10 febrero,2022 3:30 pm

Presenta la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide retrospectiva en París

 

Ciudad de México, 10 de febrero de 202. La Fundación Cartier de París exhibirá la primera gran retrospectiva en Francia de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, para quien la cámara le ha servido ante todo como pretexto para conocer la vida y el mundo.

Iturbide se inició en la fotografía de la mano de Manuel Álvarez Bravo (1902-2002), contemporáneo y amigo de gigantes como el francés Henri Cartier-Bresson.

Álvarez Bravo fue la encarnación en México de un estilo de fotografía documental y humanista, basado en la rigurosa observación de los ritos populares, las personas en situación de pobreza y los cambios que sufría México a lo largo del siglo 20.

Iturbide empezó acompañándolo durante los años 70 por todo el país, pero pronto tomó su propio camino.

Es autora de obras clásicas de la fotografía contemporánea, como su fotos sobre los seri en el desierto de Sonora o su libro Juchitán de las mujeres, sobre un pueblo de Oaxaca.

También es autora de obras logradas tras años de deambular por el mundo, como su serie sobre India en colaboración con Sebastiao Salgado.

A punto de cumplir 80 años desembarca en París poco después de pasar más de un mes en las Islas Canarias y Barcelona. Infatigable, está conmovida por el espectáculo de la erupción del volcán de La Palma.

“He tenido mucha suerte”

“Para mí las fotos son la manera de conocer el mundo. Y pasas del ser humano al paisaje. Y ahora el principio del mundo”, evoca.

“Sentir como rugía el volcán… Me sentía como Darwin”, explica con tono fascinado en compañía de uno de sus hijos, el arquitecto Mauricio Rocha, quien diseñó la exposición parisina.

El nombre de la retrospectiva es Heliotropo 37 y presenta más de 200 imágenes en blanco y negro, y excepcionalmente, una muestra de su último trabajo, fotos en color de una cantera mexicana.

Heliotropo 37 es la dirección de su estudio en Coyoacán, en la Ciudad de México, donde ha pasado buena parte de la pandemia encerrada y ordenando y catalogando medio siglo de sus dedicación a la fotografía.

“Para ser buen fotógrafo hay que tener pasión y disciplina, nada más. Y puede ser a la vuelta de tu casa si quieres. Pero claro, si quieres conocer el mundo y tienes una cámara, es maravilloso”, explica la fotógrafa.

“La verdad que he tenido mucha suerte porque siempre he ido a lugares que me invitan, siempre he tenido guías”.

Medusa indígena

El pintor Francisco Toledo la convenció a finales de los 70 de emprender un viaje por los pueblos indígenas de Oaxaca.

Una de sus fotografías icónicas es Nuestra señora de las iguanas, tomada en el Istmo de Oaxaca en 1979. Una mujer con iguanas en la cabeza, como una Medusa indígena que pareciera sacada de una novela del realismo mágico.

Un término con el que Graciela Iturbide no se identifica.

“Mi trabajo no tiene una intención surrealista”, explica enérgica. “Es así la vida en México. Me encanta la parte prehispánica, me gusta el mestizaje, me gusta ser mestiza”.

Como fotógrafa, recordó, trabajó en zonas indígenas, donde todas las mujeres la ayudaron.

“Ellas me cuidaban. Vivía con ellas en su casa. Los hombres, muy finos, me llevaban muchas veces a su camioneta donde fuera. Pero a distancia. En mi caso, ser mujer me trajo más facilidades (que inconvenientes).

“Siempre me presenté como fotógrafa. La gente me acepta y ya tengo una complicidad para poder trabajar con ellos. A lo mejor si hubiera sido periodista. Pero si la persona no quiere ser fotografiada, pues no la fotografío”.

Ahora la situación es diferente, añade resignada.

“Ya no puedo ir a muchas zonas indígenas por el narco”.

La exposición en la Fundación Cartier abrirá al público en general el sábado 12 y cerrará el próximo 29 de mayo. AFP

Texto: Juan Francisco Betancourt Galindo / Agencia Reforma