10 mayo,2021 6:11 am

Permisivos y complacientes

Jesús Mendoza Zaragoza

 

Con el semáforo de riesgo epidemiológico entre amarillo y verde, que aún indican niveles medio y bajo de contagios, respectivamente, y cuando aún hay restricciones sanitarias para el conjunto de actividades, como son las deportivas, educativas, económicas y religiosas, vemos que se han estado desarrollando las actividades electorales gestionadas por los partidos políticos y sus candidatos, con una espantosa permisividad. Reuniones públicas de proselitismo electoral, las están teniendo absolutamente todos los partidos, máxime los de mayor calado. Prácticamente sin la sana distancia, sin el lavado de manos y con un uso discrecional del cubrebocas. El escenario público se está llenando de este tipo de comportamientos que transmiten un mensaje de que los riesgos sanitarios ya no existen y las medidas de prevención ya no son importantes.

Afortunadamente la curva epidémica está descendiendo, pero esto no asegura aún que no haya nuevos rebrotes debidos a descuidos o a irresponsabilidades. A lo largo de esta cuarentena hemos comprobado la importancia de la disciplina para afrontar eventos de este tipo. Buena parte de la sociedad dio una respuesta aceptable a las recomendaciones, aun cuando estas significaban pérdidas económicas, con una serie de dificultades aparejadas.

Durante la pandemia, las autoridades sanitarias estuvieron difundiendo mensajes orientados hacia el cuidado. “Cuidando a los demás nos cuidamos a nosotros mismos”, “si me cuido, cuido a mi familia” y otros semejantes. Las empresas, las oficinas públicas, las universidades, las iglesias tuvieron que establecer protocolos para la prevención sanitaria que aún se mantienen, para colaborar en el cuidado de la gente. ¿Es que no se han diseñado los respectivos protocolos para que los partidos políticos y sus candidatos cuiden de la gente que participa en sus movilizaciones? ¿Por qué las autoridades se están comportando de manera tan complaciente ante los riesgos sanitarios que pueden darse en las campañas electorales? ¿O es que para los partidos políticos hay una medida diferente y se les puede permitir lo que les convenga a discreción?

El comportamiento generalizado en las concentraciones de carácter electoral, está manifestando un latente o patente desprecio hacia la gente, cuya salud no importa tanto como sí importan los votos para conseguir o mantener el poder. Importan los votos, mientras que la gente no importa. Esta instrumentalización de la gente muestra el verdadero carácter de los partidos y de sus candidatos, más allá de sus discursos y de sus propagandas. El mensaje es más claro y decisivo en la forma de cuidar o descuidar la salud de la gente, que en el pobre y desgastado discurso que hacen para convencer a la gente.

Hay que entender que un eventual gobierno se manifiesta a sí mismo en la forma como hace las campañas electorales. Esto significa que, así como se hace la campaña, así se gobierna. Si en las campañas se miente, no podemos esperar un gobierno que diga la verdad; si en las campañas se compran los votos, no podremos esperar un gobierno honesto; si en las campañas se utiliza de manera tan grosera a la gente, no podemos esperar un gobierno que sirva a la gente.

Ojalá que estas campañas electorales no tengan efectos de desastre sanitario con nuevos rebrotes de contagios y de muertes, que podían haberse evitado mediante la elemental responsabilidad que el sentido común prevé. Las autoridades tienen que ser parejas con todos. Las actividades electorales tienen que contar con protocolos rigurosos, así como los tienen las demás actividades –económicas, deportivas, universitarias, religiosas, etc.–, para dar un mensaje que se ajuste al tiempo de la pandemia. ¿O a los políticos, de todos los partidos, se les permitirá lo que no se nos permite a los ciudadanos de a pie? Esto abonaría a un mayor desprestigio de la política, que se está manifestando como la actividad del agandalle, del desprecio y del abuso. Y esto prolongaría, aún más, la pandemia y retrasaría la participación ciudadana y las transformaciones que el país necesita. Es de esperarse que las autoridades dejen de ser permisivas y complacientes con quienes dicen que aspiran a servirnos. Y también que los ciudadanos participemos en las actividades electorales de manera cuidadosa y responsable.