2 junio,2024 8:56 am

Pionera de la inclusión

 

Ciudad de México, 2 de junio de 2024. “Siempre he hecho cosas que me dicen que no puedo hacer”, expresa con firmeza Carolina Rojas.

Al conversar con esta mujer de cabello rubio claro podría pasarse por alto que la única forma en que puede “escuchar” cuando le dirigen la palabra es leyendo los labios. A cambio sólo pide que se le hable más despacio.

En la sala de Cabildo de García, Nuevo León, donde ocupa una silla como novena regidora desde 2021 cargo al que entró de manera independiente, cuenta cómo los “no” nunca la han detenido: no por nada es la primera mujer sorda en ocupar un cargo de elección popular en México, país donde la discapacidad es aún motivo de discriminación.

Oriunda de Ciudad de México, Carolina creció con hipoacusia bilateral profunda, que le ocasionó la pérdida de audición en ambos oídos desde muy pequeña.

Su diagnóstico, sin embargo, llegó hasta adolescente debido a la falta de recursos en casa.

“Yo era una niña que mandaban a la escuela, pero no hacía nada”, cuenta la mujer hoy de 49 años, tez blanca y ojos oscuros.

“Era la niña de los mandados”.

Pasó su infancia sin saber que tenía un problema de audición, transitando entre incertidumbre, frustración, falta de comprensión y burlas.

Hoy reflexiona que quizá su madre sospechaba algo, pues le hablaba mirándola fijo a la cara, le hacía señas y la tarea, lo que le permitía avanzar en la escuela.

Pero murió cuando Carolina tenía 8 años. La cambiaron de escuela y los nuevos profesores cuestionaron por qué no hablaba bien, ni leía, ni escribía.

“Cuando me preguntan: ‘¿Cómo aprendiste a hablar?’, digo: ‘No sé'”, confiesa con un lenguaje claro.

“Sólo recuerdo que para todos yo era la culpable de mis siete hermanos. Un día pensé: ‘Tienes que aprender a hablar’, ‘tienes que defenderte de ellos'”.

Aprendió a leer los labios desde pequeña y, al llegar a sexto grado, sabía leer, sumar, restar y escribir. Mal y con mucho esfuerzo, indica, pero lo hacía.

Que Carolina haya aprendido a comunicarse por sí sola ha sorprendido a médicos, relata, e incluso han puesto en duda si en verdad tiene pérdida auditiva, ya que la audición es clave para el desarrollo del lenguaje y los niños con sordera suelen requerir de auxiliares, implantes o terapias para poder hablar.

“La vida en discapacidad siempre es más difícil”, apunta la funcionaria, quien vivió burlas por su pronunciación desde pequeña y fue etiquetada de “burra” por su abuela.

“Nosotros terminamos siempre amoldándonos a las personas sin discapacidad. Tenemos que esforzarnos y dentro del camino, vamos enseñándoles”.

Los “no” que Carolina ha recibido son tantos: uno de ellos afirmaba que nunca podría trabajar.

De tal forma que conseguir la regiduría en un país donde sólo el 30 por ciento de la población con discapacidad está activa en el mercado laboral y el 49 vive en la pobreza, podría verse casi como un acto de sublevación.

 

* * *

Carolina era adolescente cuando tuvo uno de sus primeros acercamientos a un sentido de pertenencia.

En ese entonces vivía en el populoso barrio de Tepito, en la Ciudad de México.

“Ahí veo una escuela de sordos, donde hablaban con las manos y no movían la boca”, se acuerda.

“Pero mi papá dijo que no (podía asistir), porque ‘se veían mal’. La discriminación es algo que se vive desde la familia, pero porque no tienen las formas, no saben”.

Nacida el 13 de julio de 1976 en la delegación de Tlalpan, no la dejaron estudiar más allá de la primaria y se quedó en casa para aprender las labores domésticas.

Por insistencia de la familia materna, a los 16 años la llevaron al Hospital Militar de la Ciudad de México para averiguar si tenía algún problema de salud.

“Hipoacusia bilateral profunda”, leyó en el papel, y recuerda: “No sabía qué significaba. Nada más lo leí y dije: ‘Cuando menos, ‘burra’ no soy'”.

No sabe ni cómo, confiesa, pero consiguió su primer empleo a los 17 en un puesto administrativo, donde logró ocultar por un tiempo la sordera.

Se casó a los 19 años porque era “lo que seguía”, tuvo un hijo y, a los 22 años, se mudó con su abuela paterna a Nuevo León, donde encontró una sociedad muy diferente.

“Aquí aprendo bien la lengua de señas, comienzo a comunicarme mejor, terminé la secundaria y la preparatoria”, relata la mujer.

Pusieron una lavandería y Carolina construyó una vida reservada, algo que procura aún, sobre todo al compartir sobre su familia.

Tenía poco aquí cuando la operaron por dos quistes en el cerebro. Una cirugía difícil que tomó con humor, por lo que le pidió al médico que “de una vez me acomoden los oídos”.

Su acercamiento a la política comenzó con iniciativas vecinales para lograr cambios como poner un techo en la escuela donde estudiaba su hijo.

“Lo que nunca jamás había hecho: me fui metiendo más a la comunidad”, comparte la hoy regidora.

Se dio cuenta cómo entre ciudadanos existen muchas demandas, pero poca información para canalizarlas. Y su interés por las leyes la llevó a involucrarse cada vez más, con juntas de vecinos y trámites municipales, dándose a conocer en el municipio de García.

Hasta que llegó la pandemia del Covid-19. El cubrebocas la dejó sin “escuchar” de nuevo y el miedo a enfermarse la orilló a aislarse por completo.

“Imagínate”, apunta. “¿Qué hace una mujer sorda en un hospital donde nadie sabe usar la lengua de señas?”.

La realidad, destaca, es que no todas las personas con sordera pueden hablar, leer o escribir el español. Al final fue una experiencia de ese tipo, en la que dos amigas suyas murieron incomunicadas, lo que la convenció de aceptar la propuesta de integrar la planilla ciudadana del entonces candidato independiente para la Alcaldía de García.

“Tengo que hacer algo para visibilizar la comunidad”, pensó.

El proceso electoral del 2020-2021 fue el primero en que el INE emitió medidas afirmativas para la inclusión en candidaturas de grupos históricamente discriminados: personas LGBT+, con discapacidad e indígenas.

Durante la campaña se enfrentó a algunos actos de discriminación, término que no le gusta usar porque considera que mucho es debido a la falta de información.

Se acuerda, por ejemplo, que la querían excluir del cierre de campaña porque iba a haber un grupo musical y “¿para qué vas, si no escuchas?”.

“Los sordos cantan, los sordos bailan”, enfatiza Carolina. “Lo único que no hacen es oír”.

 

* * *

En las sesiones de Cabildo suele haber un intérprete de señas mexicana que apoya a la regidora en la comunicación.

Uno de ellos es Raúl Ángel Guerrero, quien conoce a Carolina desde el 2012 cuando llegó a la Universidad Tecnológica Santa Catarina para aprender el lenguaje con su hijo.

“Al principio yo tampoco creía que tuviera tanta pérdida auditiva porque se comunicaba muy bien mediante la lengua oral”, comparte el intérprete, quien reconoce en la regidora su inteligencia, empatía y atención por las personas, así como apoyo a la población sorda.

“Con el paso del tiempo empecé a darme cuenta que, lejos de ver sus limitantes, resaltan más sus habilidades”, añade, “tan es así que hoy puede hacer trabajos que pareciera que cualquier otra persona no hace si es sorda”.

A la regiduría Carolina llegó con nulo conocimiento del tema.

Pronto se apuntó a la Licenciatura en Derecho, que sigue estudiando en la Universidad Ciudadana.

También comenzó a prepararse con apoyo de la Federación Mexicana de Sordos (Femesor) y la Coalición de Personas Sordas (Co-PeSor), que le aseguraron que ella es la primera mujer sorda en ocupar un puesto político en México.

Aunque ha habido algunas candidatas con sordera, ella es la primera en asumir el cargo.

“Estaban más emocionados que yo”, se acuerda Carolina, quien es una presencia activa en las marchas del Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

Llegó con expectativas y el deseo de cambiar la realidad de esta población, pero pronto se dio cuenta que no es tan fácil como creía.

Si bien agradece que le han abierto puertas y no siente que la hayan “encasillado” como persona con discapacidad, reconoce que falta mucho para la inclusión.

“Cuando estás dentro te das cuentas que no se puede, es muy complejo”, indica con frustración.

“Se habla de presupuestos, de espacios, de prioridades”.

De hecho, apunta, conseguir intérpretes de lengua de señas no es tan sencillo. No existen suficientes profesionales y hay quienes asumen que ella no lo necesita.

En las sesiones de Cabildo, los demás regidores a veces se interrumpen unos con otros sin reparar que eso complica la comprensión de su compañera.

Y le ha tocado que los mismos ciudadanos, al enterarse que los recibe una regidora con discapacidad, de inmediato preguntan: “¿No hay nadie más?”.

Comparte: “Al inició lo tomé personal y decía ‘¿Dónde renuncio?’.

“Tuve que entender que no vas a cambiar las cosas. Ni en un año, ni en dos, ni en tres. Necesitamos educar primero y si uso la palabra ‘educar’, mucha gente se ofende”.

La falta de información sobre la discapacidad la ve desde el momento en que las personas no conocen sobre la sordera.

En su caso, de niña tenía restos auditivos que le permitían darse cuenta cuando pasaba el tren o su padre llegaba a casa en el carro.

Pero los perdió con los años.

Su habla la perfeccionó con el tiempo y mucha ayuda de su hijo, quien apenado porque se burlaban de la pronunciación de su madre, le fue enseñando a mejorar.

“Hay mucha capacidad”, indica la regidora, “pero nos falta la oportunidad y el espacio”.

El Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Nuevo León indica en su sitio de internet que 30 de los candidatos de este proceso electoral se identifican con alguna discapacidad.

 

* * *

Tras vencer el cáncer de ovario en dos ocasiones, a los 36 años, Carolina se propuso hacer otra de las cosas que le decían que no podría: correr.

“Me dieron la lista trágica de por qué no debía hacerlo, pero yo dije: ‘Voy a correr'”.

Se unió a un grupo de corredores y comenzó de a poco, primero en un parque y después en la calle, venciendo el miedo a todo lo que pudiera pasar por no escuchar.

“¿Qué tenemos que hacer?, demostrar que sí podemos”, apunta la regidora, quien ha participado en carreras y su próximo reto es correr un maratón.

“Como sociedad falta muchísimo por aceptar, por poner atención, por querer conocer, que nos conocieran un poquito más y sobre todo, que nos den los derechos”.

Uno de sus mayores pasatiempos es leer. Le encanta el diccionario y no lo dice de broma: fue su puerta a la comprensión del mundo y para mejorar su lenguaje.

Su hermano Hugo, a quien Carolina le agradece mucha de su tenacidad, la mandaba a consultar este libro cada que ella preguntaba por el significado de una palabra.

“Él siempre decía, ‘Si te dicen que no, tienes que ir a buscar quién te diga que sí'”.

Cuando otros niños en la escuela se burlaban de ella, su tía Eréndira Rojas la defendía. Con una diferencia de edad mínima, se criaron prácticamente juntas y recuerda que desde niña su sobrina ha sido curiosa, independiente y en busca de ayudar a otros.

“Estoy segura que ella logró estar ahí no nada más por ella: lo hizo por ayudar a personas con discapacidad, que tengan esa ayuda que ella no tuvo”, comparte la mujer.

“Para toda la familia es un gran orgullo”.

Como regidora, cuenta Carolina, una de sus principales luchas ha sido la educación de niñas y niños con discapacidad auditiva.

En marzo del 2023 se unió a un partido político en busca de incidir más en su lucha y desea seguir en García, donde hay gran población de menores con discapacidad.

Si bien reconoce que existen cada vez más oportunidades para que las personas de esta población puedan acceder a los mismos derechos, considera que la sociedad aún necesita tomárselo más en serio y que ellos deben esforzarse al doble que quienes no tienen discapacidad.

Al destacar que también es la primera mujer de los 120 nietos en su familia, enfatiza que acepta compartir su historia para que todas las personas con discapacidad sepan que así como ella llegó a donde está, otros también pueden. En especial las mujeres.

“O sea, sí me gusta ser la número uno”, expresa riendo y después añade con seriedad: “Me gustaría que alguien más esté, que sea mujer. Eso es importante”.

 

Texto y foto: Agencia Reforma