraje se está dando en la dirigencia, pero igualmente, entre los electores: según una encuesta, los votantes que se declaran republicanos están más divididos en esta materia: hasta 2021, el 75 por ciento de estas personas opinaban que México era un aliado de Estados Unidos, en 2023 esa opinión se había reducido al 46 por ciento.

Los políticos del PR han insistido en tratar a los cárteles mexicanos como al Estado Islámico u otros grupos terroristas. Este desplante ha sido rechazado por muchos expertos en política internacional en Estados Unidos. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador ha señalado que hablar del envío de fuerzas militares estadunidenses al sur de la frontera es “irresponsable” y “una ofensa al pueblo de México, una falta de respeto a nuestra independencia, a nuestra soberanía”.

El autor de la nota publicada en el NYT advierte que esa retórica, tan agresiva, de los republicanos, “se deba tal vez a las primarias presidenciales, un momento en que los políticos tienden a adoptar las posiciones más extremas acerca de todo tipo de asuntos antes de moderarse en las elecciones generales”.

Sin embargo, en otro escrito (en su blog del 03-06-23), un economista e historiador destacado, Adam Tooze, considera que la idea de bombardear México, aunque parezca “surrealista” y “absurda” no sólo es un “teatro político”.

Tooze reconoce que el T-MEC o USMCA es, claramente, el núcleo más importante del comercio estadunidense y se ha vuelto indispensable para diversas cadenas de fabricación, en primer lugar, el complejo de vehículos motorizados de América del Norte. Además, México se ha convertido en un espacio clave para relocalizar las cadenas de suministro globales y aprovechar las oportunidades abiertas por el desacoplamiento de Estados Unidos con China.

No obstante, recuerda también los asuntos más espinosos de la relación entre ambos países: la migración mexicana y centroamericana; los muros que se han levantado; la guerra contra los cárteles de las drogas y el tráfico de armas; e incluso la postura mexicana hacia la guerra en Ucrania, que califica como “neutral”. Subraya que “el surgimiento del negocio de fentanilo ha dado un giro catastrófico al desastre de larga data de las guerras contra las drogas mexicanas que llegan a los estadunidenses”. Reconoce que el presidente mexicano, como sus antecesores, ha desplegado a las fuerzas militares para combatir el tráfico de estupefacientes, pero considera que no ha conseguido un avance decisivo para retomar el control de la situación. Y afirma: “Los desacuerdos acerca de la crisis de los narcóticos están aumentando la tensión política peligrosamente… lo que ha sido explotado por los republicanos como un garrote útil para vencer a Biden y, al mismo tiempo para alentar el militarismo estadunidense”. Insisten en que “los cárteles tienen a México bajo un dominio absoluto…. No podemos aceptar un narcoestado fallido en nuestra frontera, proporcionando refugio a los grupos narcoterroristas que se aprovechan del pueblo estadunidense”.

Frente a estos problemas, dice Tooze, “la arquitectura política para resolver las tensiones entre los dos países es asombrosamente frágil”. Incluso el USMCA o TMEC está cargo solamente de los ministerios de comercio especializados y no es un asunto que involucre a todo el gobierno. En realidad, “las relaciones estadunidenses-mexicanas se negocian, definen y redefinen constantemente en un juego de poder desigual e históricamente dependiente entre los dos países…”.

Advierte que, debido a la estructura política de Estados Unidos, los funcionarios de la administración de Biden, incluyendo los jefes militares de Estados Unidos, aunque se oponen a cualquier movimiento unilateral contra México, están obligados a responder a las propuestas más escandalosas del lado republicano. “El resultado surrealista es que Washington ahora está inmerso en un serio debate: bombardear, sí o no, a México”.

Sin embargo, asegura Tooze, el problema es que la epidemia del fentanilo es realmente desastrosa y Biden no tiene otras alternativas que ofrecer. La concepción planetaria de Estados Unidos acerca de su propia seguridad no proporciona margen de maniobra para el gobierno ya que, se supone, su deber consiste en proteger a los estadunidenses en todas partes de cualquier amenaza y utilizar las herramientas a su disposición para hacerlo.

Por ello, si los republicanos ganaran las elecciones en 2024, un ataque a México podría ser más probable. Recuerda las múltiples crisis que enfrenta Estados Unidos: la guerra de Ucrania y su apoyo al gobierno de ese país junto con la OTAN para tratar de detener y sacar a los rusos; las tensiones crecientes con China que también podrían desembocar en una guerra por el caso de Taiwán. Frente a estas “amenazas”, Tooze apunta una “tendencia general”: las soluciones militares siempre son apoyadas por los dos partidos. Las posiciones republicanas, agrega, reflejan el espíritu político-empresarial de la derecha estadunidense; ahora, su nacionalismo desinhibido y su pretendida defensa de la seguridad nacional, están obligando a toda la clase política a discutir abiertamente sus propuestas, por más descabelladas que sean, incluso en sesiones abiertas del Congreso.

En resumen, nubes de guerra se están apilando en el cielo de Estados Unidos, a pesar de los esfuerzos del presidente Biden. No sólo en el caso de México; también para lidiar con supuestas amenazas en otras partes del mundo. Sin embargo, esas nubes cubren no sólo el campo internacional; quizás las más ominosas están presentes dentro de su propio país. Ya otros analistas (cf. NYT 05-10-22 y 12-10-22) han mencionado la posibilidad de una guerra civil en Estados Unidos o, al menos, disturbios violentos a cargo de diversos grupos sociales si, por ejemplo, Trump perdiera por poco margen las elecciones en 2024, recordando el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.

La gran potencia atraviesa un momento crucial. Su hegemonía, cuestionada por diversos fenómenos mundiales, acelera las angustias militaristas de una parte de su electorado y, de la misma manera, el odio y las disputas irreconciliables entre republicanos y demócratas. Quizás una derrota aplastante del candidato del PR en los comicios de 2024 podría ayudar a bajar las tensiones en esa nación. Eso, por supuesto, es muy pronto para saberlo; mientras tanto, las amenazas contra México probablemente seguirán subiendo de tono.

 

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