12 noviembre,2022 5:22 am

Polarización social deviene confrontación violenta

Héctor Manuel Popoca Boone

 

Como Gobernador Moral de Guerrero, extiendo mi reconocimiento, al C. MASEDONIO MENDOZA BASURTO, único diputado local guerrerense en pronunciarse y emitir su voto parlamentario en contra de legalizar la militarización del gobierno civil en México. Es un digno emulo del prócer Belisario Domínguez.

 

Preocupante es en verdad, el grado de polarización rijosa social que está aconteciendo en México. A resultas de la exacerbada polémica de divergencias acerca del rumbo que debe dársele a nuestro lacerado, saqueado y empobrecido país. Hay partidos, gobernantes, legisladores, políticos y grupos civiles vueltos antagónicos, en las diversas interpretaciones sociales, económicas y políticas de nuestra realidad nacional. Dichas discrepancias son normales y son propias de una democracia plural que, con todos sus peros, es la forma menos imperfecta y sangrienta de gobernar, con alternancia en el poder; sometiendo a las armas, al acatamiento del ordenamiento civil. No podemos negar que la historia de México, es una gran zaga de violencia, misma que actúa como partera ineludible de las revoluciones sociales que hemos tenido.

Lo insólito, en el caso que nos ocupa, es que hoy una de las partes beligerantes es encabezada por el propio presidente de la República, gobernante de todos los mexicanos. Éste se ha incorporado a la riña pública, con todo el poder que le otorga la estructura gubernamental federal que está bajo su responsabilidad. Por otra parte, la antípoda, también es capitaneada, personalmente, por conspicuos potentados empresariales, con todo el poder que obtienen de un sistema capitalista nacional de corte oligárquico.

Ambas partes, para conquistar adeptos, despliegan todos sus artificios de persuasión popular, sobre una población que en su mayoría es pobre, acusa gran desigualdad social y bajo nivel educativo. La cohorte de panegiristas, calumniadores, difamadores y engañabobos profesionales, es vasta en ambos lados; sin faltar el coqueteo con las fuerzas armadas; iglesias y grupos de la delincuencia organizada, para sumarlos activamente a sus filas. En la política, como en la guerra, en la religión y en el amor, la historia nos enseña que todo se puede valer sin ningún escrúpulo; hasta poner a la misma especie humana al borde de su extinción.

Los poderosos contendientes tratan de incrustar en el imaginario de la mayoría del pueblo, el repudio de todo aquello que representa peligro para sus muy particulares intereses de grupo. Para después, contando ya con el respaldo popular alienado, proceder a nulificar a sus adversarios con destierro, encierro o entierro. Esas fueron las nefastas enseñanzas de Hitler, Mussolini, Stalin, Pol Pot o Pinochet; entre otros variados genocidas.

Para eso, fue necesario llevar al pueblo a un estadio de sectarismo y fanatismo tal, que ofuscara sus mentes y quedaran incapacitados para discernir y razonar según su libre albedrío. En la actual polarización que se está dando en la sociedad mexicana, las partes contendientes están ansiosas de contar con suficientes adeptos y pueblo alelado. La polarización fue incubada en estos últimos cuatro años, la confrontación violenta está en ciernes.

El primer blanco de batalla para el embate ideológico es el apabullamiento mediático, visual, oral, auditivo y escrito, de las personas que se consideran adversarias. De lo que se trata es de evitar oír razones, reflexiones o argumentos del discrepante. Se trata de ridiculizarlo y reducirlo al mínimo de su personalidad. Denostarlo y advertirle: Estás conmigo o contra mí. No hay matices, solo extremos.

Los propagandistas oficiales y profesionales especializados de ambos lados, trabajan febrilmente en acallar voces, silenciar verdades, ocultar realidades, opiniones y reflexiones. Aplastar a cualquier costo un diálogo razonable. La calumnia y la difamación, real o ficticia, está al orden del día. Los medios electrónicos de difusión masiva y las plataformas digitales están teniendo un rol fundamental en esta gran ofensiva propagandista de aniquilamiento moral de personas. Y si para eso, menester es exhibir calzones sucios ajenos, supuestos o reales; no hay empacho en realizarlo.

“Conservadores, fifís, ricachones, corruptos, clasistas, hipócritas, saqueadores, aspiracionistas…” son parte de los misiles de descrédito que el propio presidente de la República endilga públicamente a sus adversarios. Por su parte, los de enfrente, comandados por el poderoso empresario, Claudio X González, el ex presidente Felipe Calderón y otros agazapados, no bajan a AMLO de alienado, populista, corrupto, mentiroso, soberbio, comprador de conciencias de chairos, de mesías tropical, reeleccionista, …

Lo cierto es que nunca antes, algún presidente de la república había sido tan vilipendiado públicamente, como el actual. También es verdad que él ha dado motivo para ello, por su tendencia a la adjetivación peyorativa general. En contrapunto, el egoísmo y avaricia de los otros, es proverbial.

Paremos esta escalada irracional, antes de que sea demasiado tarde. Cordura y diálogo, no denostación; es lo que se le pide a los de razón. Altura de miras y el interés por un México próspero, plural y con equidad social, es lo que debe prevalecer en nuestro horizonte.

 

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