7 junio,2019 6:58 am

Turbulencias en las alturas

Jorge Camacho Peñaloza
 
La tierra proporciona lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre, pero no la codicia de cada hombre.
Ghandi
 
Los casos de Emilio Lozoya Austin y del ministro Eduardo Medina Mora son dos pétalos de las docenas de flores de muestra de corrupción que día tras día se comete en los grandes cargos de gobierno en México, casos que no se habrían conocido si no siguiera avanzado la transparencia del ejercicio del poder a través de diferentes mecanismos sociales y gubernamentales como son los medios de comunicación globales, las redes sociales y las propias instancias privadas y de gobiernos abiertos pero de otros países que sí dan a conocer las probables situaciones de corrupción en el comportamiento de los funcionarios públicos de cualquier país.
Son increíbles los negocios que se pueden hacer desde los cargos públicos como los que Emilio Lozoya Austin, ex director de Petróleos Mexicanos de Enrique Peña Nieto, se señala que hizo como la compra en 2014 de una planta de fertilizantes por cerca de 500 millones de dólares que apenas estaba valuada en 50 y su relación con sobornos recibidos por parte de la empresa constructora más grande de América Latina, la brasileña Odebrecht, cuyos directivos detenidos en Brasil confesaron haber pagado 10.5 millones de dólares a altos funcionarios de una empresa controlada por el Estado, que habrían sido destinados para financiar la campaña electoral de Enrique Peña Nieto. Pemex entregó a esa empresa tres contratos por 39 millones de dólares.
Por su parte, el flamante ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), ex director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, secretario de Seguridad Pública con Vicente Fox, procurador general de la República con Felipe Calderón, embajador en el Reino Unido y en Estados Unidos con Enrique Peña Nieto, y propuesto por este como ministro de la SCJN –y quien durante su gestión como procurador le descongeló cuentas millonarias a Raúl Salinas de Gortari.
Pues ahora resulta que la Agencia Nacional del Crimen británica y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos dieron a conocer reportes de actividad bancaria sospechosa en sus cuentas, quien reportó ingresos al Sistema de Administración Tributaria del 2013 al 2017 por 26 millones de pesos cifra cuatro veces inferior a los montos de depósitos en sus cuentas bancarias en Inglaterra y Estados Unidos en el banco HSBC.
De ese tamaño la corrupción en solo dos prominentes representantes de la nomenclatura de la alta burocracia, criminales de cuello blanco, que se han aprovechado del dinero de los mexicanos, el dinero público, para ensanchar sus riquezas personales y para manipular las instituciones del país y la voluntad ciudadana, así de asombrosa la corrupción mexicana, la que le dio un manto protector el sistema político que resultó perdedor en la pasada elección presidencial de 2018. La cloaca empieza a destaparse y a adquirir rostros, nombres y apellidos.
En medio de esta pestilencia a Donald Trump se le ocurre acalambrarnos con imponer impuestos del 5 por ciento a los productos mexicanos que importen los gringos lo que los encarecerá y para que sigan comprándonos las empresas deberán ajustar a la baja sus niveles de ganancia, a la alta sus precios en el mercado interno, a la baja sus costos, incluyendo los salarios o niveles de actividad, traduciéndose en desempleo y menor inversión, todo a consecuencia de vender un discurso nacionalista que le funcionó como oferta política para ganar la Presidencia de su país en 2016.
Así, a unas semanas de volver a postularse para las próximas elecciones presidenciales de su país en 2020, aprovechándose del argumento de la postura flexible del gobierno mexicano ante los flujos migratorios provenientes de Centroamérica hacia el vecino país del norte, y al momento de escribir esta colaboración, leo que la presión de Trump funcionó, apretó el botón de los impuestos para que México endureciera sus acciones contra la migración centroamericana, Ebrard confirma que envió elementos de la Guardia Nacional a la frontera sur, ni siquiera lo anunció Alfonso Durazo Montaño, Secretario de Seguridad o el de la Defensa Nacional, fue el de Relaciones Exteriores.
En medio de estas turbulencias de altos vuelos me pregunto qué tanto interesa a los señores del poder que niños de la Montaña baja de Guerrero, de la comunidad de Rincón de Chautla, municipio de Chilapa, sean entrenados como milicianos de reserva de la Policía Comunitaria perteneciente a la denominada Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Pueblos fundadores (CRAC- PF) para defenderse del grupo delincuencial Los Ardillos. Me pregunto si realmente todo ese poder de esos señores del dinero como Emilio Lozoya y Eduardo Medina Mora, o ese poder de los políticos de todos los partidos y niveles de gobierno, en verdad no pueden hacer nada para que la realidad de esos niños sea otra, cambie y transforme su realidad de muerte, pobreza y hambre por una de educación, seguridad, bienestar y felicidad. El punto es ¿Qué pensarán personas como Emilio Lozoya, Eduardo Medina y Donald Trump de niños como los de Rincón de Chautla? ¿Tendrán la conciencia en la realidad?
Resulta extraño que en las altas esferas del poder hayan cosas tan negativas creadas tan deliberadamente y en las altas montañas de Guerrero haya otras pero que les son impuestas a los niños como de Rincón de Chautla, que sean realidades de un mismo planeta, unos ambicionando poder personal para destruir posibilidades colectivas y otros construyendo poder colectivo para asegurar la sobrevivencia personal; ojala que hubiera muchos Emilios Lozoya, Eduardos Medina, Donald Trumps, con ese mismo poder pero enfocado a transformar realidades como las de la Montaña de Guerrero, a fortalecer al país, al estado, y no a sus cuentas bancarias personales.
Vuela vuela palomita y ve y dile: Al sup Marcos que qué pues le pasó. Viendo la serie de Netflix “1994” quedé realmente asombrado de la tremenda barriga del otrora guerrillero, dónde pues quedó el sex appeal de esa figura de la pipa y pasamontañas que tanto alocó al publico femenino de todas las latitudes del mundo, no cabe duda, bien dice el dicho: “No es lo mismo los Tres Mosqueteros que veinte años después”.