10 julio,2021 5:21 am

Nuevos récords climáticos

Octavio Klimek Alcaraz

 

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentó el pasado 19 de abril su Informe sobre el estado del clima mundial en 2020”. El primer informe anual fue en 1993, hace 28 años, y es consecuencia de las preocupaciones que desde esa época se plantearon sobre el cambio climático. (https://public.wmo.int/es/media/comunicados-de-prensa/los-indicadores-empeoraron-y-los-impactos-del-cambio-clim%C3%A1tico-se).

El informe tiene el propósito de documentar los principales indicadores del sistema climático, entre los que se incluyen las concentraciones de gases de efecto invernadero, el incremento de las temperaturas terrestres y oceánicas, el aumento del nivel del mar, el derretimiento del hielo, el retroceso de los glaciares y los fenómenos meteorológicos extremos. Igualmente, se señalan las consecuencias en el desarrollo socioeconómico, en la seguridad alimentaria, en las migraciones y en los principales ecosistemas.

El informe fue presentado por el secretario general de la OMM, profesor Petteri Taalas, junto con el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, de manera previa a la Cumbre de Líderes sobre el Clima, que se celebró de manera virtual los días 22 y 23 de abril, auspiciada por el presidente estadunidense Joe Biden.

El informe señala que la tendencia es negativa sobre el clima, los siguientes indicadores que presenta el informe entre muchos otros, así lo muestran:

El 2020 fue uno de los tres años más cálidos de los que se tiene constancia, a pesar del fenómeno de enfriamiento de La Niña.

La temperatura media mundial fue de aproximadamente 1.2 grados superior a los niveles preindustriales (1850-1900).

Los seis años transcurridos desde 2015 son los más cálidos de los que se tienen datos.

La década de 2011 a 2020 fue la más cálida jamás registrada.

Las concentraciones de los principales gases de efecto invernadero siguen en aumento. El promedio mundial ya ha superado las 410 partes por millón de dióxido de carbono (CO2), y si se mantiene la tendencia de la concentración de CO2 se podría alcanzar o superar las 414 ppm en 2021. Es decir, pese a la pandemia de Covid-19 y la consecuente desaceleración de la economía que redujo temporalmente las nuevas emisiones de gases de efecto invernadero no hubo un impacto tangible en las concentraciones atmosféricas.

En 2019 el contenido calorífico de los océanos alcanzó el nivel más alto del que se tenga registro, y es probable que esta tendencia se haya mantenido en 2020. En más del 80 por ciento del océano se produjo, al menos, una ola de calor marina en 2020. El porcentaje del océano en el que se registraron olas de calor marinas “fuertes” (45 por ciento) fue superior al correspondiente a las olas de calor marinas “moderadas” (28 por ciento).

En general, el nivel medio del mar a escala mundial continuó aumentado en 2020. Debido, en parte, al mayor derretimiento de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida.

En 2020, el valor mínimo de extensión del hielo marino en el Ártico luego del deshielo estival fue de 3.74 millones de kilómetros cuadrados; desde que se tienen registros, esta fue la segunda vez que se ha reducido a menos de 4 millones de kilómetros cuadrados.

La capa de hielo de Groenlandia continuó perdiendo masa situándose en el extremo superior del registro satelital de 40 años.

En Estados Unidos, en el Valle de la Muerte (California) alcanzó 54.4 grados el 16 de agosto de 2020, la temperatura más alta de la que se tiene conocimiento en el mundo en, al menos, los últimos 80 años. Asimismo, se registraron los más grandes incendios que se tenga memoria a finales del verano y en otoño.

Australia batió récords de calor a principios de 2020, con la temperatura más alta observada en un área metropolitana australiana, en Penrith al oeste de Sidney se registró 48.9 grados.

En una amplia región del Ártico siberiano, las temperaturas en 2020 superaron la media en más de 3 grados y se registró una temperatura récord de 38 grados en la localidad de Verkhoyansk. Asimismo, se produjeron enormes incendios forestales.

La temporada de huracanes del Atlántico Norte de 2020, en la que se produjeron 30 tormentas con nombres, alcanzó el número máximo jamás registrado de tormentas con nombres.

En los Estados Unidos de América se registró un récord de 12 llegadas a tierra de huracanes, lo que alcanzó el récord anterior de nueve llegadas a tierra.

En el norte de América Central, alrededor de 5.3 millones de personas necesitaron asistencia humanitaria, entre otros 560 mil desplazados internos antes del comienzo de la pandemia de Covid-19. La consecuencia es que los huracanes Eta e Iota, que alcanzó una categoría 5, se presentaron en un contexto de vulnerabilidades interrelacionadas en América Central.

Durante el primer semestre de 2020 se registraron alrededor de 9.8 millones de desplazamientos, que obedecieron, en gran parte, a peligros y desastres hidrometeorológicos y ocurrieron principalmente en el sur y sureste de Asia y en el Cuerno de África.

En conclusión, más allá de datos tan preocupantes, el informe recalca la necesidad urgente de invertir en las políticas de adaptación destinadas a fortalecer la resiliencia al cambio climático, como las inversiones en infraestructura resistente a los desastres y en sistemas de alerta temprana y las redes de observación meteorológicas.

Una ola de calor sin la influencia del cambio climático es “prácticamente imposible”

Un estudio sobre condiciones climáticas extremas en Canadá y Estados Unidos muestra que el cambio climático es el culpable. Tales fenómenos podrían ocurrir con mayor frecuencia con un mayor calentamiento global.

Según un estudio, el calor extremo de los últimos días, que se produjo en el oeste de América del Norte con temperaturas de casi 50 grados, se remonta a un factor claro: No hay absolutamente ninguna duda de que el cambio climático ha jugado un papel decisivo aquí”, dijo la investigadora del clima Friederike Otto, de la Universidad de Oxford. Sin el cambio climático, este calor habría sido “prácticamente imposible”.

Otto forma parte de un grupo internacional de investigadores climáticos de alto perfil que dicen que el calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero hizo que la ola de calor en Canadá y Estados Unidos fuera 150 veces más probable. Sin embargo, el estudio del proyecto World Weather Attribution (WWA) aún no se ha publicado en ninguna revista especializada.

Los científicos compararon las temperaturas de finales de junio y principios de julio con datos históricos desde 1800. Al hacerlo, llegaron a la conclusión de que la ola de calor, incluso teniendo en cuenta el progreso actual en el cambio climático, fue un evento que debería ocurrir mil años. Otto dijo: “Lo que vemos no tiene precedentes. No es normal que uno rompa los récords de calor en cuatro o cinco grados centígrados”.

Canadá en particular, pero también el noroeste de los Estados Unidos se había visto afectado por un calor extremo en las últimas semanas. Alrededor de 260 kilómetros al noreste de Vancouver, se habían medido 49.6 grados en la comunidad canadiense de Lytton. El pueblo fue destruido en gran parte por un incendio forestal poco después. En la provincia de Columbia Británica, se reportaron más de 700 muertes repentinas e inesperadas en una semana.

Según el programa Copernicus de observación de la Tierra de la UE, la temperatura en la región en junio fue 1.2 grados por encima de la media de los años 1991 a 2020. Para Europa, fue el segundo junio más cálido desde que comenzaron los registros, y el cuarto más cálido del mundo, junto con junio de 2018. En otras partes del mundo, las temperaturas también fueron altas en junio.

Según el estudio, los eventos extraordinarios sólo podrían ser un anticipo del futuro en latitudes del norte como Alemania: un calentamiento global de dos grados centígrados, que se alcanzaría en unas décadas con las emisiones actuales, podrían ser eventos como el calor en el norte América en lugar de en promedio. Dejemos que suceda una vez cada mil años cada cinco o diez años. “Este evento es extraordinario y nos muestra que no podemos descartar la posibilidad de experimentar hoy extremos de calor que solo hubiéramos esperado si el calentamiento global hubiera avanzado más”, dijo Otto.