25 febrero,2022 3:30 pm

Resguarda iglesia tesoro literario histórico

 

Ciudad de México, 25 e febrero de 2022. Al interior del Museo Arquidiocesano de Arte Sacro de Monterrey, situado al lado de la Iglesia del Roble, hay una pequeña sala que resguarda un tesoro literario que estuvo perdido por años.

En los estantes de la Biblioteca Monseñor Francisco Plancarte y Navarrete hay más de 6 mil libros con más de un siglo de antigüedad y de gran valor histórico.

Uno de los que más captan la atención es una pequeña publicación de 1710.

“Es como un pequeño manual para que los españoles pudieran entrar en diálogo con su servidumbre que no hablaba español y hablaba náhuatl”, señala el Padre Raúl Mena, director del Museo.

“‘Ve al mercado’, ‘háblale a tu hijo’, ‘trae los tomates’, ‘cuece bien la carne’. Ese tipo de frases muy ordinarias”.

El acervo principal son alrededor de 300 tomos de la colección de Migne, una edición católica muy importante del siglo 19, que habían pertenecido al Seminario de Monterrey y que, aún de forma desconocida, fueron encontrados en el Tec de Monterrey.

Fueron recuperados alrededor del 2015 junto con otros cientos de libros antiguos de temas diversos, algunos también propiedad de la Iglesia regia.

Tras dos años de catalogación, hoy se sabe con exactitud las obras que hay en la sala, que lleva su nombre en honor al Arzobispo Francisco Plancarte, fallecido en Monterrey en 1920.

“No sólo hay libros religiosos, también hay de otros temas como derecho, artes militares, teología, filosofía, agricultura, geografía”, explica Mena.

Hay textos en español, latín, náhuatl, francés e italiano. El más antiguo, un ejemplar sobre derecho, data de 1534.

Una gran cantidad de libros tiene marcas de fuego, una gran curiosidad en las bibliotecas mexicanas, pues en la época colonial se marcaban las obras con un pequeño objeto metal caliente, como se hacía con el ganado, para indicar la propiedad.

Se encontraron siete marcas distintas, de las cuales cuatro ya fueron identificadas.

También hay muchos volúmenes con grabados de gran valor artístico, ya que fueron hechos a mano y otros con anotaciones o tachaduras hechas para censurar.

“Como se acostumbraba en aquella época”, indica Mena, “ciertas frases incómodas o cierto contenido, se tachaban. Sobre todo asuntos que van en contra de la fe o en contra de las buenas costumbres”.

El objetivo de esta biblioteca es que investigadores de todo el mundo puedan acceder a estos textos para estudiarlos.

Actualmente están en proceso de crear un catálogo digital para que cualquier experto pueda encontrar ese libro perdido, que quizá, desde hace mucho estaba buscando.

Para consultas puede dirigirse a las oficinas del museo.

Texto: Dalia Elena Gutiérrez Gutiérrez / Agencia Reforma