8 agosto,2018 5:15 am

Si hubiera trabajo no nos iríamos de nuestros pueblos, dice jornalero antes de salir a Sonora

Texto: Zacarías Cervantes / Foto: Lenin Ocampo
Chilapa, Guerrero, 8 de agosto de 2018. El campesino nahua, Marciano Torres López es originario de Xochitempa, municipio de Chilapa, y padre de un niño de 7 años y una niña de 5. Con ellos y su mujer ayer abandonó su comunidad, donde dejó su casa con todas sus pertenencias, sus pocos animales, su cosecha de la temporada pasada y el resto de su familia.
Él es uno de los 211 indígenas que fueron contratados como jornaleros agrícolas para las plantaciones de chile en Guaymas, Sonora. Se trata del primer grupo de jornaleros agrícolas que sale del estado durante la temporada que comienza en agosto y termina en enero.
Marciano se dice contento porque va en busca de un empleo, pero su semblante contrasta con lo que expresa y, finalmente, reconoce que, “si tuviéramos tierra para sembrar o trabajo seguro aquí no habría necesidad de salir de nuestro pueblo, pero tenemos que sacar adelante a la familia”.
Alrededor del jornalero, decenas de campesinos se arremolinan rodeados de mochilas, vasijas, petates, bolsas llenas de cachivaches, barricas y hasta antenas de televisión que se llevan, mientras en las amplias instalaciones de la Unidad de Servicios Integrales de Chilapa, los niños, ajenos a la nueva vida que les espera, se entretienen jugando en grupos.
En distintos sitios de las instalaciones, familias completas comen en círculos y en cuclillas. Sobre el piso colocan sus alimentos, tortillas con salsa o frijoles que han traído de sus comunidades, y los de más suerte degustan pollo rostizado.
Recargado en uno de los camiones que los trasladarán a Sonora, Marciano observa entre triste y distraído el escenario. En tanto, su mujer entretiene a poca distancia a Fernando y a Nancy, sus dos hijos.
Dice que fue contratado por el Campo Guadalupe, ubicado cerca de Empalme, Sonora, para trabajar en los cultivos de chile morrón y jalapeño, tomate, pepino, melón y sandía.
Se le pregunta si sabe cuánto le van a pagar, el indígena mira hacia el cielo, después menea los dedos de ambas manos como haciendo cuentas, “lo que haga uno, eso es lo que vamos a ganar”, responde.
–¿Por cuánto tiempo se van?
–Pues, unos 10 meses, más o menos, como en junio del próximo año regresamos.
Entonces, interviene Lorenzo Nava, otro jornalero también de Xochitempa que observa de cerca la charla, “eso es cuando nos mandan de allá, pero a veces cuando uno se viene antes, se viene uno pagando todo, cundo uno no cumple el contrato, pero cuando uno cumple, entonces nos ponen camión”.
–¿Usted ya ha ido?
–Sí, el año pasado estuve allá, nomás que nos vinimos por algunos compromisos que salen aquí. Yo me vine en abril.
–Oiga, ¿pero por qué se va?
–Yo, la verdad, te voy a decir, yo no tengo terreno para sembrar maíz, por eso salimos a buscarle por allá, para que nos ayudemos un poco porque aquí no hay mucho trabajo, a veces encontramos trabajo pero por tres o dos días, pero es poco, y ya ves que los gastos están caros aquí, y te pagan 120 pesos y si apenas trabajas dos días, es poco.
–¿Y allá cuánto ganan?
–Es por rendimiento, como le digo, el día nos están pagando como 200 pesos.
–¿Usted se va también con su familia?
–No, yo solo con mi esposa, la verdad nosotros no tenemos niños, por eso así nos vamos, pero los que tienen se los llevan.
En cambio, Marciano se va con su esposa y dos de sus hijos de 5 y 7 años.
–¿Sus hijos no van a la escuela?, –se le pegunta a Marciano.
–Sí.
–¿Y cómo le hacen?
–Allá hay escuelas, desde jardín de niños hasta secundaria.
–¿Y si le conviene irse a trabajar allá?
–Pues más o menos, no mucho, pero sí sacamos algo, aunque sea nomás para comer, pues.
–¿Y si nomás saca para comer, por qué no se queda mejor aquí?
–Pus, no hay más que hacer aquí, más que sembrar milpa y frijol, y eso no nos alcanza si queremos hacer una casita o comprar un mueblecito, para eso tenemos que ir a buscar una chamba donde buscar un poquito más, y aquí no se gana para eso.
–¿Aunque deje todo?
–Sí, dejamos la casa, nuestras cositas, los animalitos.