Adán Ramírez Serret
Nacido en Estambul, Turquía, en 1952 y Premio Nobel de Literatura en 2006, Orhan Pamuk pertenece a cierta familia de autores que escriben novelas sublimes, en donde pasado y presente; tradición y modernidad, conviven, habitan el mismo espacio, y la consecuencia de esto son novelas que parecen venir del pasado o quizá también lo contrario: que viajan desde el presente hacia la historia en la mente de cada lector.
Recientemente, en 2016, luego de un silencio de poco menos de 10 años, Orhan Pamuk sacó a la luz la novela La mujer del pelo rojo. Tuvimos que esperar dos años para que finalmente tuviéramos en español la obra. Se trata de una novela fantástica en muchos sentidos. Dije arriba que Pamuk pertenece a una familia de autores que escriben novelas sublimes: clásicos modernos. Mientras leía las primeras líneas de la novela venían a mi mente recuerdos de obras como Esperando a los bárbaros del sudafricano, también Premio Nobel, J.M. Coetzee; o del israelí, injustamente no Nobel, Amos Oz con Una historia de amor y oscuridad. Además de escribir tan bien que se olvida de manera rápida cualquier otra cosa y se cae redondo no sólo en la historia sino también en un potente estilo que no sólo permea la anécdota que se lee si no todo: el cielo que vemos, el aire que respiramos o las charlas que escuchamos. En estos escritores no sólo hay eso, si no que habitan en un mismo espacio las anécdotas que todos vivimos con las historias, con los mitos que han cambiado el rumbo de la humanidad. Sé que suena bastante pomposo decirlo, pero me parece que así es y en las siguientes líneas diré las razones.
La mujer del pelo rojo comienza contando la anécdota de un joven turco nacido a finales de los años 60 en Estambul. Es, en cierta forma, un joven normal con aspiraciones literarias al que un buen día abandona su padre y lo deja solo, a la deriva, con su madre resentida y resignada. El joven, con 17 años, descubre un poco a regañadientes la vida, enamorándose más profundamente de la literatura; y, a la vez, comprometiéndose de manera valiente con un trabajo arduo y duro para su clase social: trabajando como ayudante de un pocero, de un hombre que se dedica a descubrir los lugares más propicios para escavar en busca de agua. Para hacer este trabajo el joven debe viajar a la periferia, en ese entonces rural de Estambul, para hacer una excavación. En esta aventura le sucede lo que a cualquier joven; cae perdidamente enamorado de una mujer. Sólo que, ella, tiene algunas particularidades, es actriz, tiene el cabello rojo y le dobla la edad. Por esos días, luego de arduos días de trabajo, bajo el influjo de la noche, las estrellas y el fuego, el pocero le cuenta historias al joven hasta que en una ocasión le pide que ahora él, el joven, sea quien cuente la historia. Sin pensárselo mucho y sin saber bien a bien por qué lo hace, el joven decide contarle la historia de Edipo Rey.
Poco después, el joven asiste al teatro a ver a su enamorada de pelo rojo y ésta representa la historia del Shahnameh o El libro de los Reyes. Una historia similar a la de Edipo sólo que aquí sucede lo contrario y no es el hijo quien asesina al padre sino viceversa.
Las cosas cambian mucho en la vida del joven, el tiempo sigue su curso y lo lleva hacerse cada vez más grande y hay una obsesión en su vida, una constante que cada vez lo asecha con más fuerza: las historias del parricidio y del filicidio. Se convierte en un experto en los dos mitos y se dedica a viajar por el mundo buscando rastros de estas historias hasta que un buen día decide que debe regresar a aquel lugar en donde conoció al pocero y a la mujer del pelo rojo.
Me parece que en esta novela Orhan Pamuk pone en evidencia no sólo una universalidad del ser humano sino también una atemporalidad. Pamuk, sabe que descubrir el fondo y los sentimientos más vivos, hay que contar las historias que ya conocemos y que siempre tememos se vuelvan tan cercanas de un momento a otro, que de repente nos descubramos habitando un mito.
(Orhan Pamuk, La mujer del pelo rojo, Ciudad de México, Random House, 2018, 281 páginas).
