13 junio,2023 4:21 am

Ven desastre ecológico en Puerto Marqués por obras de hoteles y condominios

 

Revela el biólogo marino Juan Barnard la existencia de un “cementerio de almejas” causado por la caída de materiales de las construcciones en la bahía, especie que está al borde de la extinción. Responsabiliza a Semarnat por no exigir medidas de mitigación y a Protur por otorgar permisos y actuar como “una agencia de bienes raíces”. La Marina Majahua es la que más daño ha causado, señala el experto

 

 

 

(Primera parte)

 

Acapulco, Guerrero, 13 de junio de 2023. La construcción de hoteles y condominios de lujo en Puerto Marqués ha causado la muerte de miles de ejemplares de diversas especies marinas y existe un “cementerio de almejas”, por lo que están a punto de extinguirse, revela la investigación que realiza el biólogo marino Juan Barnard Ávila en el fondo del mar, junto a los buzos que pescan en esta zona de Acapulco.

El material pétreo que cae de los cerros del anfiteatro se convierte en tepetate al llegar al mar y no permite que los moluscos puedan reproducirse, explicó el también doctorante en Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), y fotógrafo submarino.

Señala como responsables a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), por no establecer medidas de mitigación y a la Promotora Turística (Protur), por facilitar las construcciones sin prevenir el daño ecológico.

Una zona de refugio pesquero es la propuesta que impulsa junto con la cooperativa de buzos para contrarrestar el “daño irreversible” que se vive en esta bahía, y la cual sería la primera de Acapulco y de la zona sureña del océano Pacífico mexicano.

Juan Barnard Ávila es conocido por sus fotografías submarinas, que han sido expuestas en diferentes muestras en Acapulco y México y ahora realiza su doctorado en Ciencias Ambientales en el Centro de Ciencias de Desarrollo Regional de la UAG en Acapulco, y su proyecto de investigación lo materializa con la Sociedad Cooperativa de Pescadores y Buceadores de Puerto Marqués, con quienes ya había trabajado antes.

 

Las zonas de refugio pesquero

 

Uno de los objetivos principales de su trabajo académico es desarrollar una zona de refugio pesquero que consiste en marcar polígonos de áreas protegidas con tres variantes de pesca: “una de manera permanente, no se puede hacer nada; la otra se puede hacer por cierto tiempo del año; y la otra se puede, por ejemplo, se puede bucear y tienes que liberar, pero es un área protegida al final de cuentas”.

Especificó que una zona de refugio pesquero sirve “para que se vaya expandiendo la producción de larvas, y estas larvas estén en los alrededores produciendo más para ellos mismos”. Son los mismos pescadores quienes delimitan el polígono con señalética “para que otras personas sepan que ahí no se puede extraer nada”.

En entrevista con El Sur, el biólogo marino aseguró que “esta herramienta ha sido muy bien aceptada en el noreste del país, y en el sur del Pacífico mexicano no existe ningún tipo de zona de refugio pesquero, seríamos los primeros, y ya lo iniciamos”.

Además de los elementos técnicos que requiere una zona de refugio pesquero, Barnard Ávila indicó que también se requiere un “trabajo participativo” dentro de la cooperativa de buzos para permear la idea de que “lo que tenemos ahí va a ir creciendo, se va a ir desarrollando más, y conforme vayamos cuidando, va a haber un poquito más de producción de organismos”.

Consideró que la Cooperativa de Pescadores de Puerto Marqués tiene los elementos para desarrollar este trabajo porque es “sostenible”; es decir, son pescadores buceadores que se meten al mar con solamente aletas, visor, llanta, barreta y gancho. El detalle es cambiar la percepción para que la pesca “ya no sólo la vean de forma extractiva, sino que también al mar lo podemos cultivar y sobre todo que las nuevas generaciones que son hijos y son nietos, entiendan que los recursos no son infinitos, son finitos”.

 

Las zonas núcleo

 

Una de las actividades que realiza Barnard Ávila como parte de su investigación es la creación de una zona núcleo –diferente a la de refugio pesquero–, que consiste en un corral dentro de la bahía, delimitado con varillas y rafia marina donde siembran almejas, y a los cinco meses regresan para medir su crecimiento. En ese tiempo, esas almejas sueltan sus óvulos y espermatozoides, pero para que se encuentren en el océano “está bien canijo”, salvo cuando hay lluvias y huracanes, “pero si están más cerca y los tenemos concentrados en esto que se llama una zona núcleo, hay más posibilidades de que se reproduzca. Aunque la larva va a andar por todos lados, pero va a quedar en la bahía de Puerto Marqués seguramente”.

Estas zonas núcleo necesitan ciertas condiciones para que se vuelvan idóneas para la reproducción de almejas. Sin embargo, “desafortunadamente por efectos antropogénicos la bahía de Puerto Marqués se está dañando día a día, por los deslaves producidos por las construcciones de las inmobiliarias que existen en los alrededores”, señaló el biólogo marino.

Aseguró que existe una “mortandad de casi todos los bivalvos (moluscos) que hay dentro de la bahía de Puerto Marqués y sobre todo los que están sobre el lecho marino (fondo del mar). Los que están sobre las rocas se ven también sofocados y afectados, pero los más afectados son las almejas en ese proceso casi de extinción dentro de la bahía por las profundidades que tienen, y los callos de hacha”.

Apuntó: “el exceso de sedimentos está causando que mueran y encontré junto con ellos, desde mi punto de vista, quizá el mayor cementerio de almejas del Pacífico mexicano”. Las fotos de Barnard Ávila son la prueba de la muerte de “millones de conchas de almejas que hay en este lugar y esto es negligencia, incompetencia de quienes dieron el “sí” para la construcción de edificios en Puerto Marqués.

Por la pendiente que se forma del anfiteatro todo el material pétreo y arenoso se va para el mar. Así, “queda un material súper blando que ya no sirve de sustento para el callo de hacha y para las almejas. Mueren. Y queda otro que es el tepetate y se compacta porque es pegajoso y allá abajo queda endurecido, tampoco sirve para las almejas y el callo de hacha”. Consideró que los más afectados “son los pescadores, pero los pescadores buceadores, los buceadores de almejas, de callos de hacha, de ostiones, de callo de margarita, de callo madre perla, de pulpos, de langostas”.

Insistió en que una de las instituciones responsables de esta situación es Semarnat, porque es la que debe de establecer las medidas de mitigación de las construcciones.

Por ejemplo, los nuevos proyectos inmobiliarios debieron de haber construido “unas presas de gavión o por lo menos unas terrazas de contención de todo lo que está ahí. Primer aguacero, segundo aguacero, se va a ir al fondo del mar y va aumentar más la cantidad de ese material terrígeno que, si de por sí ya afectó a todas las almejas y a todos los ostiones, va aumentando”.

 

La Marina Majahua, la que más daño ha causado

 

De todos los desarrollos turísticos en la bahía de Puerto Marqués, Barnard Ávila señaló que la Marina Majahua es de los que más ha afectado en los últimos años. Recordó la larga disputa por el muelle que en un principio sería construido sobre pilotes, –al igual que el del restaurante 100% Natural de las Hamacas, donde se realizó una de las entrevistas para este periódico–, pero finalmente lo hicieron de tablestaca. Luego construyeron el rompeolas que redujo el área de arena de la bahía y los restaurantes cayeron.

Ahora se observan más construcciones en el relieve que está junto a la Marina Majahua y, según los pescadores, forma parte de la expansión del condominio Vista Real, construido en 2006.

Con base en fotografías realizadas por un dron de la UAG y que fue utilizado durante una visita de El Sur, además de las fotos submarinas, Barnard Ávila constató que este desarrollo “invadió una cantidad tremenda con piedras, con tierra, los campos ostrícolas donde precisamente había callos de hacha, y siguen ahorita construyendo y va a caer toda esa cantidad de arena, y van a caer las toneladas de arena y va a sofocar las semillas de ostión, que están sobre las rocas y van a extender toda esa cantidad de material terrígeno, como es limo y arcilla”.

Además de hacer respetar la Manifestación de Impacto Ambiental (IMA), las autoridades tienen la obligación de hacer consultas públicas, sobre todo con los pescadores. “¿Tú crees que fueron tomados en cuenta? Bueno, van a decir que sí y les dieron tantos millones de pesos, pero firmaron un documento (con las autoridades), en aquel entonces que el que daña paga a partir de ese momento. El que dañó no pagó y ahorita todo lo que están haciendo, yo quiero ver si van a pagar”.

Otra institución responsable del daño ecológico en Puerto Marqués es Protur, que representa, según Barnard Ávila, “una agencia de bienes raíces” del gobierno del estado para recibir dinero de los inversionistas, a quienes les dan “todas las facilidades” para construir.

A pesar de este avance inmobiliario, los buzos ya delimitaron sus áreas para la veda de pesca y así crear a la larga una zona de refugio. Toma mucho tiempo, necesitan un estudio técnico justificativo –que es parte de la tesis de Barnard Ávila–, y recibir la aceptación de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), la cual tarda unos 185 días.

Luego deben avisar a Capitanía de Puerto y a la Secretaría de Marina “para que ya no vayan a sacar de ahí”.

 

Cultivar el mar

 

Mientras, los buzos y Barnard Ávila, su asesor científico, trabajan con la zona núcleo donde esperan aprender cómo reproducir otros organismos “porque ya la actividad extractiva a nivel mundial, sabemos que los recursos pesqueros van en decremento, entonces ahora que hay que cultivar el mar, y es parte de mi otro objetivo”.

–¿Cuál es la mayor amenaza de Puerto Marqués?

-–Que sigan los desarrollos inmobiliarios sin cuidar todo lo que va a caer en el mar. Si no hacen terrazas de contención, presas gavión, drenajes que no vaya a dar todo sin ser tratado a la Laguna Negra, que no funcionen eficientemente los sistemas de recolección de residuos dentro del pueblo y dentro de los desarrollos turísticos. Debe haber una conciliación entre el desarrollo y la comunidad, no puedes tener un vecino rico y todo lo opuesto con un vecino pobre.

Barnard Ávila dijo que los desarrollos inmobiliarios como la Marina cargan con la culpa del deterioro ecológico de Puerto Marqués en contubernio con las autoridades que les permitieron construir sin medidas de mitigación.

Sin embargo, consideró que estas empresas pudieran llegar a ser social y ambientalmente responsables si crearan un “laboratorio para poder tener semillas de ostión, de almeja, de callo de margarita, de todos los bivalvos que pueden crecer y tener ahora una bahía que produzca y que se pueda cultivar por parte de los pescadores, a quienes ya les echaron a perder su vida”.

 

 

 

 

 

 

Texto: Ramón Gracida Gómez/ Foto: Carlos Carbajal