5 junio,2022 8:26 am

#UnaSolaTierra: reflexionan a 50 años de Estocolmo

 

Ciudad de México, 5 de junio de 2022. Hace cinco décadas, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo, Suecia, puso al medio ambiente en la agenda global.

Del 5 al 16 de junio de 1972, bajo el eslogan “Una sola Tierra”, los participantes marcaron el inicio de un diálogo entre los países industrializados y en desarrollo sobre el vínculo entre el crecimiento económico, la contaminación del aire, el agua y los océanos y el bienestar de las personas.

Uno de sus principales resultados fue la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Además, condujo al establecimiento del Día Mundial del Medio Ambiente, celebrado cada 5 de junio.

“A medio siglo de Estocolmo estamos ante un grado todavía mayor de una alarma ecológica de lo que se estaba 50 años atrás”, dice Enrique Leff, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

A principios de los años setenta, el doctor en Economía del Desarrollo comenzó a estudiar la crisis ambiental mientras participaba en un seminario en la Universidad de París sobre ciencia, tecnología y desarrollo económico en América Latina dirigido por Ignacy Sachs, uno de los principales intelectuales detrás de la cumbre de Estocolmo.

“Hoy estamos frente a una perspectiva de un verdadero colapso ecológico, frente a una sexta extinción de la biodiversidad del planeta, ante signos muy alarmantes de la incapacidad de los instrumentos que se ha dado la humanidad, incluso de su democracia, para poder enfrentar la crisis ambiental planetaria”, advierte.

A decir de Leff, la esperanza reside en el diálogo entre científicos y defensores de la tierra para reinventar las formas de producción, de cara a que se respete a la naturaleza.

“La crisis ambiental, esa que se anunció hace 50 años, llama a una recomposición de los modos de habitar el planeta, de los modos de convivencia entre los seres humanos, entre las diferentes culturas. Llama a romper el régimen del dominio del valor económico sobre las condiciones y los sentidos de la vida”.

Marcela López Vallejo, académica de la Universidad de Guadalajara (UdeG), resalta que México participó en la Conferencia de Estocolmo, cumbre considerada como el inicio de la gobernanza ambiental global. Ahí se posicionó el discurso de que sin proteger a la naturaleza no podría desarrollarse la economía.

Una aportación del evento fue la creación de instituciones que redistribuyeron las responsabilidades entre países por el deterioro ambiental, así como de financiamiento para combatirlo, asegura la especialista en política ambiental.

En el País, destaca, surgió la Subsecretaría de Mejoramiento del Ambiente en la entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA).

“Tenemos un cuerpo legislativo ambiental muy sólido. Para la implementación, el reto es ofrecer un poquito más de presupuesto a esas instituciones ambientales en México.

“Lo único que necesitamos, que creo es lo más difícil de conseguir, es voluntad política, porque capacidad tenemos”, sostiene la doctora en Relaciones Internacionales.

 

Ven avances y pendientes

Además de ser la primera conferencia mundial que situó al medio ambiente en el primer plano de las preocupaciones internacionales, el evento de Estocolmo visibilizó la responsabilidad de los países desarrollados en el deterioro ambiental, comenta López Vallejo.

“Era muy claro en 1972, (cuando) estábamos en plena Guerra Fría, qué países tenían tecnología, quemaban combustibles y degradaban el medio ambiente con residuos tóxicos. Ya había desarrollo nuclear. Ya había agentes contaminantes muy fuertes, como el agente naranja o el napalm, que habían devastado selvas”, recuerda.

Gracias al surgimiento de entes como el PNUMA fue posible financiar la creación y el fortalecimiento de instituciones dedicadas a salvaguardar la naturaleza. Con ellas creció la participación de la academia, la iniciativa privada y la sociedad civil en cuestiones ambientales.

Un ejemplo es Estocolmo+50, cumbre que conmemora los 50 años del evento original. Se invitó a dichos sectores y al público en general a consultas nacionales con el fin de recolectar ideas para construir un planeta más próspero y saludable.

Otra contribución fue al discurso, de acuerdo con Leff, pues antes de los años setenta no se percibía al agotamiento de los recursos naturales ni la destrucción de los ecosistemas como un conflicto para el crecimiento económico.

“La naturaleza era considerada como una gracia divina o que estaba ahí para ser explotada por el capital, es decir, que no constituía una condición fundamental de la existencia humana o incluso una cuestión fundamental para asegurar que la economía fuera sostenible o sustentable”, rememora.

A pesar de ciertos avances, ambos investigadores coinciden en que el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación ahora están en peores niveles que cinco décadas atrás. La ONU se refiere a ellas como la triple crisis planetaria de la Tierra.

“Algunos temas se pueden resolver, no llegar a donde estábamos en el origen de la humanidad porque es imposible, pero sí ir paleando los impactos y haciendo transiciones a esquemas mucho más sostenibles”, indica López Vallejo.

Alternativas en el sector de energía, como microrreactores nucleares para edificios o tecnologías basadas en hidrógeno, podrían aliviar la crisis ambiental, añade la internacionalista.

Sin embargo, Leff señala que resulta fundamental el que las decisiones dejen de guiarse por el principio de maximización de ganancias y se evite ver a los ecosistemas como objetos a ser explotados.

“No es nada más 50 años para celebrar que se prendió una llama para orientar un giro civilizatorio, sino para reconocer que se prendió la alarma y que la humanidad no la ha escuchado”.

“Estamos ante una crisis humanitaria por la incapacidad de la humanidad y de los gobernantes de escuchar, de entender, de razonar y de actuar en consecuencia para salvar la vida misma. No solo la naturaleza, sino la vida misma en el planeta. En realidad estamos ante una crisis socioambiental mayúscula”, afirma.

Texto y foto: Agencia Reforma