8 febrero,2020 10:02 am

“Para ser pintor necesitas salirte del estado”, lamenta Javier Téllez “El Javo”

Las políticas públicas en Guerrero hacia la cultura se reducen a “las bequitas, que no sirven para nada”, señala el creador chilpancinguense en entrevista.

Chilpancingo, Guerrero, 8 de febrero de 2020. Ser pintor en Guerrero “está muy cabrón, de por sí hacerla de cualquier cosa es difícil, de pintor más”, señaló Javier Téllez El Javo.

Para lograr una carrera en las artes plásticas “necesitas salirte del estado, hay clientes pero no hay políticas públicas que apoyen, más que las bequitas que no sirven para nada, por eso es necesario salir, aunque veces nos detiene el miedo”, señala el joven pintor en entrevista.

A El Javo le gusta que sus pinturas tengan textura, si miras a detalle, en algunas puedes encontrar las cosas cotidianas de casa: papel de baño, llaves, la tarjeta madre de una computadora, pedazos de caseteras, de estropajo. Si miras de lejos puedes hallar tu alma, una idea, un poco de paz o un corazón armado con desechos.

Su intención es liberar, que el observador sepa que hay algo más que la violencia que asola al país, el deseo es sobrevivir, que el arte dé para pagar las cuentas. El fondo, lo real, es la catarsis, escapar por momentos de esta realidad que todo lo comercializa, que es hostil, comenta luego de su más reciente exposición en Chilpancingo, denominada Ocre.

Javier Téllez Villalba nació en Chilpancingo, su madre y su padre son de Tlacotepec, tiene 28 años y ha hecho murales y expuesto en bienales.

Este 24 de enero montó una exposición en la cafetería La Galería, cerca del Zócalo de la ciudad, de ese día cuenta como anécdota que la Dirección de Gobernación municipal amenazó con cerrar y multar al dueño porque los asistentes llevaron mezcales y cervezas y la fiesta se prolongó hasta las 3 de la mañana.

El miércoles 29 de enero recibió un reconocimiento en la 11 Bienal del Pacífico de Pintura y Grabado, que se instaló en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) en Chilpancingo.

Ha pintado murales en Cuernavaca, Chilpancingo, Tlacotepec y en apoyo al Proyecto Guerrero Jaguar para el monitoreo y cuidado del felino, en Atoyac y Tecpan.

Es un pintor social, busca incidir, hacer conciencia, “ya encontré mi voz”.

Un camino solitario

Empezó a pintar a los 15 años, cuando lo sacaron de la escuela secundaria porque “era un desmadre, me iba a los videojuegos.

“Mi hermana pintaba, fue una inspiración y empecé a tomar cursos, me encerraba todos los días, fui un chavo antisocial, me encerré unos cuatro años sólo a pintar”.

–Pintar, ¿fue una pasión o un reto?

–Realmente me fue atrapando, me preguntaba qué iba a ser de mi vida y cuando me di cuenta ya me estaba dedicando a esto. Empecé a hacer obras surrealistas, me fui metiendo a los murales.

Se fue a estudiar a Cuernavaca y estudió hasta el cuarto semestre la licenciatura en Artes en la Universidad Autónoma del Estado de Morelo (UAEM), temporada en la “conocí a muchos artistas a toda madre, me dieron muchas críticas”.

Después regresó a Chilpancingo, “me dediqué a pintar y me salieron trabajos de murales en Tlacotepec, Chilpancingo, Zumpango, estuve haciendo exposiciones colectivas”.

–¿Es difícil ser artista en Guerrero?

–Está muy cabrón, de por sí hacerla de cualquier cosa es difícil, de pintor más.

“Para ser pintor necesitas salirte del estado, hay clientes pero no hay políticas públicas que apoyen, más que las bequitas que no sirven para nada, por eso es necesario salir, aunque veces nos detiene el miedo”, reflexiona.

“Mediante el color nos podemos descubrir”: el arte sana evasión de la realidad

El Javo está convencido de que el arte, en particular la pintura, debe de tener una función social, pero es también una búsqueda del ser.

–¿Qué quieres decir con tu obra?

–Quizás trato de decir que la expresión, que por medio del color nos podemos descubrir a nosotros mismos, y a través del arte podemos tolerar la realidad, ésta siempre es un misterio, no significa nada la realidad, pero el arte nos hace más consientes, no de la realidad pero sí de nosotros mismos, es difícil explicarlo, es una impotencia ante el universo si tomas en cuenta la fragilidad y fugacidad de la vida del ser humano”.

“Vivimos momentos violentos y el arte sirve para tener un cierto momento de paz, olvidarnos de todo y crear nuestra propia realidad. Es una de las evasiones más sanas, más sana que los videojuegos, que las adicciones”.

–Vemos a muchos jóvenes pintores en el estado…

–Sí, hay muchos artistas, creo que influyen mucho las redes sociales, platicábamos con otros pintores y me dicen que cuando ven una obra y les gusta quieren hacer algo más chingón, es un tipo de competencia, nadie se quiere quedar atrás.

–¿Por qué surgen tantos?

–Ayuda que hay una escuela de artes (la de la Universidad Autónoma de Guerrero), están surgiendo más pintores, ahora se pueden quedar los que tienen talento, antes se iban. Además es una respuesta a la violencia, como sucedió con el expresionismo alemán.

Ocre y la pintura con intención social

Javier nos explica que su exposición Ocre, montada en la cafetería La Galería, consta de obra figurativa, abstracta y folklórica, “no es una serie o una temática, hay para todos los gustos, metí obras de todos los años que he pintado, metí de cada etapa de mi vida desde 2010”.

“Tengo obras sin intención, que son improvisadas, agarro los pigmentos y me pongo a jugar con ellos, a veces lo que sale me sorprende, la textura, el color. No todo mi trabajo es una crítica, pero podría decir que el 80 por ciento sí”.

Platica que busca exponer en la Ciudad de México o en otro país, que la obra se dé a conocer, “me interesa mucho el muralismo porque es más social, el mural interactúa con todos, no es lo mismo que exponer en una galería a donde sólo van algunos”.

“Mi tema en los murales como los de la conservación del jaguar es cuidar el medio ambiente. Los murales le han dado vida al proyecto Guerrero Jaguar, lo vuelven más atractivo, gustó mucho la obra Tepeyólotl (una obra imperdible de la transmutación de un jaguar)”.

“En Cuernavaca hablábamos sobre la estupidez de la humanidad: el fanatismo religioso, el narcotráfico, que son temas difíciles de tratar. También hablábamos sobre las madres solteras, el aborto, los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, temas que importan”.

Algo muy particular de su obra es que utiliza tierra de Tlacotepec, donde está el origen de su estirpe, y explica:

“Me traje nueve costales con tierra de Tlacotepec, lo que quiero es resignificar esa tierra estigmatizada por la violencia, por la siembra de amapola y mariguana, si la conviertes en arte, la dignificas”.

Texto: Rosendo Betancourt Radilla / Foto: Jesús Eduardo Guerrero