24 junio,2024 5:37 am

Una presidenta para Zihuatanejo

 

Silvestre Pacheco León

La diversidad es un recurso con el que ahora cuenta Zihuatanejo como parte del nuevo catálogo al que hemos accedido como sociedad desde las elecciones del domingo 2 de junio del presente año.
A pesar de que las mujeres son mayoría en el listado general de electores, y también en el conteo de la población, su participación en las candidaturas fue siempre de relleno y como florero, para repetir las palabras del presidente López Obrador.
Ha sido hasta en el presente gobierno federal cuando vimos cumplida la equidad de género en la integración del gabinete presidencial, lo que nos permitió beneficiarnos de sus bondades como administradoras honestas e incansables en el cumplimiento de su deber. Esa muestra de la avanzada política de la diversidad ha sido ejemplo para el caso de Zihuatanejo donde tendremos, como en el gobierno federal, una presidenta.
No hemos visto aún la integración del Cabildo y tampoco el gabinete municipal para conocer si en ambos organismos prevaleció la equidad de género, pero mientras tanto debemos celebrar que la campaña electoral se desarrolló en un ambiente cordial y casi festivo como muestra de la madurez de las contendientes, pero también de la sociedad en general.
Tuvieron que pasar muchos años para que la sociedad de Zihuatanejo hiciera valer la ventaja de reconocer la diversidad, siendo un privilegio para quienes estamos al lado de las mujeres atestiguar su acceso al poder.
Desde 1953 y hasta la revuelta cardenista de 1988 el PRI fue el partido que gobernó. La oposición política en Zihuatanejo surgió organizada a mediados de la década de los ochenta con militantes del PARM, PCM, PMS y PSUM.
En el ejido de Zihuatanejo se gestó el primer acto de rebeldía contra la imposición priista a principios de la década de los ochenta del siglo pasado. El profesor Salvador Castro Bracamontes fue el aspirante a presidente municipal y contra el PRI, canalizando el descontento de la población local contra la imposición de candidatos.
Después de Salvador Espino, Darío Galeana y Amado Sotelo, ciudadanos que formaron el ejido, llegaron los nuevos gobernantes como Jorge Bustos, José Luis Mosqueda y Armando Federico González quienes se hicieron cargo del moderno Zihuatanejo haciendo a un lado a los líderes locales.
Los propios organismos como el Fibazi y el Fonatur fueron dirigidos desde el principio por personas importadas que se comportaban por encima de la autoridad municipal. Fue por esta situación que surgió un frustrado movimiento dentro del PRI local que clamaba por el partido de los criollos para lograr respeto, hasta que se dieron cuenta de que la realidad los había rebasado porque la población local había quedado en minoría frente a los inmigrantes que poblaron el anfiteatro atraídos por el nuevo polo turístico.
En ese ambiente la competencia política se modernizó dentro del partido del gobierno con Eric Fernández y Heladio Palacios como contendientes, poniendo en entredicho las ventajas de las decisiones cupulares en la elección de candidatos.
La oposición de izquierda se hizo partido con la unión de activistas que actuaban en las filas del magisterio como miembros del CCL y luego de la CETEG y quienes hacían política en el medio rural y en las zonas populares de la cabecera municipal, principalmente en Barrio Viejo, El Coacoyul, Miguelito y El Posquelite así como en las colonias Emiliano Zapata y Vicente Guerrero.
En el medio rural desde principios de 1980 activistas del Partido Mexicano de los Trabajadores y después del PMS y luego del PSUM levantaron una organización campesina dentro de los núcleos ejidales de Buena Vista, Pantla y Las Ollas donde el gobierno federal había invertido recursos para el desarrollo de la ganadería procedentes del Banco Mundial, mal administrados por el Banco Rural. La izquierda realizó un trabajo impecable en el rescate de esas empresas enfrentando todo el poder del PRI en el medio rural.
En 1989 entró en la escena política el PRD, y desde entonces la izquierda partidista obtuvo dos regidurías y el mérito de cancelar el pensamiento único.
Para llegar a la alternancia democrática todavía faltarían 13 años porque fue hasta el año 2002 cuando la oposición perredista arribó al poder y se mantuvo en él a lo largo de seis años porque en el 2009 Alejandro Bravo lo recuperó para el PRI y lo entregó a Eric Fernández hijo, quien gobernó hasta el año 2015, manteniendo la alternancia con el perredista Gustavo García Bello quien gobernó hasta el 2018 cuando pretendió reelegirse sin éxito frente al actual presidente priista Jorge Sánchez Allec.
Pero en 22 años que lleva la alternancia en Zihuatanejo no habíamos tenido ni candidata ni presidenta. Íbamos a la cola de ciudades como Acapulco y Chilpancingo que tuvieron con Abelina López Rodríguez y Norma Otilia Hernández, respectivamente, a las primeras presidentas municipales de izquierda de los cinco municipios más importantes de Guerrero, y nos parecíamos mucho a Iguala y Taxco, cerrados a la diversidad sexual y negados a la eficacia para gobernar de las mujeres.
Y así, acicateados por el ejemplo del gobierno federal que impuso la paridad de género en su gabinete, llegamos al último año de ese gobierno que nos mostró las ventajas que tienen las mujeres para una buena administración. El hecho es que en Zihuatanejo solo una pudo ganar y lo hizo con una diferencia notable de casi 4 mil votos, lo cual para la historia de Zihuatanejo es un dato relevante porque da cuenta de una participación creciente y copiosa de los ciudadanos, muy cercana a los 50 mil votos como reflejo de las bondades que tiene la política cuando esta se usa para llevar beneficios a la mayoría.
De acuerdo con los datos que ha dado a conocer el IEPC, la candidata del PRI Liz Tapia alcanzó una votación de 26 mil 305 sufragios frente a 22 mil 404 de Leovigilda Chávez de Morena.
Si el PRD necesitó 13 años para llegar a la alternancia en el gobierno –de 1989 en que compitió por primera vez, al 2002 en que ganó–, el partido Morena que salió a la escena en el año 2015 alcanzó en nueve años la diversidad, poniendo como candidata a una mujer y con ello el reconocimiento como fundadora de ese partido, aunque en este caso se debe reconocer que fue el PRI quien dio un salto espectacular en su historia al hacer ganar a una mujer como su candidata sobreponiéndose a la imbatible fuerza del obradorismo.