4 marzo,2024 9:44 am

Siembran en niñas vocaciones en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas

 

Ciudad de México, 4 de marzo de 2024. Dos o tres días entre semana, y a veces hasta los sábados, Vanessa Cortés pasa unas horas trabajando con el equipo de robótica de su escuela, los Nucleólicos.

Y aunque admite que puede ser un gran esfuerzo, la joven de 14 años, quien cursa el segundo grado en la Secundaria Oficial 12 Héroes de la Independencia, en Toluca, lo contrapone con lo mucho que le gusta esta actividad.

“Sí es complicado, pero es algo a lo que le encuentras pasión. Entonces, le tienes este amor a la robótica y empiezas a verlo como un pasatiempo, como un hobby, y no como una responsabilidad”, comparte en entrevista.

Los Nucleólicos es uno de los equipos participantes en la First Lego League (FLL), un programa educativo con presencia en 110 países, el cual lanza anualmente un desafío para que niñas, niños y jóvenes de 4 a 16 años propongan soluciones creativas y diseñen proyectos en beneficio de sus comunidades desde la ciencia y la tecnología.

“Es un programa que nos ha sido muy atractivo porque es muy lúdico. Te diría que las niñas y niños, y hasta los docentes, casi que lo podrían confundir con que están divirtiéndose jugando, aunque a la par están aprendiendo muchísimo”, dice a Reforma Roberto Saint Martin, director general de Fundación Robotix, instancia que representa en México la iniciativa creada por Lego Education y la organización First.

“Y no sólo (hay aprendizaje) en programación, mecánica o en temas que sonarían más robóticos, sino sobre todo en temas humanos: en la confianza que las niñas y niños tienen de ellas y ellos mismos; en la capacidad de comunicarse, porque tienen que explicar sus ideas, además de negociar, porque trabajan en equipo, y trabajo bajo presión”, agrega el ingeniero mecatrónico egresado del Tec de Monterrey.

Baste como prueba escuchar a Vanessa explicando la experiencia inmersiva que en equipo decidieron diseñar a propósito de que esta Temporada 2023-202 la temática propuesta por la FLL es “Masterpiece”, con una invitación a sumar la pasión por las artes con el mundo STEM (siglas en inglés para ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

“Funciona a base de pastillas piezoeléctricas que al recibir un impacto se polarizan y tienen una división molecular, generando un pulso eléctrico. Este pulso eléctrico nosotros lo almacenamos y lo mandamos a luces RGB, que se prenden justo al momento del impacto, haciendo que la audiencia pueda interactuar con el piezo”, detalla la joven mexiquense sobre el proyecto que busca crear experiencias inmersivas autosustentables.

“Y la segunda parte es la bocina, que le llamamos bocina inversa ya que no utiliza electricidad para generar sonido, sino que utiliza el sonido para generar electricidad. Funciona ya que las ondas sonoras, las vibraciones de sonido, llegan a la membrana de nuestra bocina que está conectada a bobinas, las cuales se mueven a través de un imán, causando un efecto de inducción magnética. Así generamos corriente alterna, y la conducimos por un puente de diodos para rectificarla a corriente directa”.

A lo largo del país, donde este año Fundación Robotix espera que el programa impacte en más de mil 400 instituciones educativas y centros de aprendizaje, la variedad de propuestas ilustra las distintas realidades y problemáticas que atraviesan los menores.

Por ejemplo, señala Saint Martin, alguna vez, cuando la temática fue “Transporte”, niños de Xochimilco buscaban cómo poder transportar mejor la hortaliza de su familia; sobre el arte, un equipo de Monterrey se propuso mejorar la enseñanza musical para niños con ceguera, y en torno al problema del agua, una comunidad indígena en Yucatán ideó cómo bombearla a partir de turbinas eólicas.

“Entonces, varios de estos proyectos, si bien no necesariamente son una innovación patentable, sí nos hablan de la posibilidad de generar una mejor calidad de vida en la comunidad”, resalta el titular de Fundación Robotix, entidad que en sus 18 años de historia ha podido alcanzar más espacios gracias a la colaboración con secretarías de Educación estatales, gobiernos municipales, organizaciones y empresas.

Uno de los mayores impactos que se ha conseguido es transformar la visión de las niñas y niños en torno a la ciencia y tecnología, descubriéndoles una posibilidad que antes ni siquiera concebían; “muchos de ellos nunca habían escuchado antes que pueden ser científicas o ingenieros o matemáticas”, apunta Saint Martin.

“Por ejemplo, una maestra de Tlalpan de una zona rural nos decía: ‘Pues es que en mi comunidad todos quieren ser o chóferes de un camión o quieren ser toreros o carniceros o enfermeras’. Y a través de este programa de pronto descubrían que pueden ser ingenieras o biotecnólogas, o que pueden ser programadores o matemáticas.

“O de pronto se acercaban los papás y las mamás a decirnos: ‘Oigan, ¿entonces vale la pena que mi hija estudie bachillerato?'”, prosigue Saint Martin. “Entonces, nos dimos cuenta que lo realmente relevante es darle a todas las niñas y niños en todos los espacios de la República, sin importar su condición, las mismas oportunidades”.

Vanessa, por su parte, ya tiene algunos indicios de a qué le gustaría dedicarse de grande.

“Me llama mucho la atención la parte de la ingeniería aeroespacial y la neurología (…) Creo que son áreas muy interesantes y que tienen mucha oportunidad de descubrir nuevas cosas en la ciencia, por lo cual a mí me gustaría tener este descubrimiento y aportar algo.

“Lo que más me llamaría la atención es hacer los cohetes, toda la parte de su funcionamiento”, continúa la joven mexiquense, quien además ha descubierto algo importante en su equipo de cinco hombres y cinco mujeres. “No hay diferencia alguna entre qué podría hacer un hombre y qué podría hacer una mujer dentro del equipo, se consideran iguales dentro de sus capacidades”.

El Evento Nacional de FLL, con 120 equipos finalistas de entre los cuáles se elegirán 12 para representar a México próximamente en Estados Unidos, Noruega y Australia, se realizará este 9 de marzo en el Centro Histórico y Cultural Juan de Dios Bátiz, ubicado en el Casco de Santo Tomás del IPN.

 

Nunca acepten un no

Desde Chihuahua, uno de los equipos que llegan a la Ciudad de México para participar en el FLL nacional es Devolt Kova, integrado por 10 niñas de entre 10 y 14 años.

“Comenzamos a ver que aquí en Chihuahua había muchas barreras, más para las mujeres; había mucho el estigma de que: ‘No, la robótica es sólo para hombres, que esto y lo otro, aquí y allá’. Y decidimos iniciar con un equipo que fuera solamente femenil, y de ahí nació el equipo, que es el primero 100 por ciento femenil de aquí de nuestro estado”, cuenta en entrevista Andrea Armendáriz, una de sus coaches.

“Por medio de veraneadas, actividades que hacíamos del área STEM, comenzamos a identificar a esas niñas que destacaban, que se les notaba la pasión”, refrenda la joven de 19 años, estudiante de la licenciatura en derecho en la Universidad Tecmilenio.

En un espacio de dicha casa de estudios, un antiguo gimnasio convertido en taller, se reúnen siete equipos de robótica de diferentes categorías, entre ellos Devolt Kova, que en su debut la temporada anterior ideó un proyecto de hidroponía para hacer más eficiente el uso de agua en los cultivos de las zonas rurales.

“Era con un pasteurizador solar, básicamente para que (los agricultores) pudieran estar reutilizando el agua que ellos tenían al alcance. Este pasteurizador se encargaba de procesar, por así decir, el agua, y que así pudiera estar fluyendo”, detalla Armendáriz sobre esta iniciativa que si bien valió al equipo un viaje al Campeonato Mundial de FLL, en Houston, no pudo materializarse por falta de fondos.

Algo similar sucedió en 2017 con un equipo en la categoría First Tech Challenge, en donde comenzaron Armendáriz y su compañera Andrea Hernández, cuyo proyecto para llevar agua potable a escuelas públicas y comunidades afectadas en Chihuahua debido a la contaminación por arsénico y plomo continúa a la espera de fondos para hacerse realidad.

Siguiendo la temática de este año, las niñas de Devolt Kova han buscado acercar el arte a los débiles visuales, diseñando un manual sensorial con herramientas como texturas, olores, temperatura, relieves, colores, luces, vibraciones y sonidos. Con base en ello crearon una pieza sobre un viaje a Marte para una exposición de museo.

“Se les ocurrió en el Museo Semilla, que es el museo de ciencia y tecnología que tenemos aquí en Chihuahua, ya que el área de astronomía, que es la que más le gusta a las niñas, tiene cohetes y cosas a escala, pero todo está detrás de una vitrina. Entonces, pues una persona débil visual pues no lo puede disfrutar” explica Armendáriz.

Por ello optaron por crear todo este recorrido de la Tierra al Planeta Rojo con texturas, relieves, calor y otras herramientas de su manual, que ya buscan traducir a otros idiomas mientras esperan conseguir un espacio en el Museo Semilla para su exposición.

Segura del impacto positivo que este equipo ha creado en la entidad, donde varios padres de familia se acercan preguntando cómo sumar a sus hijas, Armendáriz -a quien los interesados en financiar los proyectos pueden escribirle a [email protected] ofrece un consejo para las niñas y jóvenes que se quieran aventurar en este mundo.

“Que no permitan que nadie les diga que no pueden hacer algo solamente por ser mujeres; no acepten nunca un no como respuesta. Ya que si ellas se lo proponen, pueden lograr hacer grandes cosas”.

 

Si te apasiona, agárrate de eso

Lo que empezó como mero juego en un curso de verano terminaría por definir el rumbo de Arantza Méndez, estudiante de ingeniería mecatrónica en la Universidad Panamericana.

Tenía apenas 7 años cuando su mamá la llevó a una sede de Robotix en Miguel Ángel de Quevedo, cerca de su casa, donde cada fin de semana podía armar robots bajo diferentes temáticas: piratas, insectos, fútbol…

“En ese entonces lo que me gustó mucho es que yo iba a jugar, literalmente iba a jugar y, sin darme cuenta, me iba acercando al mundo de las STEM”, relata en entrevista la joven de 21 años que eventualmente participara en la FLL e incluso viajara a sitios como Houston o Rusia representando a México.

Aún recuerda que de pequeña solía decir que quería ser veterinaria. Hasta que un día en Robotix le dieron una tarjeta con su nombre y la leyenda “futura ingeniera”.

“Yo dije: ‘¡Wow! ¿A poco eso se puede?’. Creo que fue en ese momento donde dije: ‘Eso va a ser lo mío'”, comparte Méndez. “Tener la oportunidad de explotar mi potencial desde pequeña, la verdad es que sí fue una gran ayuda para encontrar mi vocación”.

Cuestionada sobre cómo es hoy día formarse como ingeniera siendo mujer, la joven admite que “es cansado tener que demostrar que eres capaz”, en una carrera que percibe como una constante competencia por ver quién puede o quién sabe más.

“Cuando ven, por ejemplo, mi caso, la trayectoria que tengo, pues algunos la conocen, por eso como que no me llevan de bajada. Digo, tampoco es como que hay personas a las que sí las traten menos, pero creo que sí me ha tocado como que te tienes que ganar a las personas, ganarte tu lugar.

“Entonces, sí, luego es como medio pesado porque simplemente soy una persona que tiene los mismos intereses que tú. Pero sí me ha tocado que tienes que ganarte pues no el respeto, pero que sepan que eres también capaz. Y luego es un poco cansado”.

Eso al menos en el ambiente académico, a diferencia de sus días en Robotix donde, si bien podía llegar a ser la única mujer del equipo, jamás percibió ninguna diferencia; “literalmente, eran mis hermanos”, considera. Ahora su hermandad es con las pocas mujeres de su carrera.

“Nos apoyamos más entre nosotras, decimos: ‘Somos muy poquitas, pero todas vamos a acabar, ¿eh?’; todas nos apoyamos, seguimos adelante. Siento muy padre porque ahora ya por fin tengo como ese equipo de puras niñas, y tengo mi grupito de amigas que estamos todas estudiando la misma carrera”, dice, esperanzada en que la labor de Robotix y otras instancias contribuirá a erradicar la brecha de género.

Su consejo para quienes deseen seguir un camino como el de ella es: “Si hay algo que te apasiona y sientes cierta curiosidad, agárrate de eso y no lo sueltes, porque eso es lo que te va a ayudar a seguir adelante.

“Y creo que es eso: no dejarse influenciar por lo que otros piensan o digan”, continúa. “Tienes que permitirte, dejarte enamorar por el mundo STEM. Aviéntate y créeme que no te vas a arrepentir si es que encuentras tu pasión ahí”.

 

Texto y foto: Agencia Reforma