7 octubre,2020 3:14 pm

Que le den el Nobel de Literatura 2020 a…

 

Monterrey, Nuevo león, 7 de octubre de 2020. El escritor regiomontano Luis Panini realizó en estos días recientes un interesante ejercicio en sus redes sociales en torno a los autores y autoras que, a su consideración, deberían obtener el Premio Nobel de Literatura 2020 que será anunciado mañana. Después de la descripción de cualidades, el escritor terminaba con la frase “Que le den el Nobel de Literatura 2020 a” y el nombre del autor.

En total fueron 60 las firmas, muchas de los cuales ni siquiera figuran en las listas de favoritos, pero que a juicio del autor son merecedoras del mayor galardón literario. Con su permiso, se reproduce el recuento.

Panini nació en Monterrey en 1978. Egresado de Arquitectura de la UANL con posgrados en Alemania y Estados Unidos, y con años viviendo en este último país, es autor de libros como La hora mala, Esquirlas, El uranista y La destrucción del amante. El pasado 8 de junio fue anunciado como ganador de Mejor Libro Infantil por el Banco del Libro, de Venezuela, por Una cabeza distinta.

Luis Panini

Durante los últimos días me di a la tarea de compartir en mis redes sociales, aunque con velocidad de gotero, una lista de 60 escritores y escritoras que me gustaría ver agraciados(as) con el Premio Nobel de Literatura, ya sea en este año o en los próximos. La limitación de caracteres me impidió ahondar sobre el trabajo de cada uno(a), pero con pocos pincelazos traté de evocar una idea general sobre el tipo de escritores(as) que son.

Llevo alrededor de 15 años especulando quién lo obtendrá, pero la Svenska Akademien es en extremo impredecible y casi siempre me equivoco. Desde que comenzaron a transmitir el fallo en vivo a través de su página electrónica me he quedado despierto para averiguar el resultado, cosa que no siempre ha sido fácil porque la hora del fallo, donde vivo, siempre es a las 4:00 o 4:30AM. Se trata, sencillamente, de un ritual personal que disfruto mucho.

Es muy probable que el/la ganador(a) no figure en esta lista, aunque el año pasado ahí estuvieron Olga Tokarczuk y Peter Handke. No mentiré: me gustaría escuchar el nombre de alguien que he leído y, sí no es así, no pasa nada, me servirá para descubrir otro registro literario. Este ejercicio es una simple invitación para que se acerquen, descubran, difundan y celebren a todas estas plumas que considero excepcionales y dignas de tal reconocimiento.

Hasta la fecha 101 hombres y 15 mujeres han obtenido el premio. Sería ideal que en 2020 lo obtuviera una mujer. De hecho, sería ideal que premiaran a mujeres durante los próximos 20-30 años para reparar un poco la falta de representación, pero sabemos que eso no sucederá. Mientras tanto, espero que encuentren algo valioso en esta lista y que tengan felices lecturas.

  1. Friederike Mayröcker (Austria)

Pronto cumplirá 96 años y aún escribe. Es austriaca. Durante 70 años se ha mantenido como una de las figuras literarias europeas más arriesgadas y originales. Sus textos vanguardistas han influido a miles. Es una de mis poetas favoritas.

  1. László Krasznahorkai (Hungría)

Susan Sontag lo declaró el maestro húngaro del Apocalipsis. Tiene 66 años y su prosa está plagada de oraciones subordinadas que serpentean con elegancia lírica. Es, también, el mejor novelista vivo.

  1. Kjell Askildsen (Noriega)

Maestro de la narración breve y minimalista de peso. Tiene 91 años. Son tan pocos quienes pueden encapsular las emociones más complejas mediante una prosa en apariencia austera e historias “sencillas”.

  1. Gerald Murnane (Australia)

Vive en medio de la nada, rodeado de polvo y canguros, en una villa con menos de 200 habitantes. Nunca ha viajado fuera de Australia y nadie más conoce mejor su paisaje. Su ficción coquetea con lo autobiográfico y viceversa.

  1. Silvia Baron Supervielle (Argentina-Francia)

Nació en Argentina, pero en Francia, donde reside desde hace 60 años, es una cumbre. Tiene 86 años. Escribe en su idioma adoptivo. Lo que logra comunicar en una estrofa de versos cortísimos es sorprendente.

  1. Lawrence Ferlinghetti (Estados Unidos)

Es leyenda. Ha respirado durante 101 años. Co-fundador de City Lights y autor estadounidense de poemas magníficos que rebasan la realidad mientras describe sus momentos más banales. Considerarlo beatnik es un error.

  1. Carole Maso (Estados Unidos)

Uno de los mejores secretos guardados de la literatura estadounidense. La calidad de su prosa supera a la de tantos consagrados. Sus registros narrativos son tan accesibles, pero algo muy anormal flota en el entrelineado.

  1. Jacques Roubaud (Francia)

Francés, por supuesto. Uno de los miembros más destacados de OuLiPo (único movimiento literario vigente que vale la pena). Empecinado en “descubrir” su propia memoria mientras escribe y “destruirla” cuando queda escrita.

  1. Alexander Theroux (Estados Unidos)

“Polémica” y “políticamente incorrecta” no comienzan a describir su exuberancia lingüística. Su humor negro ha sido señalado como misógino, racista, etc. Uno de los últimos genios vivos. Sus novelas no se reimprimen.

  1. Mircea Cãrtãrescu (Rumania)

La ciudad delirante como síntoma. El deseo de contener el universo entero en un solo libro. Maximalismo vestido de laberinto en un paisaje donde las preguntas no obtienen respuestas y desestabilizan a quien las lee.

  1. Joan Didion (Estados Unidos)

Manitas de canario que han cargado el peso del mundo y un desconsuelo inconmensurable. La que piensa mágicamente. La de las noches azules. Y tanto más. Vida que ha devenido arte con los ingredientes más dolorosos.

  1. Gabriel Josipovici (Reino Unido)

Autor de novelas que estiran el tiempo y de relatos que no son lo que parecen y llevan a sus lectores a finales inesperados después de andar por rutas desconocidas. Ecos de Beckett están atrapados en su obra.

  1. Amy Hempel (Estados Unidos)

La jefa del minimalismo estadounidense siempre debe estar al alcance de la mano. Sus 5 libros de ficción breve contienen una plétora de obras maestras. La precisión de su pluma puede confundirse con la de un bisturí.

  1. Jon Fosse (Noruega)

El peso existencialista de su prosa hace que el mundo desaparezca mientras lo lees. Te confronta con dilemas cotidianos que preferirías evitar debido a las trágicas consecuencias. Es sublime, pero la depresión impera.

  1. Vladimir Sorokin (Rusia)

El chico malo de la literatura rusa. Debido a varias escenas en sus libros ha sido acusado de pornógrafo, inmoral y de estar en contra del gobierno. Para él la literatura son signos tipográficos en papel y nada más.

  1. Scholastique Mukasonga (Francia-Ruanda)

Con una narrativa que conmueve y perturba a partes iguales, sus novelas retratan la tensión entre Hutus y Tutsis que dio pie a uno de los eventos más viles de la historia y que desbarató a una nación.

  1. Chris Ware (Estados Unidos)

Nos enseña que la novela gráfica también puede ser literatura de primer nivel. Su cableado cerebral exhibe los secretos más íntimos de sus personajes. La minuciosa composición de cada una de sus páginas es una obra de arte.

  1. Éric Chevillard (Francia)

Sin duda una de las voces más originales y disparatadas de la literatura francesa contemporánea. Sus libros parecen tomaduras de pelo o alucinaciones. Divertido como pocos, pero sin caer en facilismos cómicos.

  1. Dag Solstad (Noruega)

El noruego más celebrado y admirado por sus colegas. Conocido por su narrativa de tintes oscuros y situaciones incómodas. A ratos experimental. Escribió una novela compuesta únicamente por pies de página.

  1. Adam Zagajewski (Polonia)

No importa si escribe sobre el acto de contemplar la naturaleza o una elegía para lamentar la muerte de un ser querido, este poeta polaco te obliga a detenerte para contemplar la anatomía de un momento.

  1. Peter Sloterdijk (Alemania)

Desde 1950 no se ha distinguido a un filósofo que sea exclusivamente filósofo. Éste ha reinterpretado la historia de la humanidad a través de los espacios que ocupa, dividiéndolos en “Esferas” (Burbujas, Globos y Espumas).

  1. Zadie Smith (Reino Unido)

44 años y no considero que sería prematuro premiarla. Cierto crítico acuñó el término “Realismo histérico” para ningunear su obra y sólo consiguió hacerla más famosa. Sus novelas y cuentos le pueden robar el oxígeno a cualquiera.

  1. Sergio Chejfec (Argentina)

Prosa que se anda por las ramas, meditabunda, imprecisa, lenta y llena de vagabundeos y mensajes inconclusos, pero que provoca un efecto hipnótico y bellísimo, único en la literatura latinoamericana.

  1. Margo Glantz (México)

Autora de una obra vasta y multitemática. Ha reimaginado el mundo desde la silla de un dentista. Cabellos, zapatos y seres náufragos coexisten en una prosa extraordinaria cuya amplitud no conoce límites intelectuales.

  1. Anne Carson (Canadá)

Una vez que muerdes su anzuelo, no te deja escapar. Los libros de esta canadiense te permiten descubrir formas poéticas que no creías posibles. Comienzas siendo una persona y te conviertes en una distinta tras leerla.

  1. Yôko Ogawa (Japón)

La perversidad nunca ha sido más refinada, la crueldad nunca más sutil, pero también deja en la página registros muy emotivos. Su empleo de yuxtaposiciones sentimentales provoca un eco que te persigue al terminar uno de sus libros.

  1. John Barth (Estados Unidos)

Máximo exponente del posmodernismo estadounidense. Nadie ha llevado tan lejos la metaficción como lo ha hecho él. Se trata de un autor lúdico, muy exigente y cerebral, pero una vez que accedes a él la recompensa es enorme.

  1. Patrik Ouøedník (República Checa)

Checo avecindado en Francia cuya propuesta explora las posibilidades de la intertextualidad. Para ello reescribió la historia del s. XX de forma satírica. Mezcla géneros en libros que resultan ser anti-novelas.

  1. Lyudmila Ulitskaya (Rusia)

Su narrativa cuenta con esa potencia que ha convertido a muchos rusos en clásicos, pero la forma en que construye los perfiles psicológicos de sus personajes no tiene nada que ver con la tradición de sus predecesores.

  1. Thomas Pynchon (Estados Unidos)

El Big Daddy del maximalismo, el que te fríe el cerebro. Nadie escribe diálogos más cómicos. Leer una de sus novelas debería ser recompensado con una medalla. La mayoría perece en el camino, sin llegar a la orilla opuesta.

  1. Steven Millhauser (Estados Unidos)

Amo y señor del relato. La imaginación de este estadounidense debería ser declarada patrimonio nacional. Los terrenos estrambóticos que su mente visita desdibujan la línea delgada entre la realidad y la fantasía.

  1. Louise Glück (Estados Unidos)

Durante más de medio siglo ha trazado rutas líricas que incontables poetas hoy favorecen en EE.UU. En sus poemas es posible distinguir una lengua escondida dentro de otra, apenas asomándose para crear un efecto muy singular.

  1. Ben Marcus (Estados Unidos)

A veces no se trata de reconocer una trayectoria, sino de premiar la dirección que una obra está tomando. Sus textos existen en un plano original, inexplorado y perturbador, como el relato del niño que les dice a sus padres que no los ama.

  1. Joy Williams (Estados Unidos)

No se quita los lentes oscuros. Conduce una Ford Bronco. Nunca ha tenido computadora ni correo electrónico. Su teléfono celular es arcaico. Es, posiblemente, la mejor cuentista con vida que retrata como nadie más la “experiencia americana”.

  1. Frank Bidart (Estados Unidos)

Bucear en los fondos del alma humana significa explorar sus regiones más oscuras y este poeta sabe cómo hacerlo. Sus dotes ventrílocuas le han permitido apropiarse de la voz de una mujer anoréxica o de la de un asesino de niños.

  1. Alexander Kluge (Alemania)

Reconocido autor alemán de cientos de relatos que diseccionan con ojo clínico y versátil (a veces parecen reportajes, a veces fusiona la realidad con la ficción) las vicisitudes que aquejan a la sociedad contemporánea.

  1. Deborah Eisenberg (Estados Unidos)

Sus cuentos, invariablemente de largo aliento e impredecibles, son algunos de los más comentados en círculos académicos porque despliegan un conocimiento exquisito sobre la condición humana y una inteligencia envidiable.

  1. Mario Bellatin (México)

Hombre y fantasma. Creador de un universo hermético y autosuficiente. Su escritura trasciende lo literario. Autor de 2 o 3 libros, pero fragmentados en más de 40. Su obra no tiene paralelo y su cuerpo no debería proyectar sombra.

  1. Péter Nádas (Hungría)

Este gigante húngaro ha meditado sobre la mortalidad frente a un árbol mientras registraba sus cambios sutiles entre estaciones, también describió durante 60 páginas una de las escenas sexuales más explícitas en la historia de la literatura.

  1. Yuz Aleshkovsky (Rusia)

Escritor ruso exiliado en Estados Unidos. Su narrativa, que favorece voces vernáculas y expresiones idiosincráticas, padeció censura debido a su vena satírica y situaciones obscenas. Hacen falta más escritores de esta calaña.

  1. Harryette Mullen (Estados Unidos)

La obra de esta poeta es escasa, pero su efervescencia lingüística y peripecias fonéticas, aunadas a la exploración de su identidad en poemas compactos que admiten múltiples lecturas, la han convertido en una de las más respetadas.

  1. António Lobo Antunes (Portugal)

Gracias a su formación académica como médico psiquiatra ha escudriñado con maestría literaria las pasiones y obsesiones que gobiernan a sus personajes, quienes tratan de encontrar su lugar en un mundo indiferente.

  1. Joyce Carol Oates (Estados Unidos)

Ser mitológico: mitad mujer, mitad máquina de escribir. Le obsesionan las mentes retorcidas. Sus escenarios son sitios donde la tragedia es lugar común y nos ofrece un retrato muy desolador de la naturaleza humana.

  1. Cormac McCarthy (Estados Unidos)

Su dominio narrativo le permitió realizar una transición estilística en extremo arriesgada -de lo barroco a lo minimalista- en la última etapa de una carrera brillante que ha retratado la violencia de forma muy gráfica.

  1. Menchu Gutiérrez (España)

La belleza de su escritura bordea con la prosa poética. Leerla da la impresión de estar mirando una nebulosa o estudiando la geometría de una telaraña. Es Virginia Woolf reencarnada, pero con estilo distinto.

  1. Ivan Vladislaviæ (Sudáfrica)

Sudafricano de origen croata que juega con referencias culturales y perspectivas distorsionadas. Sus enredos verbales dan pie a una maleabilidad narrativa para averiguar qué puede hacer la novela contemporánea.

  1. Dubravka Ugreiæ (Yugoslavia)

Es capaz de confeccionar una novela con múltiples estilos narrativos para evidenciar el talento de su escritura camaleónica. Leyendas, sadomasoquismo, absurdo: todo gotea de la pluma de esta talentosa yugoslava.

  1. Robert Coover (Estados Unidos)

La influencia que este casi nonagenario ha ejercido en las nuevas generaciones de cuentistas y novelistas es innegable. Su escritura tiende a la fábula y parábola y sus historias pueden resultar desconcertantes o hilarantes.

  1. Magdalena Tulli (Polonia)

Si de originalidad literaria se trata a esta polaca la acomodo en una cima altísima. Hace que las piedras hablen, pierde el control de sus personajes, dibuja en el mapa de su imaginación nuevos territorios claustrofóbicos.

  1. Julia Kristeva (Bulgaria-Francia)

Comparto con ella la obsesión literaria con la imagen del cuerpo decapitado. Una de las filósofas y psicoanalistas más célebres que utiliza sus teorías para construir los personajes de sus novelas.

  1. Gary Lutz (Estados Unidos)

Otro de los grandes secretos de la literatura estadounidense. Autor de culto. Rarísimo. La rigurosa atención que le dedica a cada una de sus oraciones, con las que crea atmósferas asombrosas, es parte de su orfebrería literaria.

  1. Robert Hass (Estados Unidos)

Uno de los poetas estadounidenses más celebrados del último siglo. El escrutinio de su mirada parece tener el poder de una máquina de rayos X de la que nada se salva: la súbita presencia de un pájaro, el desconsuelo de un gesto.

  1. Annie Ernaux (Francia)

Su escritura es un sismógrafo que ha registrado su dolor personal durante más de 4 décadas en una serie de novelas autobiográficas. Sus temas: la enfermedad, el desamor, un aborto, la muerte de su madre.

  1. Charles Baxter (Estados Unidos)

El insomnio es el mejor aliado de este estilista tan comprometido con el oficio de narrar que parece ser el único que está utilizando su idioma de forma correcta. Incluso puede sacarles brillo a los detalles más mundanos.

  1. Ida Vitale (Uruguay)

Imagina que naciste en un cubo de concreto y que de él nunca escaparás. Cerca tienes un volumen de su poesía y eso es suficiente para conocer el mundo entero, porque sus páginas son espejos de todo lo que es humano.

  1. George Saunders (Estados Unidos)

Su cuento “Fox 8” me hizo reír, llorar, otra vez reír y llorar en una sola sentada. Ha sido una de las experiencias que más me han sacudido como lector. Y todos sus relatos encapsulan las aristas más extrañas de la vida.

  1. Charles Simic (Estados Unidos)

Durante más de medio siglo ha influido en el pulso poético, no sólo de la literatura estadounidense, sino también en el de otras latitudes. Categorizar su trabajo es imposible. Se trata de un poeta con demasiadas cabezas.

  1. Diane Williams (Estados Unidos)

Tratar de concederles sentido a sus textos es una causa perdida, pero ahí radica su poder seductor: en cómo desfigura el pensamiento. No podría ser más clara, pero tampoco más enigmática. Casi no le entiendo y me obsesiona.

  1. Philippe Sollers (Francia)

Un poco inaccesible. ¡Jacques Derrida analizó textos suyos! Cuando no escribe novelas monolíticas de un solo párrafo y sin puntuación revoluciona su lengua materna de otra forma. Un intelectual francés de peso enorme.

  1. Lydia Davis (Estados Unidos)

Creadora de un estilo único. Empaca tanto y de forma tan inteligente en relatos breves que se ha ganado la admiración de miles de escritores a nivel mundial. La búsqueda de la perfección lingüística es su combustible.

Texto: Alfonso García /Agencia Reforma / Foto: Agencia Reforma