20 junio,2023 10:00 am

Se desconoce la historia del jazz en México en la primera mitad del siglo XX, señalan en documental

En documentos se comprueba la visita de jazzistas afroamericanos al país “o la actividad de músicos mexicanos tocando jazz” en los años 50, retoman en La música en México, Panorama del siglo XX, del cineasta Roberto Bolado

 

Ciudad de México, 20 de junio 2023. En la pequeña cocina de su casa en Tacubaya, el cineasta Roberto Bolado (Ciudad de México, 1970) lee en voz alta una afirmación sobre el jazz mexicano contenida en el libro La música en México, Panorama del siglo XX (Fondo de Cultura Económica, 2010), y no puede ocultar su indignación.

“No se conocen todavía documentos de la primera mitad del siglo XX que comprueben la visita de jazzistas afroamericanos a México o la actividad de músicos mexicanos tocando jazz sino hasta la década de los 50”, escribe Géraldine Célérier en el capítulo titulado El jazz mexicano: Su encuentro con la historia.

“Estaba rabioso el día que lo leí”, confiesa Bolado, autor del primer documental de carácter histórico sobre el género realizado en el país, y producido por completo de forma independiente.

Desde 2005, cuando arrancó el proyecto, el cineasta ha recabado suficientes documentos, incluso grabaciones, de los pioneros del género de la década de 1920 que contradicen tal afirmación.

En Notas de una vida, 100 años del jazz en México, recupera a figuras como Diego Posadas y Eduardo Vigil y Robles, así como las orquestas que tocaban en el Salón México o la banda de la Cárcel de Belén. Además de las tempranas grabaciones de Ernesto El Pelón Riestra y su orquesta, con la canción Hay pasteles, de 1932: “Ya no hay maíz, / ya no hay frijol, / ya no hay anís, / ya no hay alcohol. / ¿Qué hay? / Hay pasteles”.

Ya en su revisión histórica, El jazz en México, Datos para esta historia, publicado también por el Fondo de Cultura Económica, Alain Derbez consignó la presencia temprana del género, y Bolado, tras la lectura, decidió continuar con la investigación.

A principios de la década de 1920, el país estaba en reconstrucción tras la Revolución Mexicana, y el género no era una prioridad en el horizonte.

“Y si a eso le agregamos que (José) Vasconcelos odiaba el jazz. Decía que era música del diablo”, apunta Bolado, un apasionado de esta música desde niño.

Derbez cita la censura de Vasconcelos en el tercer tomo de Ulises criollo y su visión nacionalista como secretario de Educación Pública entre 1921 y 1924: “Proscribir exotismos y jazzes reemplazándolos con jota española y bailes folclóricos de México y de la Argentina, Chile, etc. (…) El jazz lo prohibí, lo desterré de las escuelas”.

Sin embargo, el género ya había invadido todo el país entre 1925 y 1928, según consigna Bolado en el documental. Y para 1932, en Santa, considerada la primera película del cine sonoro en México, ya sonaba el fox-trot Alma cancionera, de Agustín Lara.

Para su proyecto, Bolado entrevistó a músicos que fueron partícipes de la vibrante escena jazzística de los años 50 y 60, antes de la crisis de los 70. Muchos de ellos abrieron sus archivos fotográficos y rindieron testimonio; reunió 300 horas de grabación, entre entrevistas y conciertos.

Una historia del género con protagonistas como Héctor Hallal El Árabe, Enrique Almanza El Jeep, Mario Patrón, Chilo Morán, Freddy Guzmán, Leo Acosta, Víctor Ruiz Pasos, Juan José Calatayud, Hilario y Micky, Tino Contreras, Olivia Revueltas, Enrique Nery, Ana Ruiz, Antonio Sánchez, Agustín Bernal, Héctor Infanzón, Magos Herrera e Iraida Noriega.

“Había muchos de los jazzistas que nunca los habían pelado, que nadie los había entrevistado jamás, y entonces de pronto aparece un loco que quiere hacer una película de jazz, independiente, y me enseñaban sus fotos”, cuenta.

Bolado quiso consignar la presencia de las mujeres en la escena que se vieron relegadas en un “mundo de hombres”. Una de las primeras en destacar fue Lisa Rossell, cantante y baterista, a quien logró ubicar por una película de El Santo.

La conclusión de su documental se alargó por falta de recursos, confiesa. Tanto que en la segunda edición del libro El jazz en México (2012), de Derbez, el autor entrevista a Bolado sobre este trabajo, refiriéndolo como la primera historia visual del género en el país.

“Me cansé de tocar puertas, de tratar de que me apoyaran tanto en la producción como en la postproducción, y pues no, no les interesó, y se me hacía lo más absurdo y ridículo. No porque yo lo haya hecho, (pero) si yo fuera una gente en las instituciones de cultura inmediatamente apoyaría a una película como ésta, porque no hay, no había, y era un vacío en una historia tan rica”, recalca el cineasta, también autor de obras como El rostro oculto de Villa (2004) e Hilario, El músico extraviado (2009).

Con el material que no pudo entrar en Notas de una vida, Bolado se propone realizar una serie, y está abierto a propuestas de plataformas.

Actualmente, el documental se presenta, con una función diaria, en el Cine Morelos, en Cuernavaca, con proyecciones hasta los primeros días de julio, y está en busca de nuevos foros.

Como recoge Bolado en uno de los testimonios: “El jazz siempre estuvo aquí”. Y quien no se contagia del género no tiene sangre en las venas.

 

Texto y foto: Agencia Reforma