22 febrero,2018 12:29 pm

Seduce Ruizpalacios a la Berlinale con filme sobre saqueo mexicano

Berlín, Alemania, 22 de febrero de 2018. El director mexicano Alonso Ruizpalacios sedujo hoy a la Berlinale con “Museo”, un “road movie” sobre el expolio que sufre México, tanto artístico como de identidad, interpretado por Gael García Bernal y en un festival ansioso de refrescarse con nuevos talentos.
“Nos damos cuenta de lo que tenemos cuando lo perdemos, cuando estamos ante una vitrina vacía”, explicó el realizador, de regreso en el festival berlinés, donde en 2014 ganó el premio a la mejor ópera prima con su debut como realizador, “Güeros”.
“Museo” es, a la vez, la historia de un robo de los tesoros de arte maya en el Museo Nacional de Arqueología u otros saqueos a su patrimonio, pero también un filme sobre la amistad entre dos estudiantes, Wilson y Juan, y la búsqueda mutua entre padre e hijo.
Su puntal es García Bernal -Juan-, su hilo conductor y también el rostro más mediático, quien apareció repentinamente en plena rueda de prensa cuando ya no se contaba con él, recién aterrizado en Berlín y dispuesto participar en la presentación de una “película hecha entre amigos”, como dijo Ruizpalacios.
“Estaba claro que quería hacer esta película, somos amigos desde hace años, quería volver a rodar en México, como quería hoy estar aquí”, explicó el actor, tras disculparse una y otra vez por el aire de despiste con que respondía a las preguntas, de nuevo invitado a un festival del que ha sido visitante habitual.
“Museo” parte de un saqueo real, ocurrido en 1985, el año del devastador terremoto en ese país, y del que las autoridades mexicanas responsabilizaron a mafias de traficantes de arte extranjeras y no a los presentados como responsables en el filme, dos muchachos de Ciudad Satélite, a 23 kilómetros de la capital, recordó su productor, Ramiro Ruiz.
El Juan de García Bernal, un estudiante de veterinaria, es una especie de saboteador de festejos navideños familiares, lo que un mexicano definiría de “pendejo” o eterno Peter Pan.
Acompañado de Wilson -Leonardo Ortizgris- perpetra un robo que, a ojos de su padre, solo puede ser obra de “miserables traidores” al país y su patrimonio.
Es un traición múltiple, también al padre, en la que arrastra al amigo, del que solo se desprenderá para caer en un tugurio llamado “Puertas del Paraíso” y que no es lo que su nombre indica.
“Nosotros mismos, los mexicanos, no sabemos por qué nos robamos o dejamos que nos roben, por qué dejamos de ser lo que somos”, explicó el realizador, cuya cámara se mete primero en la navidad familiar para saltar al saqueo y discurrir luego entre carreteras, de Ciudad Satélite a Acapulco, en busca de comprador.
Juan y Wilson irán dando tumbos, un poco a lo “Thelma and Louise”, pero sin el arrojo de los personajes de Susan Sarandon y Geena Davis en el mítico filme rodado por Ridley Scott en 1991.
“Museo” no tiene el brío de “Güeros”, el “road movie” e historia entre amigos del primerizo Ruizpalacios, sobre el trasfondo de las protestas juveniles mexicanas por el derecho a la educación.
Pero tuvo una acogida cálida en el pase para los medios, coronada por el abrazo fraterno en la conferencia de prensa entre García Bernal, su director y resto del equipo.
La Berlinale había entrado en el penúltimo día de su competición necesitada de algo de frescura juvenil y nuevos cineastas, como el mexicano.
Ruizpalacios compartió su jornada en la sección oficial con “Touch me not”, dirigida por la rumana Adina Pintilie y cuyo argumento gira en torno a una mujer que busca el sexo, pero está incapacitada para el contacto físico.
Pintilie se convierte en una especie de terapeuta que recorre distintos personajes, desde un hombre con graves malformaciones físicos que sin embargo vive su sexualidad en plenitud a esa mujer a la que no le falta nada, pero que no soporta una caricia.
El filme discurre entre largas secuencias de exposición de esas terapias, monólogos y algún episodio de sexo en grupo o sadomasoquismo, tratadas con pulcritud de laboratorio.
Fue un producto difícil de encajar en la sección oficial de la Berlinale, que mañana entrará en su esprint final con las dos últimas películas a concurso: la polaca “Twarz” -“Mug”-, de Malgorzata Szumowska, y la alemana “In den Gängen” -“In the aisles”-, de Thomas Stuber.
 
Idris Elba deslumbra a la prensa de la Berlinale con “Yardie”
La estrella británica Idris Elba presentó hoy en la Berlinale su primer trabajo como director, “Yardie”, la historia de cómo un niño jamaicano acaba metido en un mundo de drogas en el Londres de la década de los 80 al crecer movido por la sed de vengar la muerte de su hermano mayor.
“Eché muchísimo de menos ser un actor. Un actor viene, hace su papel y se va a casa y se olvida de todo”, comentó entre risas sobre su ópera prima que se proyecta en la sección Panorama, la segunda más importante del Festival Internacional de Cine de Berlín, tras su estreno en Sundance.
Para Elba su principal problema a la hora de ponerse tras la cámara fue que es muy desorganizado. “Pero como director tienes que ser muy organizado”, indicó. A pesar de los problemas que tuvo para planificarlo todo lo calificó como “una gran experiencia” después de 30 años como actor y afirmó que no será la única que haga. “Me gustaría hacer más”.
La historia comienza en el verde de las colinas a las afueras de Kingston, la capital de Jamaica, en el año 1973, donde un niño de diez años de edad llamado Dennice, y conocido por todos como “D”, anuncia que va a narrar la historia del camino que eligió entre la honestidad y la condena.
“D”, interpretado de niño por Antwayne Eccleston y ya de mayor por Aml Ameen (“The Maze Runner”), crece en medio de la violencia en un gueto de Kingston, bajo el cuidado de su hermano Jerry Dread, a quien da vida Everaldo Creary (“Better Mus’ Come”).
Su mundo se hará añicos cuando su hermano muere en una fiesta que organiza intentando usar sus dotes como DJ para poner fin a la lucha entre las bandas rivales y lograr así paz en el gueto. En la tradicional ceremonia funeraria que se prolonga durante nueve noches tras la muerte de Jerry, “D” rehúsa permitir que el espíritu de su hermano se vaya y crece impulsado por el deseo de ver muerto a su asesino.
“Queríamos hacer una película sobre la pasión y el trauma y cómo el trauma te lleva por la vida”, explicó sobre el eje sobre el que se mueve toda la trama. “El centro de mi película es el trauma y cómo lidias con ello, igual que sucedió en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial”, apuntó.
“Uní el trauma con el impulso de ver quién quieres ser”, comentó el actor de películas como “Beasts of No Nation” o “Thor” y de series de éxito como “The Office”, “Luther” o “The Wire”.
A lo largo de 100 minutos, el espectador asiste a su transformación de niño inocente a miembro de la banda de criminales liderada por King Fox (Sheldon Shepherd), que decidió cambiar el negocio de la música por el de la cocaína. En un intento por evitar que comience una guerra en Jamaica, Fox decide enviarlo lejos. Es así como llega a Londres, en 1983, con un kilo de cocaína escondido en los pantalones.
“Al estar en Londres en esa época era muy fácil ir en una dirección o en otra. Cuando eres un inmigrante en Londres en los 80 es muy sencillo ir a la derecha o a la izquierda. Había tentaciones”, recuerda Elba sobre una década marcada por la gran afluencia de inmigrantes.
El director novel, hijo de padre sierraleonés y madre ghanesa, destacó además cómo ha crecido desde entonces su Reino Unido y apuntó que la inmigración ha contribuido considerablemente a que el país en el que nació sea el que es hoy en día.
Muchos de esos inmigrantes que llegaron a Inglaterra en esa época procedentes de Jamaica llevaron consigo la violencia y pasaron a ser conocidos por los británicos como “Yardies”, que es también el término con el que se conoce a las personas que residen en viviendas sociales precarias en Kingston, donde la pobreza, el crimen y la violencia se convirtieron en su marca de identidad.
El reflejo de la vida criminal en Jamaica y luego en Londres hace recordar al espectador a la película brasileña “Ciudad de dios” de Kátia Lund y Fernando Meirelles. “Fue una referencia para hacer el film”, reconoció Elba. “Las dos tienen la autenticidad en común”, declaró sobre su ópera prima en la que le gustaría que los jamaicanos se vieran reconocidos.
Basada en la exitosa novela homónima del escritor británico nacido en Jamaica Victor Headley, que tras su publicación en 1992 se convirtió en un libro de culto, Elba aunó en este film no sólo su experiencia delante de la cámara, sino también su pasión por la música que lo llevó a convertirse en DJ bajo el nombre de Big Driis o Big Driis the Londoner y en cantante de Hip hop y soul.
La música ocupa un lugar predominante en este thriller de gangsters, desde el hermano mayor en su faceta como DJ, hasta los clubes de jamaicanos en el Londres de los 80 con sus “sound system”, como denominan los jamaicanos a los DJs que tienen un potente equipo de sonido para ambientar fiestas con reggae o el popular estilo jamaicano de “dancehall”.
“Todo el mundo conoce la música de Jamaica, pero no todo el mundo sabe de dónde viene esa música. Con el film damos la oportunidad de ver de dónde viene este tipo de música”, explicó sobre la banda sonora para que experimentaron con diferentes sonidos. “Es algo que se puede escuchar sin necesidad de ver la película”.

Texto: Dpa/ Foto: EFE