25 noviembre,2023 4:20 am

Urbicidio

 

Héctor Manuel Popoca Boone

¿Por qué esa saña criminal en contra de periodistas de Taxco?

El declive del puerto de Acapulco continuará un buen tiempo a causa del gran desastre natural del paso del huracán Otis. La rehabilitación, reparación y recuperación de la catástrofe será más lenta de lo que pronostican las autoridades. Tanto en lo material, en lo financiero, como en lo anímico y ecológico. El renacimiento del puerto turístico debe ser perentorio, tanto porque le es vital a los 800 mil habitantes que lo tienen como residencia laboral; como por ser también un lugar de gran recreación social para los habitantes del valle de México que, en la “resbaladilla vehicular” que es la Autopista del Sol, se dejan venir, raudos y veloces, a desahogar su gran estrés urbano, permanente y acumulado, desde su lugar de origen que es el más grande asentamiento urbano del país y que representa a la vez un gran pulmón económico fin semanero para Acapulco y alrededores.
De nueva cuenta, con los estragos de Otis a cuestas, quedó al descubierto la falta de solidaridad y fraternidad del ser humano con sus semejantes en desgracia. Es una ciudad emblematizada, hoy en día, por la deshumanización, individualismo, voracidad y egoísmo humano. Son los signos indelebles de una conducta social e individual, negativa y destructiva labradas a la par de la decadencia física, del más bello puerto que tuvo México que nos hemos acabado todos. Unos más que otros. Con gran inconciencia e insensibilidad al nunca bien justipreciar un extraordinario hábitat ecológico de playa y sol para el solaz social. A partir de esos aspectos, cobra mucha importancia la auténtica y profunda regeneración cívica-cultural que se impone emprender en la ciudadanía, al mismo tiempo que la reconstrucción física y económica, so riesgo que sigamos signados por los eternos elementos de la decadencia urbana, la pobreza, la violencia y la pronunciada antipatía social.
La nueva mentalidad no será tan fácil de formar, ni de tan corto tiempo en construir, como pudiera ser lo material o lo financiero. De lo que se trata es de cambiar nuestro chip que está labrado, a través de muchos años, con un buril de acero especulador y valemadrista. Es lo mental lo nodalmente indispensable para el advenimiento de una ciudadanía acapulqueña de nuevo tipo, que contenga una nueva moralidad y ética colectiva. Y eso tarda en gestarse y afianzarse. Si es que no queremos seguir siendo la Sodoma y Gomorra del Pacífico. El hecho de que se haya captado y divulgado, viralmente, en las redes sociales, un video que da cuenta cómo el secretario particular de la presidenta municipal morenista traslada objetos suntuarios que robó con satisfacción plena, de una tienda departamental en la ya tristemente famosa noche de il saco di Acapulco, es un botón de muestra de cuán grande y generalizada se encuentra esta manía del robo, la corrupción, la impunidad y la ineficiencia como estilos de gobernar no solo Acapulco, sino todo Guerrero y México.
Lo anterior subraya que la verdadera recuperación que necesita Acapulco es la forma del actuar y pensar de su gente. De todos los estratos sociales. Sobre todo, de nuestros ínclitos políticos y gobernantes; quienes hasta ahora y en términos generales, van dejando por doquier estelas indelebles de sus lacras y procederes indeseables gubernativos. Mientras no se le otorgue a la honestidad, a la moralidad y a la ética, la prioridad y el lugar debido en la cosa pública, no podrá haber regeneración duradera alguna, puesto que los vicios de quienes hacen abuso de la infraestructura urbana y semi urbana, la depredación de la naturaleza y de la expoliación en los procesos económicos que se dan en Acapulco seguirán siendo los mismos y es esa la impronta de la clásica inhospitalidad turística abusiva que les ofrecemos a nuestros visitantes.
El desafío que tiene el municipio de Acapulco y circunvecinos en el futuro próximo, no es menor. Menciono cuatro aspectos neurálgicos de urgente atención: a) Enfermedades y brotes epidémicos a consecuencia de la fuerte insalubridad imperante. b) Economía municipal colapsada, desempleo y alza incontrolable de precios de productos básicos. c) Inseguridad pública acentuada por la expansión de la pobreza y, por tanto, de la delincuencia simple y organizada. d) Lento dinamismo en la aplicación de una estrecha inversión pública no cuantificada en reequipamiento urbano, suministro de servicios públicos y de inversión privada productiva, en el marco de una escasez de financiamientos externos blandos y de mediano plazo.
Si a lo anterior le agregamos la falta de conducción gubernamental estatal y municipal prevaleciente, es mejor que el gobierno federal imponga una gobernanza real; pero ya no con la fracasada consigna de que es preferible la lealtad a la eficiencia; o la ingrata integración de gabinetes de trabajo “de tómbola”; o expansión de la “dadivocracia”. De lo contrario, prevalecerán de nueva cuenta las pulsiones a la corrupción e impunidad, en detrimento de los impulsos a la honestidad, eficacia y progreso.

PD. Como Gobernador Moral de Guerrero repruebo que no se hayan emitido y publicado los acuerdos y decretos de medidas sanitarias focalizadas de obligada observancia, ante la peligrosa insalubridad que atravesamos. Por la ley 154 estatal de salud, es la gobernadora constitucional la máxima autoridad en esta materia. Otra cosa son las alertas sanitarias federales, que se emiten en tratándose de suspensiones generalizadas de labores. No es que los datos no den; son las neuronas que no hay.

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