15 mayo,2024 2:38 am

Solicitan ayuda vecinos de la comunidad Pueblo Nuevo de Acapulco luego de los daños que dejaron Otis y los incendios

 

Acapulco, Guerrero, a 15 de mayo de 2024.- El incendio de hace unas semanas en el parque nacional El Veladero casi arrasó con la comunidad de Pueblo Nuevo, cuyos pocos habitantes que quedan después de los estragos que vivieron por el huracán Otis se refugiaron en la pequeña capilla y piden ayuda para reconstruir sus viviendas y el camino destruido tras el meteoro del 25 de octubre.

Enclavada en medio del área natural protegida, a un kilómetro y medio de las últimas casas de la colonia María de la O, la comunidad se encuentra aislada y sólo se puede llegar caminando después de media hora de subida; los “Servidores de la Nación” que levantaron el censo federal por el huracán categoría 5 no quisieron acudir porque les dijeron los vecinos que ahí “no era Acapulco”.

“Estamos jodidos”, dijo a El Sur el comisario Inocente Liborio, quien contó que el 24 de abril intentó llegar a Pueblo Nuevo, pero en una parte del camino de subida ya no pudo avanzar por el fuego que arrasó con la flora y fauna de esta parte de El Veladero, que tiene de referencia las enormes torres de luz que cayeron con el Otis y nuevamente fueron levantadas.

Por su parte, Salvador Liborio intentó bajar de la comunidad a la colonia María de la O, pero el fuego también se lo impidió, entonces tuvo que regresar a refugiarse con algunos pocos vecinos a la capilla de la comunidad, que se encuentra en medio de ésta y que mide unos 15 metros de largo por 10 de ancho.

En la visita de este periódico este martes se pudo constatar las cenizas de los árboles que se quemaron y otras esparcidas en el terreno que conforma Pueblo Nuevo, con una altitud de 574 metros sobre el nivel del mar, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi); una de las consecuencias más sensibles para los vecinos de la comunidad es la quema de las mangueras con las que se surten el agua en sus casas y que también impidió que pudieran apagar el fuego.

Es un pueblo casi vacío, sólo quedan cinco familias de las 10 que había antes del huracán Otis, expuso Salvador, quien nació y vive aún en la comunidad, “aquí me voy a morir porque aquí murieron mis padres, aquí enterraron mi ombligo, para qué me van a enterrar en otro cementerio si nadie me va a visitar”.

El señor de 72 años ofreció dar un recorrido por el pequeño pueblo y mostrar, entre otros aspectos, la conocida Piedra de la Campana que suena como tal cuando la golpea otra piedra; este punto es también un mirador para toda la inmensa bahía de Acapulco, desde donde se ve el humo de los incendios forestales que dificulta la vista a lugares más alejados, y los árboles del parque nacional reducidos a cenizas.

El huracán categoría 5 causó estragos en la comunidad, tumbó las casas de por sí endebles hechas de láminas, palos y bajareque, y también tiró árboles y el techo de la primaria Guadalupe Victoria, que no tiene servicio educativo desde entonces.

Los pocos vecinos que pasaron la madrugada del 25 de octubre en este punto alto de Acapulco –algunos se habían ido con otros familiares que viven en la María de la O–, se refugiaron una vez más en la capilla, y que presume una Virgen de Guadalupe de más de 100 años de ser exhibida ahí, destacó.

Los moradores de Pueblo Nuevo solicitaron a los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que hicieron un nuevo camino para llegar a las torres caídas por el Otis, a que les ayudaran a reconstruir el trayecto hacia su comunidad, pero se negaron argumentando que sólo tenían permiso para hacer el camino a la infraestructura eléctrica desde las colonias colindantes.

Los vecinos suben y bajan al área urbana más cercana dos veces por semana y se surten de comida, tardan una hora en bajar y otra en subir; el maíz y el frijol que siembran lo usan para el autoconsumo y lo poco que les sobra lo venden en la calle o en algún mercado del municipio.

Nunca ha llegado la luz eléctrica y tienen una pequeña planta para generarla; los ingresos económicos más recientes provinieron de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que les pagó para que limpiaran y juntaran la basura vegetal generada por Otis, programa que no se ha reanudado desde el incendio de hace unas semanas.

“El gobierno nos tiene en el abandono”, lamentó Salvador, quien destaca la importancia de este pueblo porque por ahí cerca se luchó por la Independencia de México, en un punto que conocen los vecinos como El Gachupín.

Texto: Ramón Gracida Gómez / Foto: Carlos Carbajal