Chilpancingo, Guerrero, a 1 de noviembre de 2024.- Integrantes del colectivo Lupita Rodríguez colocaron la tarde de ayer al pie de la estatua a Nicolás Bravo, una ofrenda en honor a las madres que han fallecido sin encontrar a sus hijos desaparecidos.
Los familiares de las víctimas se concentraron después de las 5 de la tarde para montar la ofrenda con flores y cadenas de cempasúchil, veladoras, pan, frutas, platos de comida y las fotografías de las madres fallecidas.
En la ofrenda también fueron colocadas las fotografías de luchadores sociales asesinados, entre ellos se vieron las de la dirigente de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), Rocío Mesino, del dirigente social Ranferi Hernández Acevedo, y también la de la presidenta del colectivo Eureka, Rosario Ibarra de Piedra, así como de madres y padres de algunos de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa ya fallecidos.
Al frente, sobre la base de la estatua a Nicolás Bravo, ubicada frente al parque Margarita Maza de Juárez, al norte de la ciudad, colocaron una lona con las fotografías de las madres de victimas de desaparecidos con la frase: “Para ellas no un minuto de silencio, sino toda una vida de lucha”.
El representante del colectivo, David Molina Rodríguez informó que son siete las madres de ese colectivo que han fallecido sin encontrar a sus hijos desaparecidos; una de ellas es la madre de David, Guadalupe Rodríguez Narciso, fundadora de ese colectivo.
Guadalupe Rodríguez falleció víctima de Covid el 28 de agosto de 2021, sin encontrar a su hijo Josué Molina Rodríguez, quien desapareció el 4 de junio de 2014 en Chilpancingo.
“La mayoría se ven bastante enfermas, desde el momento en que pierden a sus hijos comienzan las enfermedades, sufren diversos padecimientos, nosotros las hemos visto, la mayoría si no tienen hipertensión tienen diabetes”, informó David, mientras sus compañeras montaban la ofrenda con todo lo que llevó cada uno de los familiares.
Contó que su madre, ya tenía diabetes cuando desapareció su hermano Josué, “sin embargo sus enfermedades se agravaron con el desgaste durante las búsquedas y por los corajes que se hacen por las autoridades indolentes que no ofrecen resultados de las investigaciones”.
Explicó que la ofrenda es un ejercicio de memoria para recordar a las madres fallecidas que fueron iniciadoras de este colectivo, y que fallecieron sin encontrar a sus familiares.
“Si no hemos podido avanzar significativamente para encontrar a nuestros familiares, pues cuando menos en la memoria sí las vamos a tener en cuenta”, dijo el representante del colectivo.
Otra de las madres fallecidas es Rosario Martínez Castro, quien también murió víctima de Covid, pero antes comenzó sus complicaciones de diabetes, presión arterial “y dejó de comer desde que desapareció su hijo, mi hermano, Ulises Emanuel Medina Martínez” en mayo del 2015 en Chilpancingo, narró una hija de Rosario.
Contó que su hermano es chofer y cuando desapareció manejaba un camión cargado de fertilizante rumbo a Tlacotepec, y al pasar por el pueblo de Tecomazúchitl hombres armados lo levantaron y se lo llevaron junto con el chofer de un segundo camión.
Días después sólo se hallaron los camiones pero los choferes siguen desaparecidos desde hace nueve años.
“De inmediato mi madre se puso mal y fue con mis hermanos a buscarlo a los pueblos, pero los amenazaron y tuvieron que parar la búsqueda, mi madre aún así quiso seguirlo buscando pero mis hermanos ya no la dejaron y eso la puso muy mal, hasta que murió de Covid”, contó su hija.
También ofrendaron a María del Carmen Gil Carrillo, madre de Juan Álvarez Gil, un agente de la Policía Judicial (hoy Policía Ministerial) que desapareció en el 2013 en Chilpancingo.
María del Carmen falleció hace seis años, sin encontrar a su hijo. “Mi madre murió esperando volver a ver a mi hermano, esperando volver a saber aunque sea algo de él, pero nunca supo nada desde que desapareció y hasta la fecha, nosotros seguimos sin saber nada de Juan”, declaró Miguel Ángel Álvarez Gil, hijo de María del Carmen.
Denunció que a pesar de que su hermano trabajaba para la Procuraduría estatal (actual Fiscalía) “nomás se hizo a un lado (la Procuraduría) y no dio ninguna información, no sabemos definitivamente nada de la desaparición de mi hermano, y mi madre, desgraciadamente, falleció, así, sin saber qué fue lo que ocurrió con mi hermano, o dónde pueda estar”.
Explicó que la ofrenda es un homenaje a todas las madres que se fueron de este mundo sin saber qué fue de sus hijos, “sin saber dónde están, sin haber escuchado una vez más: hola mamá, adiós mamá, luego regreso mamá”.
David Molina informó que después de que fallece la mamá de un desaparecido regularmente el resto de la familia dice: “hasta ahí le vamos a parar y se desisten de seguir buscando a su familiar”.
Indicó que por lo regular es la madre la que mantiene la búsqueda de su hijo, hasta que fallece, mientras que en el resto de los familiares decae el ánimo porque ven que no hay justicia.
Informó que en una reunión reciente en la Fiscalía General de la República (FGR), les informaron que desde 1952 los casos por desaparición que han llegado a la judicialización no llegan ni a 40.
“Por tanto, después de que muere la madre del desaparecido, el resto de su familia ya no espera justicia y no busca a su familiar, lo deja en el olvido”.
Admitió que eso es muy respetable de quien ya no quiere seguir exigiendo la aparición con vida de su familiar y que digan: “ya vamos a estar en paz, ya vamos a estar tranquilos”.
Texto: Zacarías Cervantes / Foto: Jesús Eduardo Guerrero