30 octubre,2017 8:19 am

Reitera Paul McCartney en el Azteca que el mundo puede vivir en el amor y la paz  

Ciudad de México, 29 de octubre de 2017. Era una cita… obligada. Y es que ver a Paul McCartney, el ex Beatle, es ver a una leyenda viva, el único sobreviviente, junto a Ringo Starr, del cuarteto de Liverpool.

Niños, jóvenes y adultos, en parejas y familias completas, llegaron el sábado al único show que ofrecería el inglés, de 75 años, en el Estadio Azteca.

El frío empezaba a sentirse al atardecer, mientras miles de personas caminaban entre los puestos ambulantes. La oferta era vasta: playeras, gorras, tazas, sudaderas, llaveros y hasta atuendos característicos del grupo, réplicas “austeras” de las que portaron en el disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.

“Cuando empiezas a ver quién influyó a los músicos que te gustan, te vas para atrás y acabas en Los Beatles. A lo mejor los puristas dirán que no, pero es el origen de lo que escuchamos hoy. Ahorita tomamos por sentado que haya dos guitarras, un bajo y una batería (en un grupo), pero no siempre fue así”, dijo Juan Pablo, publicista y fan de la banda desde niño.

Algunos ya lo habían visto en visitas previas, pero la gira One on One sería el estreno para otros.

“Vine (a verlo al Azteca) cuando estaba embarazada de mi hija pequeña, hace cinco años. Queríamos ir a un evento así con los niños y nos pareció que este era el mejor, con una leyenda”, dijo María de la Luz Macías, quien acudió con su esposo y tres hijos.

Además de quienes portaban casacas del Sargento Pimienta, muchos maquillaron sus caras como calaveras, por la cercanía con el Día de Muertos. Y los que no habían conseguido boletos batallaron con los revendedores.

Éstos ofrecieron entradas hasta en 4 mil pesos, hasta adelante, o 7 mil si compraban un par. Algunos encontraron compradores e hicieron su agosto.

Antes de ingresar al recinto, la gente comía tacos o cualquier otro antojito que se vendía fuera del estadio.

“Venimos por el gusto por la música, su mensaje y su ejemplo. Como todos, tiene cosas que se le pueden criticar, pero tomamos lo positivo”, expresó el ingeniero Raúl Vargas.

Ya sólo faltaba que llegara la hora de la cita y esperar que, como buen británico, Sir Paul saliera puntual.

Como un rayo

Durante apenas unos segundos los fans de Paul McCartney pudieron ver y saludar de lejos al músico ayer, alrededor de las 15:30 horas, cuando se asomó por una ventana en el costado derecho de su camioneta.

Eso fue suficiente para compensar la espera, de casi ocho horas de algunas personas, la mayoría jóvenes de 18 a 25 años, que aguardaban frente a un hotel en Paseo de la Reforma.

Algunos de los alrededor de 200 curiosos acumulaban hasta 16 horas de guardia, contando la espera del viernes, cuando la expectativa de ver al cantante no fue satisfecha.

“¡Por fin lo pude ver!, fue impresionante. Este momento lo vale todo, no lo grabé porque son de las cosas que prefiero disfrutar al máximo; aparte, el celular después se pierde y ahí se va el video o la foto”, comentó Julio Tufiño, quien por segundo día acudió al hotel de Paul, vestido de Sargento Pimienta y acompañado de un bajo.

El equipo de foto, video y redes sociales de McCartney salió a captar la pasión de sus admiradores, momento que aprovechaban éstos para cantar Cielito lindo o gritarle mensajes de cariño, como “I love you”, y “Paul, I wanna hold your hand”. En las cuentas oficiales del ex Beatle aparecen este tipo de encuentros.

Momentos antes salieron tres camionetas en las que iban los músicos, uno de ellos, el guitarrista Rusty Anderson, quien bajó la ventana para grabar con su celular el griterío de los admiradores.

Levanta una ovación el británico tras interpretar Let it be, y gritar “¡Fuerza, México!”

Al escuchar a Paul McCartney, es fácil imaginar que se puede vivir en un mundo donde reinan el amor y la paz.

Esos sentimientos invadieron a las 48 mil 300 personas que asistieron ayer el Estadio Azteca para ver al ex Beatle realizar un viaje sensorial y musical, diseñado para su gira One on One.

Una masa de voces mezcladas en hermandad, diversas clases sociales disfrutando al unísono, distintas generaciones conviviendo entre sí y rostros con sonrisas contagiosas. Así se vivieron más de dos horas y media de concierto.

“¡Hola, México! Buenas noches. Esta noche vamos a cantar algunas canciones viejas, otras nuevas y algo intermedio. ¡Vamos a armar toda una fiesta!”, gritó el británico de 75 años, poco después de salir a escena, a las 21:18 horas.

“Esta noche trataré de hablar un poco de español. Es increíble estar de vuelta”, añadió.

La elegancia y la sencillez marcaron la actuación del oriundo de Liverpool, quien se apoyó en dos pantallas cilíndricas a los costados, y otras dos horizontales, a sus espaldas.

McCartney abrió el show con A hard’s day night, una rola que nunca antes había tocado en vivo en México. Dicho gesto fue celebrado con melenas desatadas y gargantas explosivas.

Un breve tributo a Jimi Hendrix (con la intro de Foxy lady), aportaciones de Wings, los éxitos de The Beatles, composiciones contemporáneas y temas desempolvados de su cancionero, marcaron el viaje al pasado.

“Escribí esta canción para mi hermosa esposa Nancy, que está aquí esta noche con nosotros”, compartió antes de sentarse al piano e interpretar My Valentine. Al final, el inglés dibujó un corazón con las manos.

Temas como In spite of all the danger, la primer canción grabada por Los Beatles en 1958, cuando se llamaban The Quarrymen, dejaron en claro que la velada quedaría impresa en el corazón de la gente.

Entre la audiencia destacaron las cabecitas blancas, niños vestidos como el Sargento Pimienta, adolescentes con coronas de flores, mujeres con blusas sicodélicas y niños en brazos, y grupos de amigos abrazados y llorando.

Imágenes de banderas del Reino Unido y de México ondeando al ritmo de Give peace a chance, mientras el público hacia la señal de amor y paz con las manos, enmarcaron la recta final del show.

La luz de la luna arropó a los mexicanos, quienes cantaron éxitos como Yesterday y Helter skelter, entre otras.

Sin embargo, ninguna igualó a la tríada más emotiva y estruendosa de la noche: Let it be, tras la cual Paul gritó un “¡Fuerza, México!”; Live and let die, donde soltó pirotecnia, y Hey Jude, cuyo coro masivo provocó lágrimas.

En el encore, McCartney y sus músicos ondearon las banderas de México, Estados Unidos, Reino Unido y la de la comunidad gay.

“México, de verdad se los digo: son los mejores”, soltó el cantante visiblemente emocionado.

Presume su español

McCartney habló en español el 90 por ciento del concierto.

–En I love her movió las caderas de forma sensual, provocando a sus fans.

Blackbird, que cantó sobre una tarima que dibujaba un sol, la dedicó a los derechos humanos.

–Cambió por lo menos 10 veces de instrumentos, entre guitarras, pianos, bajos y hasta un ukulele.

–Dedicó Something a George Harrison, y Here today, a John Lennon.

–Antes de cantar Birthday, subió a tres fans de México y una de Colombia, para que bailaran en el escenario.

 

Nota: Fidel Orantes- Rodolfo G. Zubieta- Reforma/ Foto: Reforma.