12 agosto,2018 9:48 am

Pasar de plataforma personal a partido, el reto de Morena

Yeidckol Polevnsky, su actual dirigente, lo reconoce: luego de las derrotas de López Obrador en 2006 y 2012, Morena nació como una estructura para defender el voto y ser plataforma personal del tres veces candidato. Ahora, la cabeza de la coalición que arrasó en las elecciones del 1 de julio tiene la tarea de convertirse en un auténtico partido político, uno que llene las aspiraciones de una izquierda que se sintió defraudada, según análisis de Martí Batres, por el PRD.

Texto: Arturo Rodríguez / Agencia Proceso
Foto: Cuartoscuro
Ciudad de México. El 9 de julio de 2014 el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) irrumpió en el escenario electoral. No había llegado a su cuarto aniversario cuando los comicios del 1 de julio lo convirtieron en una fuerza política sin precedente: ganó 52% de los votos en la elección presidencial, 55 de 128 senadores, 188 de los 500 diputados federales y mayoría en 18 de 26 congresos locales.
“Nuestra tarea es institucionalizar al partido, porque los partidos son como los niños, como una empresa que acaba de empezar o como una organización que inicia, que todavía está en construcción”, resume Yeidckol Polevnsky, secretaria general en funciones de presidente de Morena, en entrevista con Proceso.
Los resultados electorales hicieron a Morena un ente complejo: su estructura quedó rebasada por las de otras fuerzas políticas que llegaron a cargos de elección popular, carece de homogeneidad ideológica e identitaria y, por si fuera poco, tiene perfiles ciudadanos poco experimentados en el quehacer público, admite Polevnsky.
Luego explica el desarrollo: por las derrotas de López Obrador en 2006 y 2012 sabían que necesitaban una estructura para defender el voto. Afirma que si bien López Obrador concibió la fundación de Morena como partido y no sólo como plataforma personal, la mayoría de sus miembros se dedicaron a construir dicha estructura, única forma de evitar el fraude.
“Ser un movimiento nos hacía testimoniales. Podíamos hablar, quejarnos, denunciar, protestar y hasta ser escuchados; pero hacer los cambios que queremos no era una realidad y la única forma era convertirnos en partido y gobernar”, expone.
La prioridad partidista, afirma, es la profesionalización de su clase dirigente y de su base, así como dotar de una identidad homogénea al partido. Además debe hacer crecer su militancia, que considera escasa, pues en sus datos los partidos de Juntos Haremos Historia cuando mucho suman 4 millones de militantes, de los cuales alrededor de 3 millones corresponden a Morena.
“Esto quiere decir que nuestra militancia representa menos de 10% de la votación… 90% de la votación no es militante. Así que tenemos la gran experiencia de ganar la elección con un porcentaje alto y muy poca militancia, lo que nos lleva a estar claros en que hubo una enorme simpatía pero que ésta no es corporativa y depende de nuestros resultados.”
Comparación con el PRI
La palabra se repite: institucionalizar mediante capacitación y formación de dirigentes; institucionalizar la visión ideológica; institucionalizar principios y códigos éticos, una doctrina que implique rendición de cuentas…
–Institucionalizar, institucionalidad, son vocablos que se asocian al PRI y su jerga, un partido con el que, por cierto, sus críticos los comparan –se le comenta.
–Creo que nuestros críticos van a decir eso y más. Los oigo, los leo. Pero cuando hablamos de institucionalizar estamos hablando de la aplicación concreta de la palabra. Se trata de tener una columna vertebral que haga homogéneos nuestros actos.
–¿No la tienen en este momento?
–Todavía no. Porque tenemos Morenas muy fuertes, como en la Ciudad de México, y otras muy incipientes. Nos dimos a la tarea de ir a una elección y a otra elección, y necesitábamos estructura y no pudimos desarrollarla.
Obligada, la vieja disyuntiva que enfrentaron el PRI y el PAN cuando llevaron al poder a un presidente, se le plantea hoy: ¿mantener una sana distancia o una sana cercanía?
No duda: apoyarán a López Obrador en todos sus proyectos. Lo admite como su líder pero ataja: no habrá una relación corrupta entre partido y gobierno, porque entre los planteamientos centrales del propio López Obrador está el de erradicar el fraude electoral.
–¿Cómo concebían a Morena como partido? –se le pregunta a Martí Batres, primer dirigente nacional de ese partido y actual líder del mismo en la Ciudad de México.
–Ante el desvanecimiento de la capacidad transformadora y de lucha del PRD, la preparación del Pacto por México obligaba al surgimiento de otra fuerza política, una izquierda opositora ante un programa de reformas muy agresivo, de corte neoliberal. Eso fue lo que vi.
A él le tocó coordinar la organización de la estructura en municipios y estados y lograr el registro de Morena. Lejos de aquello, para su participación en el actual proceso electoral Morena importó del PRI, del PAN, del PRD y de Movimiento Ciudadano a la mitad de sus candidatos al Senado, la tercera parte de los que buscaron una diputación federal y a tres aspirantes a gobernador.
–¿Eso no implica romper su identidad?
–Depende de lo que hagamos. La llegada de referentes y liderazgos amplió la fuerza con la que nos presentamos en la elección. Teníamos que hacer alianzas para poder ganar.
“Una parte de las alianza las hicimos formalmente con el PT y el PES, a nivel de partidos. Y las demás fueron alianzas con personalidades, organismos de la sociedad, que se proyectaron más en el terreno simbólico. Eso nos permitió atraer el voto de panistas, priistas, perredistas o de otros sectores de la sociedad que configuraron el conjunto necesario para ganar.
“Ahora bien. El reto de Morena es mantener un abanico de alianzas sin perder su identidad.”
–¿Qué debemos entender por identidad?
–Sus señales ideológicas, el anclaje social, su acento programático, la perspectiva de largo plazo. Es decir, nuestros puntos de vista no los comparten todos, pero desde mi punto de vista es muy importante que Morena no pierda la identidad de una izquierda democrática, patriótica y social.
Batres admite que siempre existe el riesgo de perder el rumbo. La pregunta es sobre la tentación de convertirse en un régimen hegemónico y en su respuesta habla del reto que está en que la lucha por las libertades, la democracia y las condiciones de bienestar social tienen que mantenerse, y para eso deben saber cuáles son las experiencias en otras partes.
“No podemos sectarizarnos, pero tampoco disolvernos en la indefinición. El partido necesita cuidar sus cuadros, que sean gente de principio, formada política e ideológicamente, honesta y probada en la lucha política, porque si no, va a perder su naturaleza.”
(Yeidckol Polevnsky, durante su llegada a la reunión que sostuvieron senadores y diputados federales electos y plurinominales con ahora presidente electo Andrés Manuel López Obrador, en un salón de la colonia Roma el 11 de julio pasado. Foto: Cuartoscuro / Archivo)