27 diciembre,2019 5:42 am

Política y Navidad (II)

Jorge Camacho Peñaloza

Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio: Papa Francisco

En estas fechas intento reflexionar sobre la política desde otro enfoque, más allá de la política real, es decir, más allá de lo que comúnmente entendemos de la política: que es una actividad que tiene como centro el poder, en la que entran en juego intereses que se enfrentan, ambiciones que chocan, ideologías que separan, es decir, definida como la lucha por el poder, cuyo motor es el disenso, el desacuerdo, las diferencias, la confrontación entre grupos acerca de asuntos públicos, los cuales mediante la política logran establecer un equilibrio de poder, que no equitativo, pero que les permite mantener una cohesión que beneficia más a los que más poder tienen.

Al tener como contexto la confrontación, la división, a veces el exterminio y las diferencias irreconciliables, política es una actividad que obviamente no garantiza la igualdad ni la equidad, la justicia, la unidad, la verdad, es en realidad desequilibrante, de ahí que en el planeta unos cuantos concentren la mayor parte de la riqueza y una gran mayoría viva en condiciones de pobreza, que es el indicador irrefutable de la injusticia y falsedad de la política.

Autores como Maquiavelo, Locke y Schmitt fundamentan que la política se da entre adversarios que buscan imponer sus intereses a toda costa, incluyendo estrategias poco éticas y hasta la guerra, partiendo de que el hombre tiende a la maldad por naturaleza y que por eso se necesita de un poder superior que lo contenga y someta. ¿Acaso será verdad que la mayoría de la tierra está gobernada por el mal como le dijo satanás a Jesús en los 40 días qué pasó en el desierto?

Así practicada la política tiene como incentivo la codicia de tener más que los demás, el poder por el poder para imponer a los demás los intereses propios, los privilegios para tener sin merecer, el prestigio para ser admirado aún sin poseer cualidades, todo lo cual hace imposible propugnar la equidad, la justicia y el bienestar colectivo a través de la política, es entonces cuando la política se transfigura en poder, cuando es usada como disfraz del poder, cuando es asaltada por el poder, cuando pierde su esencia de actividad generadora de acuerdos, de consensos y coincidencias para la preservación del cuerpo colectivo en beneficio de cada individuo.

Así la política, es un hecho que está en crisis, que se le considera una actividad dañina a la sociedad, corrupta, falsa, generadora de problemas, que es para ambiciosos y falsos, se le ha satanizado tanto que hasta dictadores como Francisco Franco llegaron a decir que salvarían a la sociedad de los políticos, o como Fidel Castro que dijo que el no era político sino revolucionario. La política ha caído en desgracia, se ha ganado mala fama y a pulso, hasta la han convertido en un show, algo se tiene que hacer para que se gane la credibilidad y el respeto de la sociedad.

En esta época pareciera que la Navidad logra que la política haga un impasse, logra hacerla a un lado, la enfría, para dar paso a la búsqueda del encuentro, de la amistad, del perdón, de la sonrisa, la generosidad, la caridad, del dar más que recibir ¿que tendría entonces que pasar para que la política deje de estar incentivada por la codicia, el poder por el poder, los privilegios y el prestigio e impere el encuentro y la generosidad en la humanidad ?

La respuesta tendría que ser fomentar todos los días los mismos sentimientos y comportamientos que brotan en la navidad en toda la sociedad, en la familia, la escuela, la fábrica, el centro de trabajo, el gobierno, en los medios de comunicación, sobre todo que la política se transfigure en bondad  y solidaridad para que haya menos pobreza, injusticia y sufrimiento en la sociedad.

Vuela vuela palomita y ve y dile: A ese Camacho que yo sé cómo hacer que la política cambie, pues no quitando el arbolito de Navidad, así practicaríamos todos los días la generosidad.