12 enero,2019 1:59 pm

Traza Mario Bellatin ruta para el Fonca

El autor, designado como secretario ejecutivo del Fonca, se niega a convertirse en el “funcionario Bellatin”, y plantea una relación horizontal con los creadores.
Ciudad de México, 12 de enero de 2019. Designado como secretario ejecutivo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), Mario Bellatin (Ciudad de México, 1960) se resiste a enfundarse en el traje de funcionario. Escritor de culto, asume su nueva responsabilidad como un creador y al Fondo, establecido hace 30 años, como una creación, un libro más.
“El Fonca es una joya, pero debe adaptarse al tiempo actual”, dice el escritor. “Pretendo que sea un centro de trabajo, más allá de un centro de becas”. Quiere establecer una relación horizontal, un pacto con el creador: “Me interesa tu trabajo, le interesa al país”.
Un esfuerzo que va en la lógica de sus proyectos anteriores, como la Escuela Dinámica de Escritores, que nunca consideró como un lugar pedagógico, donde él era profesor, o su experiencia como director de Literatura y Humanidades de la Universidad del Claustro de Sor Juana, donde promovió el encuentro de narradores. “Lo pensé como un creador, no como un académico”, ataja.
A su llegada al Fonca, no se topó con “graves casos de corrupción” ni desfalcos ni “casas blancas”.
“Me encontré con lo que sabes, cómo poder quebrar esos cordones, esos circuitos cerrados, en los cuales se repiten los becarios”, asegura.
Aunque deja en claro que los apoyos continuarán. “Aunque eso sí, vamos a afinarlos”. Se propone, por ejemplo, estandarizar la manera como se integran los comités. Bellatin ha sido becario, jurado y beneficiario del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales.
Su propósito es abrirlo, transparentar al Fondo, y que los creadores que no fueron apoyados directamente también participen. “Quiero crear una escuela también, que sea un centro de reunión”.
Un lugar siempre abierto al público. En puerta está el Encuentro de Jóvenes Creadores, programado el 14 de febrero, donde planea que concurran no sólo los becarios sino también el público en general. “Donde todos podamos ver qué está pasando y que no sea un espacio cerrado. Eso justamente llama a la suspicacia”, plantea. Y para ello están, dice, en pleno proceso de reorganización.
Anticipa su propósito de mudarlo de su sede en Sabino 63, Santa María la Ribera. “Vamos a cambiar de sede, este edificio está muy oculto, muy cerrado”, explica. Aún no revela su nueva ubicación.
El Fonca fue creado en marzo de 1989 para estimular la creación artística en el país. “Una misión difícil es llegar a toda la República”, reconoce.
En este tiempo, las prácticas se volvieron reglas. “No se previó la individualidad del artista: el estilo, la unicidad, de alguna manera, al masificar, muchas veces los artistas debíamos de adaptarnos a una convocatoria. Quiero que el artista venga, con su carácter único, que lo hace interesante. Francisco Toledo nos interesa porque es Toledo y nadie más puede serlo, hay ‘toleditos’, pero esos no nos interesan”.
Bellatin aceptó el cargo en la actual coyuntura. “Es ahora o nunca”, se dijo. Pero renuncia a convertirse en el “funcionario Bellatin”. No quiere ser otro. “Voy a seguir siendo yo”.
Un autor exiliado
Sentado frente a un largo tablón, parte del escaso menaje de su casa, a modo con su vivir austero, Mario Bellatin se asume como un exiliado de sí mismo. Lo es desde niño, cuando se apoderó de él la escritura y consiguió, a sus 10 años, su primer libro “más o menos armado”.
“Desde esa época, hay como una suerte de exilio de uno mismo porque todas las decisiones de vida las he tomado a partir de la escritura”, responde.
Hubo momentos en que esa escritura corrió el riesgo de matarse a sí misma. Escribía horas y horas, sin interlocutor ni razón de ser, sin comer. Una vorágine que presagiaba su destrucción. Logró parar. Fue la época de Efecto invernadero, creía que necesitaba de 250 páginas más para terminarlo. Un libro de laboratorio para hallar un lenguaje propio. Acabó publicándose con sólo 50 páginas.
“Desde entonces creo mucho en la edición”, dice. Una herencia de su formación cinematográfica en Cuba. Y como prueba están las tijeras sobre la mesa donde se reúne a trabajar en la edición con Guillermina Olmedo, tres horas diarias. Lo hacen así desde hace cuatro años.
“Estamos trabajando una reedición de todos mis libros, acabamos de terminar un libro de 19 novelas, 19 libros cortos, que ahora se me ha ocurrido encima destruirlos como libros, fragmentarlos y hacer un collage de fragmentos, un libro que espero terminar este año y publicarlo con Sexto Piso. Ya no es un trabajo literario como se entiende, sino un trabajo de edición”, explica.
Recibirá el Doctorado Honoris Causa de 17, Instituto de Estudios Críticos en el coloquio internacional “El exilio. Territorio de Escrituras”, el 16 de enero en el Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas. El coloquio, del 14 al 19 de enero, se traslada a partir del 17 al Centro Cultural de España.
Texto: Erika P. Bucio / Agencia Reforma / Foto: Twitter