23 enero,2023 10:00 am

Reconstruyen la historia del jazz en la Cdmx en libro del especialista Alberto Zuckermann

El jazz en la Ciudad de México, 1960-1969, editado por el FCE, recuerda que en la capital del país se presentaron legendarias cantantes del género como Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan y da un recorrido por los lugares en donde estuvieron Louis Armstrong y Duke Ellington

Ciudad de México, 23 de enero de 2023. Hubo una época dorada del jazz en la Ciudad de México, con buenos músicos llegados de todo el país, figuras internacionales como Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan se presentaban en temporadas de dos y tres semanas en clubes como La Fuente o El Dorado, como parte de la intensa escena nocturna.

Algo que ahora se antoja imposible de repetir, según Alberto Zuckermann, cuyo tránsito de la adolescencia a la juventud y su inmersión en el jazz, ocurrió en aquella prodigiosa década de los 60.

“(Ahora) no se hace, no funciona, no hay público para eso”, opina el pianista en entrevista.

A partir de sus recuerdos y papeles personales, la consulta de periódicos de la época y de los acervos del Auditorio Nacional y del fallecido baterista Tino Contreras, Zuckermann reconstruye esos años dorados en el libro El jazz en la Ciudad de México, 1960-1969 (FCE).

Cuando hubo clubes nocturnos, cafés, promotores y festivales que animaban la escena local, e incluso, el jazz alcanzó el máximo recinto nacional: el Palacio de Bellas Artes, escenario donde se presentaron músicos como el pianista Oscar Peterson con su trío, como documentó el pianista y difusor en un libro anterior, El jazz en el Palacio de Bellas Artes.

“Era una época de apertura, la expresión artística tenía que ser libre y no dogmática, y el jazz entró muy fuerte en México en esos años y los jóvenes lo consumían mucho más que ahora, claro, hay otras expresiones”, añade.

Noches memorables

Uno de los clubes que acogió esa efervescencia musical fue el Terraza Cassino, donde debutó Louis Armstrong con sus All Stars en 1961, pero según el testimonio del aficionado Edmundo Guadarrama, recogido en el libro, el trompetista y cantante “interpretó únicamente temas de corte comercial y no tocó un solo blues, como aquellos que lo encumbraron en su mejor época”.

Otro de esos lugares habituales del jazz fue El Riguz, en Insurgentes Sur 1168, cuyo nombre deriva de su propietario original, Ricardo Gutiérrez, fue el club más longevo de la época. Abrió en 1959 y lo manejó por un tiempo el baterista Tino Contreras y, más tarde, el trompetista Chilo Morán.

En el Cardini, de Morelos 98, tuvieron lugar inolvidables jam sessions con figuras locales y del jazz norteamericano, como el legendario pianista Horace Silver.

En su pormenorizado recuento, año por año, Zuckermann refiere las temporadas en 1966 de Ella Fitzgerald, en octubre, y del cuarteto del saxofonista Stan Getz, un “grupo de ensueño” con Chick Corea en el piano, Steve Swallow en el contrabajo y Roy Haynes en la batería en diciembre de aquel año.

Documenta la primera visita a la Ciudad de México de Duke Ellington, director y compositor en septiembre de 1968, con dos funciones en Bellas Artes el primer día y al día siguiente en el Auditorio Nacional, como parte de la Olimpiada Cultural, enmarcada en los Juegos Olímpicos.

“Ellington, aunque de edad avanzada, lucía en buena forma. Dirigía desde el piano o desde el frente con tal desenfado y facilidad que las piezas que tocaban parecían ya no requerir de sus movimientos, y los músicos, aunque le echaban un ojo a las partituras en los elegantes atriles, parecían ya no requerirlas”, apunta el pianista.

Encuentros y anécdotas

El pianista Clare Fischer, quien actuó por primera vez en la Ciudad de México, en agosto de 1961 con The Hi-Lo’s, aprovechó para grabar toda una noche su primer disco como líder, Jazz, acompañado por un grupo de músicos mexicanos, entre ellos Víctor Ruiz Pazos, Salvador Agüero y Tommy Rodríguez, “algo que no se consigna debidamente en su discografía”, apunta Zuckermann.

Entre los episodios vividos por el autor figura aquel en que sirvió de chofer al saxofonista Cannonball Adderley.

Adderley fue traído en 1968 por el pianista y empresario George Wein, organizador del Festival de Newport, como parte del elenco del encuentro, en 1967 y 1968, en Puebla y la Ciudad de México, logrando “momentos excepcionales” como cuando Dave Brubeck y Thelonious Monk tocaron juntos en Puebla o Dizzy Gillespie y Thelonious Monk en el Auditorio Nacional.

Texto: Érika P. Buzio / Agencia Reforma