Ciudad de México, 4 de marzo de 2024. Después de siete años de casados, Karla e Ignacio decidieron que era tiempo de crecer su familia, aunque lo intentaron por un año, ella no lograba quedar embarazada y cuando “pegó” tuvo un aborto espontáneo.
El deseo de tener un hijo era mucho, por lo que acudieron con un especialista en fertilidad para cristalizar el sueño de convertirse en papás. “Nos dijeron que era un proceso largo y que económicamente teníamos que estar preparados, pero poco a poco se hizo”, comentó Karla.
El proceso inició a finales de 2022. Entre los estudios que le realizaron tanto a la pareja como al embrión, fue hasta abril del 2023 cuando Karla quedó embarazada. “Nuestra hija nació en diciembre, tenemos dos meses de papás, fue un proceso largo, satisfactorio, pero uno debe ir preparado porque no es seguro”.
La pequeña se llama Abril y no precisamente porque el mes en que fue implantada, sino porque ese nombre siempre le ha gustado a su papá.
Saúl Ruiz Muñoz, especialista en Medicina Reproductiva de Jalisco, informó que el 15 por ciento de las parejas tienen problemas de fertilidad y entre más tiempo dejen pasar, bajan las probabilidades de éxito en las técnicas de reproducción asistida.
El también director médico de Biofertility Center, explicó que existen tratamientos de baja y alta complejidad que se utilizan según la edad de la mujer y el problema que presenta.
“Las cosas se empiezan a complicar a partir de los 30 años, es decir, empieza a haber una declinación en la fertilidad, se empiezan a acabar los óvulos y a partir de los 35 años se acaban más rápido y empieza a disminuir la calidad de los óvulos y se eleva el riesgo de anomalías cromosómicas”, detalló.
Entre los tratamientos de baja complejidad, como el coito programado y la inseminación artificial, se recomiendan en mujeres menores de 35 años; la fecundación in vitro a menores de 50.
Ruiz Muñoz destacó la importancia de que las parejas o personas que buscan convertirse en papás se acerquen a clínicas certificadas -en Jalisco hay 16- pues de lo contrario, puede haber un desgaste económico y emocional fuerte.
“Hay pacientes que se desgastan mucho emocionalmente, económicamente, simplemente porque no acudieron con un médico que sí tenga las credenciales para ejercer este tipo de tratamientos de reproducción asistida, es muy importante que todas estas parejas que sufren de infertilidad revisen bien quién está detrás del escritorio”.
Y es que no basta con que el médico sea especialista en ginecología, sino que esté capacitado para realizar los procedimientos, además de contar con una clínica que lo respalde, es decir, que los procesos no los haga en su consultorio.
Alertó que se han encontrado anuncios en redes sociales de pseudo clínicas que ofrecen los tratamientos a bajo costo, pero no cuentan con permisos ni con los entrenamientos adecuados, por lo que las probabilidades de éxito son muy bajas o hasta nulas, e incluso se puede poner en riesgo la capacidad reproductiva de las pacientes y la vida del embrión.
Texto y foto: Agencia Reforma
