29 diciembre,2020 8:39 am

Se estigmatiza a los cantantes de ópera cuando se lesionan, señala el tenor Javier Camarena

La herida que sufrió en las cuerdas vocales fue porque no tuvo actividad y luego forzó su voz para una obra en Italia, explica el artista

Ciudad de México, 29 de diciembre de 2020. En un encuentro en vivo con sus seguidores por Instagram, el tenor Javier Camarena se sinceró: estaba recuperándose de una lesión en una cuerda vocal que le hizo padecer para alcanzar sus famosos sobreagudos.

Al hacerlo público a mediados de noviembre, el cantante rompía con un tabú en el mundo de la ópera: no hablar de las lesiones.

En esa conversación con sus admiradores les recordó que, a pesar de las proezas en el escenario, los cantantes de ópera no son supermanes de la voz, sino seres humanos que tienen derecho a enfermarse.

Camarena debió guardar silencio absoluto por indicación de un foniatra al que fue a ver a Turín, después de consultar con otros médicos.

Reapareció en aquella transmisión para contar de viva voz su experiencia y dispuesto a echar por tierra el estigma de las lesiones que pesa sobre los cantantes.

En entrevista telefónica desde su casa en Suiza, Camarena se refiere al cantante de ópera como un atleta de la voz y, como cualquier atleta, también expuesto a las lesiones.

“La cosa es que no se cuenta, hay como un tabú o un estigma sobre los cantantes, totalmente erróneo.

“Si Nadal o Federer se tuercen un tobillo en un partido nadie dice: ‘este no sabe jugar tenis’ o ‘este no sirve para jugar tenis’, nadie. Por el contrario, todo el mundo lo apoya, le desea lo mejor en su recuperación.

“Nosotros realizamos también un trabajo de alto rendimiento con la musculatura que interviene en la producción del sonido”, comparte.

El canto, insiste, es un trabajo físico de alto rendimiento. Pero el cantante de ópera es estigmatizado cuando se lesiona. “No es justo que pase esto porque te sientes muy solo. No puedes comentar con nadie”, dice.

Por eso quiso abrirlo, compartirlo con los jóvenes cantantes.

“Es algo que deben de saber, que estamos muy expuestos a ello, y aparte ¿sabes de la depresión y angustia, del dramatismo con el que uno vive este tipo de cosas? Y aparte tener que vivir con el miedo de que te señalen, no se vale. Fue algo que quise hablar abiertamente”, expresa.

Lo suyo no era ni un nódulo ni un pólipo, sino que un “vasito” en una de las cuerdas vocales se inflamó y sufrió una pequeña hemorragia.

Una lesión cerca del borde de la cuerda, apenas del tamaño de una cabeza de alfiler, que pudo ser detectada a tiempo y no ameritó cirugía.

Lo que le sucedió, explica, es que se tomó muy en serio la pandemia. Había regresado de Nueva York a su casa en Suiza al cancelarse en marzo las funciones de La cenicienta en el Metropolitan Opera House de Nueva York, teatro que ha sido testigo de sus históricos bises.

Dejó de cantar y practicar, se concentró de lleno en su familia.

A finales de agosto fue llamado para una grabación de El pirata, de Bellini, que saldrá en la primavera de 2021.

Después de cuatro días de grabación, con una última sesión muy larga e intensa, partió a Viena para cantar La hija del regimiento, en la que son habituales sus famosos do de pecho.

Se enfrentaba también a la presión de un rol nuevo, Fernando, de la ópera Marino Faliero, que debutaría en el Festival Donizetti en Bérgamo, Italia.

En un mismo día, por la mañana ensayó el primer acto de La hija del regimiento y al terminar, durante dos horas trabajó en el Marino Faliero, que posee dos arias con fama de “acribillantes”, de una tesitura muy aguda.

Recibió una llamada de última hora: había enfermado el tenor Liparit Avetisyan, que haría El elixir de amor. Aunque lo pensó, le ganó la emoción y aceptó sustituirlo.

Camarena salvó aquella función del 14 de septiembre en Viena. Quedó satisfecho por el esfuerzo hecho, pero no feliz. Le había costado proyectar la voz.

Pudo descansar un par de días antes de proseguir con las funciones de La hija del regimiento y decidió consultar con un foniatra, que nada raro encontró en sus cuerdas. El médico le explicó que al estar inactivo tanto tiempo, provocó que la musculatura no estuviera lo suficientemente fuerte para soportar la carga de trabajo y la tensión. Le aconsejó no parar y seguir cantando.

Decidió ir a Italia a consultar a un foniatra que le recomendaron y quien detectó, al fin, lo que ocurría.

Quizá el día de la función de El elixir de amor o en la grabación para la Ópera de Los Ángeles, uno de los “microvasitos” de la cuerda vocal se inflamó y colapsó.

“El problema fue que cuando regresé (a cantar) no tuve la suficiente preparación previa, tendría que haber hecho este proceso, volver a entrenar, volver  a ganar resistencia.

“Me aventé, la verdad es que estuvo bien, pero aguanté muy poco, y al querer solventar cosas, pasó este detalle con mi cuerda que me llevó a esta pequeña lesión”, cuenta.

Decidió poner como prioridad su salud vocal y cancelar su esperado debut con Marino Faliero en noviembre.

“Quise dejar a mi cuerpo y a mi voz recuperarse a su ritmo”, dice el tenor, que se declara listo para volver: “Me siento bien”.

Texto: Erika P. Bucio / Agencia Reforma / Foto: Archivo