5 enero,2023 5:34 am

SCJN: una sabia decisión

Humberto Musacchio

 

Es altamente plausible que se haya elegido a una mujer, la ministra Norma Lucía Piña Hernández, para ocupar la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Es la primera fémina que llega a ese cargo en dos siglos de existencia del máximo tribunal, pero debe quedar claro que no fue elegida por razones de género, sino por sus capacidades, sobradamente demostradas a lo largo de su carrera en la judicatura.

En 200 años de existencia de la Corte, sólo 14 mujeres han podido ser ministras. La razón está en que el sexo femenino históricamente ha sido privado de derechos. Fue hasta 1961 cuando por primera vez se eligió a una mujer como ministra de la SCJN. Ella fue la oaxaqueña Cristina Salmorán de Tamayo, quien por cierto usaba el apellido de su esposo, quien no brilló más que su cónyuge, pero eran tiempos en que por muchas y muy diversas vías se minusvaluaba a las mujeres y en ocasiones ellas mismas contribuían a legitimar ese desprecio.

Por fortuna, tales miserias van quedando en el pasado, lo que en buena medida debemos al empuje del movimiento feminista, pero también a la lucha individual de numerosas mujeres que han llegado a sobresalir por su inteligencia y su propio esfuerzo, como es el caso de doña Norma Piña, quien acostumbra pensar con su propia cabeza, como lo muestra su independencia de criterio en asuntos delicados o mal vistos, como en el caso de reformas legislativas hechas al vapor o por mero capricho del que manda; o bien (mal) en lo referente al aborto, las parejas LGTB y el consumo recreativo de mariguana, asuntos rechazados tanto por los conservadores y neoliberales como por el líder del gobierno cuatroteísta.

Pero la actuación ejemplar de la doctora Piña Hernández se ha desplegado en varios escenarios. La colega Ivonne Melgar escribió que en noviembre del año pasado, la ministra habló ante un grupo de juzgadoras recién nombradas, a quienes preguntó: “¿Qué hay detrás de este día tan significativo? ¿Cuántas horas de estudio, cuántas noches sin sueño? ¿Qué malabares se inventaron para estudiar y no dejar de atender a sus hijas e hijos, a sus padres? ¿Quién fue su red de apoyo para lograr estar hoy aquí? ¿A cuántas de ustedes les persiguió la culpa, esa culpa que no nos suelta a las mujeres, aunque sepamos que no debiera estar ahí?”.

Agrega Ivonne Melgar que “algunas juezas lloraron al escuchar el emotivo discurso en el que la ministra habló de la exclusión sistemática y estructural de las mujeres en el Poder Judicial y del desafío aun interminable de superar cotidianamente el desequilibrio en el balance entre el trabajo y la familia”. Las veo y me veo, dijo doña Norma, porque vaya que la ahora presidenta de la Corte sabe lo que es una vida de sacrificios y la fuerza interior que requiere una carrera en este mundo machista y misógino.

Norma Piña tenía ocho años cuando perdió a su padre y su madre, profesora normalista, se hacía cargo de la manutención de tres hijas. Como todavía se estila, Norma Lucía estudió en la Escuela Nacional de Maestros para trabajar en la educación y de ese modo sostenerse los estudios de derecho, mismos que concluyó exitosamente hasta obtener en 1988 el doctorado, luego de lo cual ingresó como secretaria proyectista del tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito.

Cuatro años después pasó a ser secretaria de Estudio y Cuenta de la Corte y en 1998 ocupó por oposición el juzgado tercero de distrito de Morelos. Después de dos años volvió a la capital del país como juez del quinto Juzgado de Distrito en Materia Administrativa y en el mismo año 2000 se convirtió en magistrada de circuito por oposición y en 2015 fue elegida ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la que ahora preside.

En suma, cuenta con la preparación y la experiencia necesarias para hacer un brillante papel. Por eso mismo resulta inaceptable que el presidente López Obrador diga que con ella no habrá reforma del Poder Judicial, porque “siempre ha votado en contra de las iniciativas del Ejecutivo”. Sí, y lo esperable es que rechace toda iniciativa que contravenga sus convicciones y conocimientos jurídicos, pero eso no la descalifica para encabezar la gran reforma que requiere con urgencia la judicatura. Ya lo veremos.