21 abril,2022 10:01 am

Rosario Ibarra fue una voz principal contra la represión, rememora Rosa María Gómez

Recuerda la luchadora social y actual investigadora de la UAG, que la fundadora del grupo Eureka la visitó en la cárcel, donde fue detenida en 1983  por la defensa de los colonos de Acapulco. Gracias a su activismo, salió libre. Logró rescatar de las cárceles clandestinas del país a 150 desaparecidos, el retorno de 20 exiliados y la libertad de más de 2 mil presos políticos

Acapulco, Guerrero, 21 de abril de 2022. En la cárcel de Las Cruces fue donde la universitaria y activista social, Rosa María Gómez Saavedra, conoció a Rosario Ibarra de Piedra, a quien recuerda como una persona que reivindicó a la mujer en la lucha por la búsqueda de su hijo desaparecido.

“La lucha de Rosario fue una lucha de luz, y esperanza para todos los disidentes que se atrevieron a enfrentar al gobierno, por eso le decía, ‘usted es la madre de la esperanza y la libertad’”.

En entrevista para El Sur, la investigadora y feminista, narró que estando presa en el penal de Las Cruces, conoció a ex candidata presidencial, y defensora de los derechos humanos, quien falleció este 16 de abril a los 95 años en su natal Monterrey.

Luego de una intensa lucha por la defensa que evitó el desalojo de los colonos que habitaban las partes alta del anfiteatro de Acapulco lo que hoy es La Alta Laja y otras colonia cercanas, terminó para ella en la cárcel, junto a su compañera Eliana García Laguna, Darvin Batallar, Marco Antonio López, Uriel Leal, Wulfrano Pineda, Jorge de la Luz, Cristino Salas y Gregorio García.

Sentada en un salón del Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados-Ignacio Manuel Altamirano (IIEPA-IMA), de la a UAG, la investigadora recordó que aquella época fue una experiencia difícil, porque su compañera y ella tenían hijas pequeñas.

Con una voz quebrantada y ojos al punto de la lágrimas, exclamó: “Rosario deja con su muerte, un gran compromiso de quienes estamos vivos y sobrevivimos al Covid-19, que tenemos que seguir en la lucha de aquellos que no encuentran a sus familiares, y exigirle al gobierno justicia, y el primer elemento de reparación del daño es que los familiares sepan la verdad”.

La activista recordó que un elemento importante durante el período de la lucha de sus familiares para obtener la libertad fue emular la acciones que realizaban las madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, presentarse a protestar en el Zócalo, y en Chilpancingo cada viernes sus familiares protestaban frente a lo que era en ese entonces el Palacio de Gobierno, actualmente el Ayuntamiento de Chilpancingo.

Eso causó que Ibarra de Piedra volteara a ver lo que pasaba con ellos en Guerrero, y con esa lucha se logró su liberación, así como de otros dos mil presos políticos en todo el país. Un 21 de agosto de 1985, luego de un año y 9 meses salió en libertad.

Rosario estuvo dos veces en la cárcel de Las Cruces. Fue ahí donde los presos dieron sus testimonios al Comité ¡Eureka! Todo se envió a Amnistía Internacional, y fue así como llegaron cartas de distintos países, “a partir de que fuimos reconocidos como presos de conciencia”. Después para ellas y sus compañeros las condiciones en la cárcel cambiaron, pero no fueron privilegios, ahora podían leer libros, y salir a realizar deporte a las canchas.

Dice que Ibarra de Piedra era una mujer “indomable”, porque tenía mucha fe en que la lucha que podía lograr, la presentación de su hijo, la libertad de los presos políticos y la presentación otros desaparecidos

“Esa era la voz de la esperanza, ella decía ‘compañeros, compañeras, vamos a dar la lucha, no se desesperen, no se desanimen’, y nos ponía como ejemplo después, porque fuimos amnistiados”.

Para que los ánimos no decayeron entre las madres, y el resto de personas que seguían a Ibarra de Piedra,  ella siempre ponía como ejemplo las buenas noticias, “quién había salido de la cárcel, quién había regresado, y esa voz, esa forma de ser de ella, era la voz de la esperanza y la libertad”.

Recuerda que estando presa nunca se sintió sola porque el Consejo General de Colonias Populares se organizó, y todos los días llevaban un alimento para que lo repartiera, y lo compartía con sus otros compañeros de la cárcel.

En esa mujer de baja estatura, Rosa María nunca vio un dejo de tristeza, a menos que Rosario hablara de la represión que sufría, o que sabía de otros, “y ella decía que por cada persona reprimida, tenía el compromiso de que esas personas estuvieran libre”.

Tan imponente era Rosario que su presencia permitía hacer cambios, porque en su lucha no solo había disidentes del gobierno en turno, también gente que simpatizaba con el gobierno. Para Rosa María el solo hecho de haber obtenido la libertad por la intervención de Rosario dice que tiene el compromiso de mantenerse en la lucha por aquellos que no lo están.

La investigadora recordó que según el periodista José Reveles, Rosario Ibarra logró rescatar 150 desaparecidos de las cárceles cladestinas del país, el retorno de 20 exiliados y la libertad de más de 2 mil presos políticos.

“Nos enseñó que la movilización ayudaba a rescatar desaparecidos y liberar presos políticos”

–¿Qué aportó Rosario Ibarra a la lucha social en Guerrero?

–El Comité de Familiares de Desaparecidos y Presos Políticos, da la esperanza que no se tenía en el periodo de la guerra sucia. El fortalecimiento de la lucha social, la esperanza de que este movimiento, la unidad de distintos sectores, podía lograr lo que ella había logrado.

“Rosario nos enseñó a qué solo la movilización puede rescatar a los desaparecidos y a los presos de las cárceles clandestinas. Las movilizaciones sociales y políticas permiten generar un cambio, una transformación.

–¿Desde la perspectiva feminista qué representa Rosario Ibarra?

–Rosario, yo no escuché que se declarara feminista. Pero su actuación era precisamente de romper el pacto patriarcal que hay en las familias, donde las mujeres tienen que mantenerse en la vida privada, y sale a la luz pública a dar la lucha por la presentación de su hijo.

Rosario cuando se le entrevista dice que fue una hija, una estudiante, y una esposa feliz, hasta que llegó la represión y le arrancaron a su hijo de la familia. Precisamente las luchas de Las doñas, es un aspecto importante, del fortalecimiento del movimiento social vista desde las mujeres, donde no tenían los conceptos de género, pero su actuación era de rompimiento del pacto patriarcal.

–¿Cuál es la diferencia entre las desapariciones de esa época y las actuales?

–La lucha era contra el gobierno, por una transformación del país, quienes éramos disidentes buscábamos un cambio, una transformación, queríamos una revolución, queríamos un país diferente.

“Las condiciones ahorita de desaparición, es que muchas de las personas desaparecidas, las vinculan con actividades que  no han realizado. La lucha contra el narcotráfico que emprendió el gobierno es una lucha que ha empobrecido a muchas familias, ha generado una condición de alta violación de los derechos humano, porque a esas víctimas se le revictimiza al acusarlas de delitos que no han cometido.

“La guerra del narcotráfico es la guerra del gobierno contra un grupo de personas, pero en ese grupo se incorporan integrantes de la sociedad que por ser primos y familiares los relacionan con ellos.

–¿Qué opina de la fuerza que le da el presidente Andrés Manuel López Obrador al Ejército?

– No es un gobierno de izquierda, es un gobierno donde hay militantes de izquierda. Busca fortalecer espacios democráticos pero mientras se tenga al Ejército como un elemento de seguridad asumiendo lo que debe de hacer seguridad nacional, dista mucho de cumplir el compromiso de un México más democrático. La participación del Ejército (en hechos), sigue siendo intocable, y lo vemos en el caso de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, y la Guerra Sucia.

La lucha que la llevó a la cárcel 

Gómez Saavedra subraya que los costos para ella y quienes estuvieron en la lucha de 1979 y después de su excarcelación en 1985 fueron mínimos, porque se dio en el mismo periodo de la Guerra Sucia.

En un momento de silencio, dice que todo hubiera sido distinto si Rubén Figueroa Figueroa hubiera continuado como gobernador “él por menos actividades desapareció a muchos estudiantes y maestros”.

La maestra de la Preparatoria 17 de Acapulco en 1978, fue comisionada como parte de la Unión Estudiantil Guerrerense, para la defensa de los estudiantes universitarios, catedráticos detenidos y desaparecidos, como Victoria Hernández Brito, Luis Armando Cabañas, Carlos Diaz Frías, Rogelio Ortega, Guillermo Juangorena Tamayo, entre otros, así como otro presos políticos.

En este proceso la universitaria se le comisiona en diciembre de 1979 para ir a la sierra del estado a difundir y promover el Comité de Familiares de Desaparecidos, Exiliados y presos políticos que diría Rosario Ibarra.

En 1980 se da la expropiación el anfiteatro de Acapulco para ser decretado como parte del Parque Nacional El Veladero, sin embargo había otras intenciones para desalojar a los pobladores que ya estaban en la zona, y era la construcción de complejos habitacionales, porque la vista hacia la bahía era única. Todos los desalojados iban a ser reubicados en lo que es ahora Ciudad Renacimiento.

Recordó que la Universidad, dio las condiciones a los colonos para reunirse y fue ahí donde varios se unieron a la lucha, siendo el maestro Eloy Cisneros Guillen, el primer coordinador de la Zona Sur de la UAG. Luego de una lucha de dos años los colonos se quedaron, y se firmó un convenio en 1982 con el recién entrante gobernador Alejandro Cervantes Delgado, luego de la salida de Rubén Figueroa.

Estos movimientos se unificaron con las luchas de la universidad, en la defensa de las preparatorias que el gobierno quería quitar, la presentación de los desaparecidos y la libertad de los presos políticos.

Fue aquí donde el gobierno identificó a los líderes de los movimientos. Meses después es apresada, “no nos la perdonaron”.

El 17 de octubre de 1983 se realiza un Paro Cívico nacional contra los planes de austeridad del gobierno de Miguel de la Madrid, se paralizó Acapulco con el cierre de sus entradas y la toma e incendio de camiones urbanos. Fueron reprimidos por la policía judicial.

El 15 de noviembre, formando parte de una comisión enviada por los colonos que estaban siendo desalojados, fue detenida junto con su compañera Eliana García Lagunas. Tres días después son enviadas de los separos de la policía judicial y recluidas en la cárcel de Las Cruces.

Texto: Jacob Morales Antonio