29 julio,2023 4:52 am

Un país sin corcholatas

DE NORTE A SUR

 

 

 

Silber Meza

 

 

Ya se imaginarán que no me refiero a las de los refrescos, sino a las políticas, en particular a las de Morena. Pero denme dos minutos y me explico.

Para hablar de la suspirante y los suspirantes morenistas necesito comentar de su rival, su única rival: Xóchitl Gálvez, la más clara precandidata que existe hoy en día, tanto en la oposición como en el partido oficial. Nadie tiene más segura la candidatura que ella.

Desde que Xóchitl decidió dejar la contienda por Ciudad de México para buscar la nacional ha ido creciendo, tanto en las preferencias electorales como en la cobertura mediática. No hay periódico, revista, medio digital, radiodifusora o televisión que no hable de ella. Y, claro, tiene un gran propagandista: el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La senadora y precandidata de PAN-PRI-PRD –como cuarentón que en cada elección los veía de rivales entre sí, no me acostumbro a esta triada electoral– solicitó el derecho de réplica a López Obrador, pero el ex jefe de gobierno de la capital no quiso dárselo a pesar de que la ex delegada de Miguel Hidalgo había conseguido la orden de un juez.

El encontrón presidencial catapultó a Xóchitl. Los seguidores de la oposición, los antiAMLOs, vieron en ella una llama de esperanza, una mujer con carisma indiscutible que podía hacerle frente al presidente. Y no sólo eso, vieron algo que necesitaban: la política más lopezobradorista del antilopezobradorismo. Identificada con los indígenas, sin orígenes opulentos, que está de acuerdo con preservar los programas sociales y que no tiene sombra de corrupción (bueno, hasta hace una semana).

Es difícil decir que es un fenómeno político porque en realidad Xóchitl ha estado en la escena desde hace muchos años, al menos dos décadas, pero sí es verdad que vive su mejor momento. López Obrador ha reaccionado con tozudez y agresividad política. Diario se dirige a ella, la critica, la fustiga, la estigmatiza. Ella responde como sabe hacerlo: con agilidad mental, con ritmo, con confianza. Hasta con humor. Me recuerda mucho al AMLO candidato, aquel que podía convertir en broma sus falsas conexiones comunistas. Aquel que se autonombró Andrés Manuelovich.

¿Ven cómo nos olvidamos de las corcholatas? Por eso les digo que, desde que apareció Xóchitl las corcholatas han sido borradas de la escena mediática, en buena medida porque el presidente de la República no para de hablar de ella. A ver, no hay que ser ingenuos, también es cierto que además del movimiento orgánico que está impulsando a la legisladora por el PAN hay intereses fácticos empresariales detrás de ella que la están apuntalando con toda la energía. Eso se nota.

El potencial de la candidata, perdón, de la precandidata de la alianza opositora es tal, que Marcelo Ebrard le acaba de solicitar un debate, pero ella se negó: “Estimado @m_ebrard, vi tu invitación a un debate, pero no es el tiempo. Yo estoy centrada en ser la responsable de la construcción del #FrenteAmplioPorMéxico. Suerte en tu proceso, veo los dados cargados”, dijo en Twitter hace un par de días y le soltó un buscapiés.

Pero esta heroína, esta salvadora de la oposición que rescatará a México de las malvadas garras del lopezobradorismo, esta “xochitlmanía” que sus simpatizantes y propagandistas han alzado en hombros, parece haber encontrado su kryptonita, o al menos su primer gran golpe: el presunto conflicto de intereses denunciado –hasta ahora– por su archirrival Víctor Hugo Romo.

El villano de la historia frente a la heroína,

Romo, exdelegado de Miguel Hidalgo, en Cdmx, afirma que Gálvez cayó en conflicto de intereses cuando ella era delegada de esa demarcación, ahora alcaldía. Asegura que tiene los documentos que comprueban que ella entregó un par de permisos para la construcción de edificios, y que después estas compañías contrataron a dos empresas de la precandidata. Y acá tampoco se vale ser ingenuos: Romo, político vinculado a Morena, no tiene la mejor fama del mundo, fue acusado de corrupción por la propia Xóchitl y son enemigos políticos desde hace años. Sin embargo, si es el caso, una cosa no quitaría la otra y ella estaría comprometida.

Sí, seguimos sin hablar de las corcholatas. Es que los ojos del país entero se han colocado en el proceso de la oposición y en la confrontación AMLO-Xóchitl, tanto que las corcholatas han desaparecido del ambiente mediático.

Antes de terminar, las enlisto por si ya no las recuerdan: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco.