12 noviembre,2022 9:36 am

Recibe Margo Glantz el Premio Internacional Carlos Fuentes en el Palacio de Bellas Artes

“No se escribe para ganar premios, pero obviamente es satisfactorio”, apunta con humor la escritora en la ceremonia en la Sala Manuel M. Ponce

Ciudad de México, 12 de noviembre de 2022. La maestría literaria y el humor de Margo Glantz, como lo saben bien sus lectores, los estudiosos académicos de su obra y sus decenas de miles de seguidores en Twitter, son dos componentes inseparables que saltan de la escritura a la persona, y viceversa; son cualidades indivisibles.

Así, con una sonrisa amplísima, complacida con el recibimiento que tuvo este viernes desde que entró a la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la autora leyó su discurso de aceptación del Premio Internacional Carlos Fuentes y no pudo evitar salpimentarlo con algún comentario agudo.

“No se escribe para ganar premios, pero obviamente es satisfactorio”, apuntó, e inmediatamente causó risas con un agregado espontáneo: “Y siempre quiero más”.

A sus 92 años, hay pocos galardones del ámbito literario hispanoamericano que se le resistan a la novelista y ensayista.

Tan sólo este año y el pasado, en lo que llamó una “reiteración afortunada y fortuita”, recibió de manera consecutiva la Medalla Carlos Fuentes, que otorga la Feria Internacional de Libro de Guadalajara, y el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español, a cargo de la UNAM y la Secretaría de Cultura federal.

“Quiero felicitar a Carlos (Fuentes) al más allá. Feliz cumpleaños, Carlos. Hoy (este viernes) hubiera cumplido 94 años. Yo ya tengo 92, así que somos totalmente compañeros del mismo dolor y de la misma literatura”, expresó en el aniversario del nacimiento de su amigo, este 11 de noviembre.

Glantz, cuya producción abarca por igual la ficción y el estudio académico, comenzó con una evocación de la obra de Fuentes, a quien celebró como un autor de ambición y amplitud balzaquiana, que retomó la tradición épica de la narrativa mexicana e inauguró una nueva forma de narrar con su primera novela.

“No sería exagerado afirmar que la Literatura de la Onda no hubiese existido si previamente no se hubiese publicado La región más transparente”, reflexionó, utilizando un término que ella misma acuñó para los jóvenes narradores mexicanos de los años 60.

Fuentes, por su parte, admiraba la escritura de Glantz, como recordó la autora –“flagrante y de manera un poco narcisista, o excesivamente narcisista”, según bromeó– al leer la dedicatoria que el escritor le hiciera en el libro La nueva novela hispanoamericana.

“Querida Margo. Que esta dedicatoria es una epístola de gratitud. ¡Tu ensayo sobre Cambio de piel (otra novela suya) es el mejor que se ha escrito, en la calle Génova, la de Vía del Babuino, o Park Avenue! Gracias, gracias por tu inteligencia. Tu amigo, Carlos”, leyó.

Para la periodista Silvia Lemus, viuda de Fuentes e impulsora del galardón, ambos autores comparten valores esenciales en la escritura.

“Margo y Carlos eran unos amigos literarios, porque aman la libertad. Eso es lo que tiene nuestra amiga Margo, que lo mismo se pone zapatos de diseñador, que se va a visitar a Sor Juana en el teatro”, expuso Lemus.

Tras el guiño a la novela Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador (2005), la erudición de Glantz por la obra de la poeta novohispana y su trabajo académico sobre el teatro, los elogios a su obra no cesaron.

Una mujer sensible al mundo

“La curiosidad de Margo Glantz y, como diría Rosa Beltrán, una pensadora omnívora, ha visitado con éxito casi todos los géneros con inagotable imaginación y envidiable inteligencia, creando ambientes, realidades y ficciones donde todos podemos encontrarnos con la sensación, como sucede con la literatura, de que hemos habitado otras vidas y otros tiempos”, celebró por su parte el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers.

Elogiado por Glantz como “guapo, alto, pero también un gran rector” –y confundido momentáneamente, en un desliz humorístico que Silvia Lemus corrigió al instante, con el historiador Enrique Krauze–, Graue confesó haber sido ávido lector, como estudiante, de Punto de partida, la revista fundada por la autora.

“Ejemplo de vitalidad creativa, la mirada de Margo es tan joven como experimentada, tan universal como chilanga, de escritura personalísima (en cuerpo y alma), con alcances insospechados: desde el aula, la clase magistral, los libros y las revistas especializadas, hasta las redes sociales”, elogió, por su parte, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero.

Ninguna intervención sobre la obra de Glantz fue tan celebrada como la de la crítica literaria Liliana Weinberg, realizada a nombre del jurado compuesto por María Fernanda Ampuero, Pedro Ángel Palou, el recién fallecido poeta David Huerta y Diamela Eltit, ganadora de la edición anterior del premio.

Una evocación que, lamentablemente, fue interrumpida sin remedio por una falla de audio en la transmisión del evento a puerta cerrada, al que la Secretaría de Cultura no permitió el acceso a la prensa.

“La mujer sensible a su mundo alimenta a la escritora, y ésta alimenta a la crítica, la traductora, la maestra universitaria, la conferencista, la académica, la editora, a la mil y una veces joven Margo Glantz que se asoma al Twitter y explora nuevos caminos para la opinión y la comunicación. Margo es portadora de una curiosidad vital e intelectual que la conduce a reexaminar discursos y saberes, a asomarse y experimentar nuevos caminos”, celebró Weinberg.

Y aprovechó para contar una anécdota que pinta completa su juventud eterna.

“Como dijo Carlos Monsiváis ante una escalinata de Roma que Margo había logrado subir mucho antes que sus acompañantes (la anécdota es de Myriam Moscona): ‘Miren, allí, hasta arriba, va Margo Glantz, quitándose todos los años que trae encima y que nos caen a nosotros sin piedad’.

“Curiosidad infinita, capacidad inagotable de exploración y descubrimiento, genio e ingenio, gravedad e ironía, pulsión escritural nunca limitada por los formatos, los soportes o las convenciones, Margo nos deslumbra y nos impulsa”, expresó a nombre del jurado.

El sabor aguardentoso de la literatura

“Y ahora hablo de mí, obviamente, porque yo gano el premio”, apuntó, sonriente, Glantz, antes de evocar sus inicios en la lectura.

“Mis padres me dejaban leer todo lo que había en la casa: Shakespeare y Calderón, mitología griega, novelas pornográficas, folletines, novelas rosas; aventuras de exploradores por el Polo Norte y el Polo Sur, descubridores desde Colón y, más atrás aún, desde los argonautas”, recordó.

Experiencias de lecturas tempranas que, según contó, estarían por siempre ligadas a una experiencia sensorial placentera.

“Me metía en en la sala con un radio a oír la hora del tango y a leer. Y me compraba bombones rellenos de cereza con aguardiente: la lectura está totalmente asociada al tango y al sabor aguardentoso, pero muy dulce, del chocolate”, relató.

De entre sus decenas de libros, Glantz se refirió con amplitud sólo a dos, El rastro (2002) y Saña (2006), y únicamente porque eran los destacadas en el folleto repartido a los asistentes al evento, confesó.

Sin embargo, esbozó una práctica general en todas sus obras.

“Creo que cada uno de mis libros tiene una estructura diferente, y con todo, en ellos rige ese juego de fragmentación y dispersión que finaliza por hacerse coherente al ordenarse”, expuso.

“A menudo repito lo siguiente: No creo en la fórmula matemática de que el orden no altera el producto, creo que en la literatura el orden de los factores altera definitivamente el producto, la manera de insertar un fragmento textual en situaciones narrativas distintas altera totalmente el sentido que tiene ese fragmento por sí mismo, como algo específico”, concluyó.

Compleja y poliédrica, la obra de Margo Glantz, surgida de ese gusto aguardentoso, pero dulce, de las primeras lecturas, sigue fascinando con sus estructuras minuciosas.

Contra la “biologización de la escritura”

En su séptima edición, el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español comienza a acercarse a la paridad, con cuatro hombres, (Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez, Eduardo Lizalde y Luis Goytisolo) y tres mujeres (Luisa Valenzuela, Diamela Eltit y Margo Glantz) que lo han recibido.

Sin embargo, como lo hiciera Eltit en el 2020, Glantz concluyó su discurso con un llamado a detener la biologización literaria.

“Fui la tercera mujer en recibir este premio, también fui la tercera en recibir el Rulfo, sí, es cierto, pero me sorprende sobremanera que sea necesario subrayar que es una mujer la que lo recibe, cuando no lo es cuando se da la noticia de que ha sido un hombre quien lo ha recibido”, dijo Glantz.

Para ello, la galardonada de este año citó un fragmento del discurso ofrecido por Eltit: “Más allá de la creación misma, en el afuera de la letra, en los lugares donde se cursa el libro, persiste el binarismo, la vocación clasificatoria: literatura de mujeres y en otro espacio, literatura.

“Me parece indispensable democratizar el espacio literario, repito, desbiologizar la escritura”, leyó.

Como una de las voces feministas más prominentes de la literatura mexicana, Margo Glantz concluyó su discurso suscribiendo la demanda de su colega.

“Lo subrayo, lo suscribo, si no lo hacemos, caemos en el tradicional esencialismo donde siempre se ha encasillado a la mujer”, declaró.

Texto: Francisco Morales / Agencia Reforma