7 agosto,2024 5:57 am

¿Poner la agenda?

Rubén Aguilar Valenzuela

Una de las grandes habilidades de los presidentes y primeros ministros populistas es poner la agenda de la discusión mediática Los ejemplos son muchos, entre ellos el presidente López Obrador, que lo hace muy bien.
Los populistas, de izquierda y de derecha tienen características personales muy semejantes y también formas de hacer política y de comunicarse que les son comunes.
Su capacidad para fijar la agenda mediática pasa por la forma de comunicarse: estridencia, dicharacheros, ocurrentes, fraseo ingenioso y el uso del lenguaje popular.
Y también por el contenido de sus intervenciones que suelen ser muy atractivas mediáticamente: exageraciones, mentiras, insultos, descalificaciones y fantasías.
La combinación de forma y contenido generan una “explosión” mediática que los medios recogen. Los populistas así imponen agenda.
A lo largo de seis años en su comparecencia mañanera diaria, López Obrador, como buen populista y con mucha habilidad, ha impuesto la agenda. Los periodistas saben que no habrá información, pero sí nota mediática “atractiva”.
Hasta ahora, todo puede cambiar, la lógica del poder es muy poderosa. La presidenta electa no ha recurrido a la forma y contenido de la comunicación propia de los populistas.
En cambio, su líder y mentor, López Obrador, es un ejemplo paradigmático claramente a nivel de América Latina, pero también del mundo.
La comparecencia diaria, que anunció tendrá todos los días la presidenta Sheinbaum, que asume el cargo a partir del primero de octubre, puede ser muy desgastante para ella.
Su figura y manera de ser no son atractivas mediáticamente. Se proyecta como una persona racional y fría, que no genera empatía y tampoco emociona. Para ella lo importante son los resultados de la acción de gobierno, que no son siempre atractivos o comprensibles para el público general.
Una posibilidad es que sus intervenciones mañaneras, que todavía no queda claro si serán discursos de “campaña permanente” o reales conferencias de prensa, se vuelvan intrascendentes mediáticamente.
Esto puede resultar que deriven en un ejercicio aburrido y poco atractivo e interesante para los medios de comunicación, que siempre lo que buscan es la “nota”, incluso algo riesgoso para ella.
La presidenta debe protegerse y no arriesgarse a la crítica a la que ella misma puede dar lugar por su manera de ser. No intentar ser una figura mediática protagónica puede resultarle una virtud apreciada por la ciudadanía.
El protagonismo mediático intensamente buscado por López Obrador, desde que era jefe de gobierno de la Ciudad de México, es algo acorde con su personalidad y manera de ser.
Considero que lo mejor, lo más democrático, es que la presidenta designe a un portavoz profesional de la comunicación que a nombre del gobierno comparezca todos los días ante la prensa.
Las sociedades de mayor tradición democrática tienen portavoz y en el caso de los regímenes parlamentarios europeos suelen tener rango de ministro.
Para mostrar que tiene un estilo propio puede dejar atrás las mañaneras y hacerse de la figura de un portavoz, veremos si se le sale la apuesta para mantener la comunicación y agenda insaturada por López Obrador o se le revierte.

@RubenAguilar