11 junio,2020 1:55 pm

Sin prestaciones ni seguridad social laboran albañiles; piden despensas al gobierno

Desde que comenzó la emergencia sanitaria por el Covid-19 son pocas las veces que logran acomodarse en algún trabajo, señalan

Acapulco, Guerrero, 11 de junio de 2020. Sin medidas de seguridad ni prestaciones es como trabajan albañiles en las distintas obras en las que son contratados, aunque desde que comenzó la emergencia sanitaria por el Covid-19 son pocas las veces que logran acomodarse, a pesar de que este sector se reactivó desde el 1 de este mes.

Un grupo de albañiles, conformado por jóvenes menores de 20 años y adultos mayores de 60 años, esperan a diario que llegue alguien a solicitar de sus servicios en La Cima, a un lado de las escaleras del puente peatonal, y piden que las autoridades los volteen a ver y les lleven despensas.

Al lugar se acerca un hombre y les pregunta cuánto cobran, por lo que lo rodean 10 de ellos que esperan trabajo. La reacción del cliente es dar un paso atrás al ver el grupo y les pide que se alejen y que usen cubrebocas para poder hablar con ellos.

La oferta de trabajo es para hacer una losa el domingo. Uno de ellos quedó en ir a ver la obra para elaborar un presupuesto y entonces decidir a cuántos se podrá emplear. “Pero es hasta el domingo y yo llevó más de 10 días sin trabajar”.

Carmelo Mejía Sánchez tiene 65 años. Él se fracturó hace años una pierna, lo que le complica laborar. Es de los que menos tiene contratos y por ello sus compañeros a veces lo llevan y que gane dinero. Lleva 30 años trabajando en la construcción y actualmente vive con su esposa, que tiene cinco años menos que él, y con un nieto que se quedó con ellos después de que sus padres se separaron.

Al preguntarle si tienen Seguro Social o alguna prestación cuando los contratan para trabajar, respondió que “lo que tenemos es hambre, nos valemos nosotros mismos, venimos para sacar pa la tortilla”.

Gustavo Rojas Catana trabaja desde los 14 años como albañil. Abandonó los estudios para ayudar a su mamá que perdió la vista y le cortaron una pierna; “a mí me hubiera gustado estudiar pero ya no pude. Sí era inteligente, mi promedio era de 8”. A los 18 años se casó. Actualmente tiene 28 años y tres hijos.

Él, como sus compañeros, cada vez que se accidenta se atiende con ayuda de sus patrones, pero no siempre los apoyan. Recordó cuando se cortó la mano quien lo contrató pagó el costo de la suturación pero no en el momento, sino que él pagó primero con su dinero y después se lo repusieron. Luego le dijeron que lo apoyarían porque se quedó sin trabajar, pero no lo hicieron.

Explicó que como son trabajadores contratados por día no tienen prestaciones ni seguridad social para atención médica ante cualquier accidente que tengan durante la obra; cuando consiguen obras grandes es cuando llegan a tener dicho beneficio, pero que no es siempre.

Gustavo va de la colonia Sinaí, donde vive, a La Cima para estar en el lugar donde ya se convirtió en costumbre para quien busca un trabajador para obra. Llega a las 7 de la mañana, mientras que otros llegan desde las 6, pero él se queda hasta las 11 de la mañana. “Me voy cuando me gana el hambre para almorzar porque esta lejos de aquí a la casa”. Otros se quedan hasta la 1 de la tarde.

En el grupo de trabajadores de la construcción se observó que algunos traen cubrebocas, pero otros no porque no creen que exista la enfermedad que los tiene casi sin empleo.

Expusieron que desde hace tres meses no han tenido ingresos, y que a los que les ha ido más o menos bien los han contratados uno o dos días a la semana, pero han pasado semanas sin laborar.

Ellos cobran 500 pesos por día cuando es sólo un día el que los contratan, pero cuando es toda la semana se negocia dependiendo del trabajo, entre 250 y 300 pesos al día.

Se consideran mil usos porque no solamente hay albañiles, sino que saben de plomería y otros oficios.

Dijeron estar desesperados la falta de trabajo y que no pueden quedarse en casa al no tener dinero; “la olla de frijol se acaba de tanta lumbre abajo”, dijo uno de ellos.

“Nomás vemos pasar las camionetas con las despensas, pero aquí no se paran”, comentó otro, quien reprochó que las autoridades no los volteen a ver y no los apoyen con alimentos ante la falta de empleo.

Texto: Mariana Labastida / Foto: Jesús Trigo