2 enero,2024 2:09 pm

Permite el apoyo federal a acapulqueños consumir en restaurantes de la playa

Algunos turistas prefieren comprar a vendedores ambulantes que pasan a ofrecer en sus charolas ceviche y otros platillos

Acapulco, Guerrero, 2 de enero de 2024. Acapulqueños acudieron este lunes a comer mariscos en el popular restaurante La Bomba frente al hotel Las Hamacas después de la fiesta del Año Nuevo y la encargada Jenifer Sánchez Pérez comentó que son los apoyos económicos por el huracán Otis que están permitiendo que los residentes de la ciudad puedan consumir en el restaurante.

Varias mesas y sillas de plástico eran ocupadas por familias y parejas de residentes de la ciudad devastada, quienes disfrutaban de las tiritas de pescado y otros platillos típicos en la tarde del primer día de 2024, en tanto que las olas reventaban en las rocas que sirven de muro y que sirven por igual de base para este puesto de comida.

La Bomba se ubica frente al Fuerte de San Diego y en un punto medio entre el parque de La Reina, donde un señor invitaba a los transeúntes para que asistieran a los reanudados paseos de yate con fondo de cristal a la isla de la Roqueta, y el restaurante 100% Natural, cuyo muelle sobrevivió al paso del meteoro del 25 de octubre, y servía de sombra para los acapulqueños que no pagaron una sombrilla para aguantar el sol.

En esta parte de la avenida Costera paseaban familias de turistas que aún no decidían cómo pasar el resto de la tarde de este lunes y caminaban enfrente de las pequeñas escaleras que descienden al restaurante La Bomba; la ciclovía no impidió que algunos automóviles, entre éstos una camioneta de la Policía Ministerial, se estacionaran en la vía turística.

Una joven mujer picaba pedazos de pulpo con un cuchillo sobre una tabla de madera en una esquina del restaurante y que sería cocinado en unos minutos, mientras otra compañera le asistía con el almacenamiento de los mariscos y la animaba a dejarse tomar una foto para retratar la realización de su trabajo.

La encargada de La Bomba, Jenifer Sánchez Pérez, contó brevemente en la charla que concedió por unos minutos que el huracán afectó al restaurante y destacó en su recuento los daños que sufrieron los refrigeradores que poseían.

Cargando a un bebé, Sánchez Pérez también resaltó la afectación que tuvo la estructura de la cocina, que está del lado derecho del restaurante; por eso ahora reconstruyeron con cemento y tabique, y ya repusieron las láminas como techo, las cuales lograron mantener un clima fresco dentro del negocio.

La encargada indicó que el restaurante volvió abrir sus puertas un mes después del huracán del 25 de octubre y aseguró que sí han llegado comensales porque los recursos económicos que han recibido de la federación les ha permitido también consumir.

En cuanto a la expectativa de turistas, Sánchez Pérez indicó a los pocos clientes que no eran de Acapulco y que estaban a la 1 de la tarde dentro del negocio en el que trabaja, pero consideró que los visitantes si están llegando poco a poco al municipio en esta temporada vacacional.

A unos 50 metros del restaurante La Bomba, cerca del 100 % Natural, otros acapulqueños disfrutaban de unos mariscos frescos que consumían en las mesas de plástico puestas a un costado de la figura del Narciso, y la música de fondo completó su comida.

Estos puestos de comida son algunas de las opciones para acapulqueños, con precios accesibles y que han vuelto abrir después que el huracán Otis afectó a los negocios de Acapulco, lo que paralizó la economía del municipio en las primeras semanas después de la catástrofe.

En la misma área de playa hay algunos restaurantes abiertos, pero que siguen en proceso de reconstrucción, como es el caso de El Anzuelo, que sólo utiliza su área de pasto y playa para recibir a los clientes porque su palapa fue afectada.

De forma contigua, también se encuentra la sucursal de la avenida Costera del restaurante Los Buzos, cuyo reinicio de actividades fue apenas el 16 de diciembre, según el anuncio que publicaron en su página de Facebook.

En un recorrido, los turistas que estaban descansando en esta zona consumían más los productos de los vendedores ambulantes que pasaban a ofrecer en sus charolas con ceviche y demás platillos, que en los restaurantes establecidos.

Texto: Ramón Gracida Gómez