Gaspard Estrada
El pasado domingo los argentinos fueron a las urnas para elegir a los candidatos que competirán en las próximas elecciones generales de octubre de 2023. Este mecanismo, llamado “Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias” (PASO), constituye un ejercicio electoral singular: se trata de una elección por adelantado, donde todos los partidos compiten. En 2019, Alberto Fernández había aprovechado su excelente resultado en las PASO para generar una percepción de triunfo. En esta ocasión, en 2023, la suerte estuvo en el campo político opuesto.
El candidato libertario de extrema derecha, Javier Milei, se adjudicó la victoria en 16 de las 24 provincias de Argentina, derrotando a los bastiones peronistas tradicionales en todo el país y desafiando las encuestas que lo ubicaban en el tercer lugar. Juntos por el Cambio (de derecha) ganó solo en tres provincias y la Unión por la Patria (peronista) en cinco, incluida la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La historia más importante de la noche, sin embargo, es el esencial empate a tres bandas. Con los votos divididos en tres tercios (30 por ciento para La Libertad Avanza de Javier Milei; 28 por ciento para Juntos por el Cambio (JxC) de Patrícia Bullrich y 27 por ciento de Unión por el Pueblo (UxP) de Sergio Massa). Es probable que las elecciones de octubre se dirijan a una segunda vuelta casi segura, con cualquier combinación Milei-Bullrich-Massa. Para un país cuya política históricamente ha estado dominada por dos grandes partidos o ideologías, el peronismo y el radicalismo, la aparición de un outsider político con una oportunidad real de llegar a la presidencia podría cambiar el futuro.
Un giro político hacia la derecha, demostrado primero por la elección de la candidatura de Sergio Massa, un político de centro, sobre las candidaturas más de izquierda para UxP y solidificado por la contundente victoria de Bullrich sobre Larreta, destaca el descontento de los ciudadanos con la administración actual y las promesas fallidas del kirchnerismo, y da voz a quienes, como Milei, defienden la retórica antisistema y buscan acabar con la dominación de la élite política. Sin embargo, incluso si Milei gana los 35-40 escaños proyectados en la Cámara de Diputados y los 8 de los 72 escaños en el Senado, la representación en el Congreso no será suficiente para ayudarlo a gobernar con facilidad ni eficacia.
Si bien es probable que los peronistas pierdan, a los mercados no les va a gustar la incertidumbre que conducirá a la primera vuelta. Bullrich y Milei prometen reformas económicas, pero las propuestas de Milei son más radicales y es menos probable que un neófito político con opiniones extremas y un apoyo legislativo débil las implemente con éxito. Las propuestas económicas de Milei, con la excepción de la “dolarización” y el incendio del Banco Central, también han sido tremendamente inconsistentes durante toda su campaña. Bullrich traería optimismo a los mercados (aunque eso puede decir más sobre la psicología del mercado que sus posibilidades reales de éxito económico), mientras que Milei traería caos e incertidumbre. Massa tiene una buena relación con Washington y los mercados lo ven como el más racional económicamente de los tres candidatos, a pesar de una inflación del 115 por ciento y un pago de deuda del FMI de 44 mil millones de dólares.
Milei y Bullrich preferirían competir contra Massa en una segunda vuelta electoral, en lugar de competir entre ellos. Tanto Milei como Bullrich se adhieren a una base ciudadana similar; de hecho, una encuesta había predicho que si Bullrich no gana las primarias, el 30.2 por ciento de sus votantes se alejarían de JxC en las elecciones generales para apoyar al candidato de extrema derecha Javier Milei.
Esta superposición política significa que no es probable que Bullrich adopte aún más puntos de vista de derecha, ya que se encontraría compitiendo por aún más votantes de Milei. En este sentido, será fundamental ver el porcentaje de votantes de Larreta que se inclinan por Bullrich en lugar de Massa en las elecciones generales de octubre próximo. Massa, tras su frágil resultado de las primarias, una inflación superior al 100 por ciento y bajos índices de aprobación gubernamental, enfrenta una batalla electoral sumamente complicada.
* Director Ejecutivo del Observa-torio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), en París
Twitter: @Gaspard_Estrada