27 octubre,2017 6:32 am

Pacto por la Seguridad

Jorge Camacho Peñaloza

 

No hay cosa que haga más daño a una nación como el que la gente astuta pase por inteligente. Francis Bacon.

Ha habido momentos en los discursos políticos en los que sus emisores adoptan posturas de estadista, las cuales se caracterizan por reconocer un problema grave para la sociedad o en el gobierno, problemas no cotidianos, sino complejos, de fondo, que al asumirlos marcan, en principio, un avance porque se ubica el problema hacia el que deben dirigirse los esfuerzos.

En su pasado informe el gobernador Héctor Astudillo puso de relieve el problema central en la entidad, el tema de la falta de paz, refiriéndose a una de sus dos centrales ofertas de campaña, orden y paz. Al hacerlo señala que el problema central actual de la entidad no es tanto el desorden en que dejaron al estado y la administración los gobernadores Ángel Aguirre y Rogelio Ortega, sino la inseguridad, la presencia de la delincuencia y toda la violencia y temor que estas implican. Y al reconocer el problema propuso como vía de solución el Pacto por la Seguridad en el estado.

Reconocer este problema representa un avance, pero también la medida propuesta, el Pacto por la Seguridad, ya que ésta debe implicar que se reconoce algo que no es muy común en los gobernantes, que es la inoperancia, insuficiencia e ineficiencia de las tradicionales acciones de gobierno que revisten de una debilidad central que es su burocratización.

Es decir, resulta de alto valor político la convocatoria que hace el gobernador Astudillo, porque finalmente quienes mueven el aparato de gobierno, los recursos y las fuerzas armadas y policiales, son los políticos al frente de la función pública, pero el Pacto no debe quedar ahí, en un asunto de suma de voluntades políticas, de pronunciamiento, de protección de todos los políticos que tienen responsabilidad pública, sino avanzar precisamente en la idea de la búsqueda de nuevas estrategias más allá de la esfera de gobierno, es decir en la sociedad y en las sinergias que puedan generarse en la interacción sociedad y gobierno.

Desde los paradigmas políticos tradicionales debe ser muy difícil aceptar que muchas de las soluciones a muchos de los problemas que padecemos ya no están sólo en los cauces de gobierno, están en la sociedad, en la participación ciudadana. Este pacto para tener éxito debe basarse en una dirección ciudadana.

Luego de reconocer el problema y generar la propuesta, el peor error que se puede cometer es pretender un pacto burocrático. Ya con anterioridad aquí mismo en este espacio como legislador, candidato a gobernador y ex candidato a este cargo, he comentado la necesidad de un acuerdo que una a la sociedad y gobierno en acciones diseñadas y dirigidas conjuntamente para generar seguridad, civilidad y legalidad. No podemos seguir buscando culpables en un tema como el de la violencia y la inseguridad pues la delincuencia pone en peligro a todos sin distingos. Hemos dicho que ante una agresión de esta naturaleza mal haríamos en atizar al fuego de las culpabilidades, acusaciones, del divisionismo y de la confrontación entre nosotros, entre los niveles de gobierno, entre los partidos, entre la sociedad y gobierno, entre las atribuciones y responsabilidades públicas, pues eso es precisamente lo que quieren los delincuentes y sus aliados políticos y gobernantes.

Hemos propuesto cerrar filas, hacer un frente de instituciones, poderes y organizaciones de la sociedad, para que haya seguridad, se haga justicia y evitar que la delincuencia tome las instituciones, el pacto o acuerdo por la seguridad es la última frontera de la solución requerida, se requiere de un diseño innovador más social que político, más profesionalizado que burocrático, se necesita escuchar voces expertas y no a los mismos de siempre desde las oficinas de gobierno.

Vuela vuela palomita y ve y dile: A los liderazgos políticos y sociales guerrerenses que ya es hora de que generemos sinergia, ya estuvo bueno de creer que, desde la sociedad o el gobierno, solos podemos cada quien con sus armas, no señor, en este asunto o le entramos todos o le entramos todos, no hay más.