16 noviembre,2021 5:38 am

Pobreza, marginación y encuentro trilateral

Abelardo Martín M.

 

Sin el boato de otros tiempos de aviones privados, viáticos suntuosos y grandes comitivas, en línea comercial como acostumbra y con el tiempo justo, como quien tiene infinitos pendientes, el Presidente Andrés Manuel López Obrador viajó a Nueva York, para encabezar la reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, en este periodo en que México fue elegido para presidir ese organismo internacional.

Esta misma semana tendrá de nueva cuenta un encuentro con los mandatarios de Estados Unidos y Canadá, Joseph Biden y Justin Trudeau. Aunque la agenda es perfectamente clara, los objetivos de cada mandatario están determinados, obviamente, por la realidad de cada uno de sus países y como en ningún otro caso, las diferencias entre Canadá, Estados Unidos y México, tienen un abismo de diferencia, en todos los aspectos.

En su reciente viaje a la Organización de las Naciones Unidas, López Obrador expuso un plan mundial, de fraternidad y bienestar, tan vasto como sencillo, para enfrentar la pobreza y la desigualdad que aquejan al mundo, no sin antes criticar más como reflexión que como ataque, en su propia sede, a la ONU.

“Es necesario que el más relevante organismo de la comunidad internacional despierte de su letargo y salga de la rutina, del formalismo; que se reforme y que denuncie, combata la corrupción en el mundo, que luche contra la desigualdad y el malestar social que cunden en el planeta con más decisión, profundidad; con más protagonismo, con más liderazgo”. El objetivo planteado es eliminar la pobreza extrema en el mundo, mediante la dotación de un ingreso a las personas que viven con menos de dos dólares, unos cuarenta pesos, por día.

Antes de la pandemia, las estadísticas internacionales calculaban en esa franja a una población cercana a los 700 millones de personas. El impacto de las medidas restrictivas tomadas ante la emergencia derivaron en un crecimiento de ese segmento en todo el planeta, que los cálculos más pesimistas sitúan en cerca de 100 millones de individuos más. Eso mismo ocurrió en México, proporcionalmente.

La consideración del Presidente es que para garantizar el derecho a una vida digna de 750 u 800 millones de personas ubicadas en la miseria se requiere un fondo de un billón de dólares, cantidad que podría reunirse si se obtiene la contribución voluntaria del cuatro por ciento de las fortunas de las mil personas más ricas del planeta y otro tanto proveniente de las mil corporaciones privadas de mayor valor en el mercado mundial, además de una aportación de los países que conforman el G-20, el grupo que conjunta las mayores economías del mundo, del 0.2 por ciento de su Producto Interno Bruto.

“Nunca en la historia de esta organización se ha hecho algo realmente sustancial en beneficio de los pobres, pero nunca es tarde para hacer justicia; hoy es tiempo de actuar contra la marginación atendiendo las causas y no sólo las consecuencias”, argumentó el mandatario.

López Obrador fundamentó su reflexión en el pensamiento de Franklin Delano Roosevelt, el presidente de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, de hacer realidad una vida libre de temores y miserias, como base de la seguridad para todas las sociedades y los estados. Sostuvo que los problemas de pobreza y desigualdad, migración y violencia, no se han podido superar a nivel internacional a causa de la corrupción, fenómeno al que señaló como el principal flagelo del mundo.

En congruencia con ello, detalló que en su plan los recursos serían distribuidos de manera directa, sin intermediación, en rubros como becas, pensiones para adultos mayores, niñas y niños con discapacidad, además de sembradores, jóvenes, vacunas y medicamentos gratuitos, a partir de un censo a realizarse con la colaboración del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), sin generar estructuras burocráticas.

Se entiende que las potencias no sólo no se adhieran, sino rechacen tajantemente propuestas como la presentada por López Obrador. De hecho, el representante ruso contestó de inmediato que el Consejo de Seguridad no es foro para estos temas, posición respaldada por China, según reportes periodísticos.

Lo novedoso habría sido lo contrario. El Consejo de Seguridad de la ONU se conformó como el grupo en que las grandes potencias del mundo concilian posiciones e intereses para asegurarse de no terminar peleando en una guerra; poco les interesan los temas pobreza, justicia o desigualdad, mientras no se afecten sus intereses. Se mantiene el status quo, que es justo lo que se necesita cambiar en el mundo y en México.

Pero no estuvo mal hacer el intento, más vale que voces como la del Presidente de México se escuchen en esos foros y quede el antecedente. Ahora, se ha anunciado que en unos días se llevará a cabo en Washington una cumbre con los mandatarios de los países que integran el nuevo tratado comercial de América del Norte, y la ocasión debe servir para reiterar las posiciones del gobierno de México, en corto, y ante los líderes de las naciones con las que tenemos mayores tratos.

Entretanto, en nuestro estado el nuevo gobierno local intenta acomodarse y desplegar sus programas, pero ha tenido que poner el énfasis en los temas de seguridad, y en los operativos denominados “refuerzo”, para disminuir la criminalidad.

No es para menos. Antes y después de que la gobernadora Evelyn Salgado asumiera el cargo, la violencia se había recrudecido en la entidad. Nada menos, el pasado fin de semana dejó una estela de una decena de asesinatos. Muchos temas urgen, pero abatir la violencia es, literalmente, una cuestión de vida o muerte. El tiempo corre y la esperanza de cambios disminuye, conforme crece la necesidad de crear realidades en vez de percepciones.