18 septiembre,2020 9:16 am

“Oblatos, el vuelo que surcó la noche”: la insólita fuga de prisión de un grupo de guerrilleros

La película del director oaxaqueño Acelo Ruiz, nominada a Mejor Largometraje Documental para los premios Ariel 2020, explora a profundidad la experiencia humana de quienes fueron militantes de la Liga 23 de Septiembre y triunfaron en su búsqueda de la libertad

El Sur / Ciudad de México, 18 de septiembre de 2020. Acelo Ruiz Villanueva y su equipo tuvieron claro desde un principio que Oblatos, el vuelo que surcó la noche tenía que ser un documental entretenido, empático y al alcance de todo tipo de público. La historia que narra, la evasión de seis guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre de la sección de máxima seguridad de la Penitenciaría de Oblatos, en Guadalajara, Jalisco, tenía que ser un relato de la experiencia humana de sus protagonistas.

“Lo más importante era contar una historia que generara empatía con el público y esa no era necesariamente la de la Liga o de la Guerra Sucia, sino la historia de unos hombres que luchan por su libertad”, explica el realizador en entrevista con El Sur.

“Tratamos de ahorrarnos toda la parte que tenía que ver con posturas ideológicas para enfocarnos en los seres humanos; queríamos que esa fuga de la prisión fuera el pretexto para que la gente reflexionara sobre la historia del país o de América Latina”.

Este documental no es la primera obra cinematográfica de Acelo Ruiz. Nacido en la ciudad de Oaxaca en 1986 y egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), también ha rodado varios cortometrajes, entre ellos La sangre indeleble (2011) y Esta canción de amor es para Fátima (2014).

Oblatos, el vuelo que surcó la noche –que Ruiz dirigió, escribió y produjo junto con Emilio Aguilar Pradal y Fernando Hernández García–, fue nominado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) en la categoría de Mejor Largometraje Documental para la entrega número 62 del premio Ariel.

Este año la ceremonia del Ariel será virtual y será transmitida el 27 de septiembre a través de Canal 22 y de las plataformas web de la AMACC, donde actualmente están disponibles las películas en competencia para que el público las pueda ver antes de la entrega de los galardones.

La realización de Oblatos, cuenta Ruiz, estuvo marcada por una serie de eventos afortunados. El primero tuvo que ver con el hallazgo fortuito de la historia, que el documentalista descubrió en el libro de memorias La fuga de Oblatos, escrito por Antonio Orozco Michel, uno de los organizadores de aquel espectacular escape que los jóvenes guerrilleros presos protagonizaron el 22 de enero de 1976.

“Otra de las fortunas del documental es que del hecho que narra hay sobrevivientes y que están dispuestos a contar lo que pasó. la Liga fue prácticamente exterminada por la Brigada Blanca y la Dirección Federal de Seguridad (DFS). De los que habían sido dirigentes importantes de la Liga casi no hay, todos fueron asesinados.

“Los personajes de la película reivindican su militancia de juventud como parte de su vida. Dicen que se cometieron muchos errores y hacen una lectura crítica, pero no se arrepienten. Es importante porque nos encontramos con gente que puede hablar abiertamente de esto”, resalta Acelo.

Más que buenos y malos

Mario Álvaro Cartagena López El Guaymas, Antonio Orozco Michel y José Natividad Villela, ex militantes de la Liga, son los protagonistas. Su huida, contada con lujo de detalles y un ritmo cautivador, es un relato de victoria: la lucha por la libertad, por la vida.

Quizá se trate de un éxito efímero y circunstancial si se considera que durante la época conocida como guerra sucia, el Estado mexicano logró terminar con buena parte de los movimientos sociales, además de criminalizar toda persona que militaba o simpatizaba con grupos armados y no armados.

Aún así, o precisamente por eso, la cinta del director oaxaqueño reivindica la memoria de una época que se ha pretendido borrar desde la historiografía oficial. Propone, además, una perspectiva distinta de aquellas derrotistas o sólo conmemorativas, tan comunes cuando se habla de los sesenta y setenta, décadas del siglo XX en que se desarrolló la guerra sucia.

“Para mí, ellos eran como unos pájaros encerrados, y su vuelo significa la libertad que logra librar la represión –comenta Acelo–. Oblatos, el vuelo que surcó la noche es un título que habla en otra clave: no es la clave evidente sino más bien la del subtexto, la de la metáfora”.

En el documental aparecen con frecuencia imágenes de aves; se encuentran, por ejemplo, en El Jilguero, uno de los muchos corridos que acompañan la narración cuya letra hace referencia al encierro y a la búsqueda de la libertad, y que se mantuvo guardada como tesoro en un viejo caset.

“Ellos se las ingeniaron para poder llevar la música adentro de la prisión y resultó que dos de los que se fugan, El Guaymas y Villela, eran grandes cantantes”, recuerda el cineasta. “La historia es más fascinante todavía pero esto no está adentro de la película. Ellos tocaban con instrumentos que hacían con elementos reciclados: el bajo era una tina con un palo de escoba y unas cuerdas, y el güiro era un bote de refresco con un peine.

“La fortuna estuvo en que cuando estaban en prisión hicieron unas grabaciones, y uno de esos casetes sobrevivió al tiempo gracias a la familia de Enrique Pérez Mora (otro de los guerrilleros que participan en la fuga). Así logra ser un testimonio de la fuerza de voluntad y del optimismo que tenían esos jóvenes cuando estaban en prisión. Y, casualmente, justo ahí estaba esa canción que se llama El Jilguero”.

La investigación detrás del documental fue extensa. Para reconstruir la planeación y la realización del escape, Ruiz y su equipo realizaron múltiples entrevistas con Mario Álvaro Cartagena López El Guaymas y Antonio Orozco Michel, ex militantes que suelen hablar en público de su experiencia.

Las conversaciones con ellos, menciona Acelo Ruiz, eran muy largas, había que entender cuáles retos tenían y el paso a paso de su plan. Para conseguir las frases y las emociones necesarias durante el rodaje, fue preciso regresar una y otra vez a un mismo tema. Su propia experiencia de militante de izquierda y comunista, le ayudó a conectar con ellos.

El proceso fue distinto con José Natividad Villela, pero también en su caso Acelo habla de fortuna.

“Fue un total embrollo dar con Villela, resultó una de las joyas de nuestra investigación. Sabíamos que vivía y afortunadamente logramos contactarlo, nos tardamos mucho en hablar con él porque nunca había dado ningún testimonio a nadie”.

La plática con Villela se efectuó en una sola ocasión. Fue mucho más dirigida y concreta que las otras, en particular sobre el momento en que, al contrario de sus compañeros, después de huir de la cárcel decidió no reintegrarse a la Liga 23 de Septiembre. Se esfumó. Por años lo pensaron muerto.

“Su testimonio es importantísimo porque enseña que no todos tienen la misma concepción de esa época de su vida y así le da una dimensión más profunda al tema de la Guerra Sucia. No solamente hubo los buenos-buenos, que eran los guerrilleros, y los malos-malos, que era el gobierno y la represión, sino que había un punto de quiebre en donde algunos militantes dijeron “vaya, no estamos haciendo bien las cosas”, y eso le permite al público tener un abanico mas amplio de lectura acerca del movimiento”.

También participaron mujeres

Otra voz fundamental es la de Bertha Lilia Gutiérrez Campos, Tita, ex militante de la Liga que estuvo presa en el penal de Oblatos al mismo tiempo que sus compañeros. El testimonio de Tita, aunque más reducido, hace de contrapunto a un relato predominantemente masculino.

Sus recuerdos traen a flote de manera más súbita el torbellino de emociones que como jóvenes militantes, poco más que adolescentes, vivieron en ese tiempo. Gracias a ella, también afloran el miedo, el dolor y el horror ante la violencia que el Estado empezaba a operar de manera quirúrgica en contra de lo que será el movimiento guerrillero más hostigado en los setenta.

“A pesar de que El Guaymas y Toño se manifiestan como seres que conectan con sus emociones, era más difícil con ellos porque no dejan de ser militantes comunistas, rudos”, dice, irónico, Acelo. “Pero Tita no. Ella era muy honesta, abierta y empática: completaba una visión de lo que era la guerrilla, un movimiento en donde es importante decir que también participaron mujeres”.

Falta un gran trecho por recorrer

El 23 de septiembre de 2019, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, oficializó la disculpa pública del Estado mexicano a Martha Alicia Camacho Loaiza, exintegrante de la Liga Comunista 23 de septiembre que fue detenida arbitrariamente, torturada y desaparecida. La petición de perdón incluyó también a su hijo Miguel Alfonso y a su esposo José Manuel Alzapico Lizárraga, torturado y privado de la vida extrajudicialmente.

Fue la primera vez que el Estado mexicano pidió disculpas a una víctima de la represión ocurrida durante la guerra sucia.

“El Estado no ha hecho más que ceder a exigencias que llevaban muchos años estando vigentes. Los sobrevivientes de la Guerra Sucia han realizado una gran labor por no olvidar nunca a sus compañeros, sus causas y, sobre todo, la represión que vivieron. No han quitado el dedo del renglón y esto es un éxito del movimiento”, enfatiza el cineasta.

Los actos de resarcimiento son positivos, reconoce, pero todavía “falta un gran trecho que recorrer”. Entre otras acciones imprescindibles para obtener justicia, deben abrirse los expedientes que documentan cómo distintas instituciones del Estado –la DFS, el Ejército Mexicano y la Policía Judicial– orquestaron la desaparición forzada, la tortura sistemática y el asesinato de decenas de activistas.

Si bien es inherentemente política, Oblatos, el vuelo que surcó la noche toma distancia de muchas producciones militantes o de izquierda que terminan dirigiéndose a un público específico. Y ello acaba siendo una de sus mayores virtudes: volar más allá de las “jaulas ideológicas” para rescatar la memoria de la brutalidad que desgarró el país y hacer que más personas reflexionen al respecto.

“Mucha gente, sobre todo los jóvenes, no tienen idea de que hubo y hay guerrilla en México. Muchos piensan que se trataba de delincuentes, desadaptados, lo que era la narrativa que se promovía en esos tiempos –finaliza Acelo Ruiz–. Es interesante proponer otro punto de vista: la gente se sensibiliza, se conecta con los personajes y acaba teniendo una visión un poco más completa y plural de lo que sucedió en esa época”.

Texto: Caterina Morbiato