10 mayo,2023 5:21 am

Un terremoto político sacude a Chile

Gaspard Estrada

 

Un terremoto político acaba de sacudir a Chile, y al gobierno del presidente Gabriel Boric. El pasado domingo, los chilenos fueron a las urnas para elegir a los 50 miembros del nuevo Consejo Constitucional. Los resultados fueron muy claros: los partidos de derecha (y de extrema derecha) obtuvieron el 56 por ciento de los votos y dos tercios de los escaños del nuevo órgano constitucional. El Partido Republicano, de extrema derecha, dirigido por el ex candidato presidencial José Antonio Kast obtuvo 23 escaños y Chile Seguro, de centro-derecha, 11 escaños. La Unidad para Chile –la coalición de centroizquierda más próxima a Boric, obtuvo 16 escaños. De tal manera que, con menos de un tercio de los escaños, la izquierda no tendrá capacidad para vetar propuestas por sí sola. En cambio, los dirigentes de la extrema derecha chilena sí tendrán suficientes escaños para oponerse a cualquier intento de aprobar una Constitución más progresista.

Esto ha llevado a muchos observadores políticos a preguntarse: ¿Qué significa esto para las elecciones presidenciales de Chile en 2025? En un primer momento, es difícil acertar en este tipo de pronóstico. Redactar y aprobar una nueva Constitución antes de finales de este año es mucho más importante que hacer cálculos electorales para elecciones que tendrán lugar dentro de dos años. Sin embargo, muchas de las decisiones que se tomen en el Consejo Constitucional en los próximos meses tendrán un impacto político electoral en las próximas elecciones presidenciales.

Si bien Boric es un presidente impopular, no todo está perdido para su gobierno. Es mucho más fácil y sencillo formar parte de la oposición, lanzando críticas a un presidente impopular, sin la carga de ser responsable de los resultados del ejecutivo. Pero ahora, con este Consejo Constitucional, la oposición de derecha y extrema derecha chilena tiene un puesto de gobierno y un foco de atención sobre cada una de sus acciones. Y dada su mayoría de dos tercios, no podrá culpar a la izquierda si fracasa. Chile tiene ahora dos coaliciones en el poder, una de izquierda que controla el poder ejecutivo y otra de derecha y de extrema derecha que controla el Consejo Constitucional. Si la derecha comete errores, aunque no controle la presidencia, podría ser la próxima víctima de la oleada contra los partidos en el poder.

El problema de la primera Convención Constitucional fue que sus miembros no tomaron en cuenta el entorno político general y se extralimitaron con sus propuestas. Esta convención podría fracasar por las mismas razones, pero la proximidad de las elecciones hace que los incentivos para el fracaso por extralimitación sean más complicados. Sin embargo, si el Partido Republicano se extralimita, no sólo conseguirá que se rechace la Constitución. También manchará su propia imagen antes de las próximas elecciones nacionales, dando a la izquierda una oportunidad de ganar, y potencialmente incluso de ganar a lo grande, en un entorno en el que probablemente hubiera perdido. A los miembros de la última convención constitucional no les importaba su imagen ni su futuro político porque la mayoría de ellos no eran políticos. Esta reescritura será definida por una clase política de élite, y ciertamente les importa cómo se traduce su éxito o fracaso en futuras elecciones.

Mientras tanto, Boric, que fue elegido en parte para llevar a buen puerto una nueva Constitución, no quiere acabar en la incómoda posición de oponerse a la reforma constitucional cuando todo esto termine. En teoría, esa situación debería crear incentivos para que las partes trabajen juntas para lograr una reforma constitucional moderada y modesta. Entonces, ambos lados podrán cantar victoria. Los extremistas de sus coaliciones se quejarán, pero la mitad del espectro político chileno apoyará la reforma y, en última instancia, el próximo presidente necesita ganarse al votante medio para ganar. La competencia por las elecciones de 2025 da a ambos bandos motivos para aprobar una nueva y buena Constitución.

¿Garantiza esto el éxito? Por supuesto que no. La polarización de Chile empujará a ambos bandos a intentar “ganar” una victoria pírrica sobre el otro a costa de perder el apoyo de la opinión pública. Hay muchos escenarios en los que esto fracasa. Pero el fracaso significa un fracaso para ambos bandos. Si ambos fracasan simultáneamente, eso no llevará a que una coalición centrista responsable y tecnocrática gane terreno. Por el contrario, sienta las bases para que aún más candidatos antisistema salten a la palestra en futuras elecciones. Esperemos que este presagio no se confirme.

 

* Director Ejecutivo del Observatorio Politico de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París

 

Twitter: @Gaspard_Estrada