26 julio,2022 5:27 am

Verano caliente y “aquí nos tocó vivir”

Abelardo Martín M.

 

Pareciera una frase llena de resignación la de la única periodista, escritora y destacada Cristina Pacheco de “aquí nos tocó vivir”, cuando uno reflexiona no sólo en un México cargado de conflictos, rezagos, problemas y calamidades, la mayoría producto de gobiernos irresponsables, sino en un mundo que vive una de las peores crisis de su historia tanto por los excesos cometidos contra la naturaleza, como por el abuso y defensa de intereses de los más poderosos “aquí y en China”, como bien dice el refrán.

Nos tocó vivir un mundo difícil en el que muchos países han avanzado por la fortaleza de sus gobernantes, el trabajo de sus habitantes y la voluntad de salir adelante. México da la impresión de haber quedado rezagado de la competencia internacional, y muchos analistas prevén tiempos más difíciles, tanto por la descomposición, pérdida de la estructura de derecho y debilitamiento creciente de los tres niveles de gobierno, como por la deficiencia estructural de sus sistemas de salud y educación, principalmente.

La polarización de los mexicanos entre liberales y conservadores se ha vuelto el tema de muchos foros de conversación, independientemente del peso electoral que implica para la formación del estado de ánimo social, en un mundo en el que la competencia entre las principales regiones del mundo, que luchan por construir un nuevo orden internacional, en donde el liderazgo de los Estados Unidos ya está en segundo y hasta en tercer plano.

Un mundo complicado, con un país agobiado por los problemas y los desafíos de la modernización, con un proceso climático inédito que es la respuesta de la naturaleza al descuido y depredación humanos. El caso del puerto de Acapulco, desafortunadamente, es emblemático para el país. De ser el principal centro turístico del Pacífico mexicano por décadas, hoy enfrenta las consecuencias de abusos, adicionalmente a los ancestrales de marginación, desprecio y descuido de sus bellezas.

A medida que el proceso de transformación avanza en nuestro país, las reacciones y las presiones crecen, pues quienes detentan el poder económico desde dentro y desde fuera de las fronteras, defienden sus intereses e intentan cercar al gobierno del pueblo. El país se enfrenta tal vez a la más grave amenaza en lo que va del régimen, con la solicitud de consultas dentro del tratado comercial regional, que de manera simultánea han formulado los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, con la cual se intenta poner en jaque la recuperación del petróleo y la electricidad como patrimonio de los mexicanos.

La respuesta del gobierno mexicano ha sido muy rápida y clara: la soberanía no se negocia y no se cederá en ésta ni en los principios, y ha advertido que habrá un pronunciamiento puntual en una fecha simbólica, la de la independencia nacional, el próximo 16 de septiembre.

Veremos en los próximos meses una batalla épica, pues como decíamos arriba, las grandes compañías no van a condescender en lo que ya consideraban ganado, más aún si se sienten amparadas por la interpretación que sus abogados hacen del acuerdo trilateral, y protegidas por sus gobiernos.

La amenaza podría concretarse, pues ya se ha anunciado que de no haber un arreglo los gobiernos demandantes aplicarán aranceles compensatorios sobre las exportaciones mexicanas, lo que encarecería y volvería poco competitivos nuestros productos y pondría en graves riesgos a muchas empresas nacionales.

Todo ello ocurre en un complejo momento económico, en que la inflación se expande a nivel internacional y afecta como siempre a los estratos más pobres y vulnerables, en tanto los procesos productivos se encuentran estancados, no se genera empleo ni mejora el ingreso.

Como siempre ocurre ante los retos, el presidente López Obrador se ha echado para adelante, y en vez de arredrarse ha recurrido al principio de que la mejor defensa es el ataque. Luego de recordar la cumbia de Chico Che ¡Uy qué miedo!, lo cual causó estupor entre sus adversarios y muy ácidas críticas, se muestra decidido a dar una batalla frontal, cuyas consecuencias apenas empiezan a advertirse.

 

Estamos ante un verano caliente, que ya lo es por razones climáticas, uno de los peores que hayan vivido las generaciones actuales, tanto que ha causado una estela de muertes en Europa, donde han pasado de nevadas tardías y atípicas a los calores letales de estos días.

En Guerrero ya estamos acostumbrados a las temperaturas caniculares, a tal grado que más bien esperamos la llegada de esta temporada con júbilo, porque significa el arribo de decenas de miles de turistas, que escapan del sopor veraniego y buscan sombra en la playa y en los lugares de recreo.

En los polos turísticos del estado todo iría bien si no persistieran los focos rojos permanentemente encendidos en la entidad, uno de ellos la imparable violencia, que en los últimos días se ensaña con el asesinato cotidiano de choferes del transporte urbano, ultimados porque no se avienen al pago de extorsiones del crimen organizado.

Otro tema sin resolver es la venta de niñas y matrimonios forzados, costumbre que se advierte sobre todo en la zona de la Montaña, puesta de manifiesto en estos días por el caso de una menor que fue obligada a casarse a los trece años en Cochoapa el Grande, luego explotada laboralmente por sus suegros, y ahora increíblemente encarcelada luego de escaparse y regresar a su casa, porque le reclaman la devolución del dinero que se pagó por ella. Debe reconocerse que la gobernadora, en uno de sus primeros actos luego de asumir el poder estatal, puso en marcha una estrategia para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes.

La cuestión es cómo se compagina esta estrategia de gobierno con lo que está ocurriendo en el municipio más pobre del estado y del país, con lo que sufre en carne propia la pequeña Ema, nombre de la niña casada, explotada y ahora encarcelada, por supuesto con la complicidad de la policía y el aparato de “justicia” municipal.

Desde las demandas provenientes de Washington y Ottawa, hasta los rezagos que nos acompañan en las regiones más rezagadas del país, el gobierno de la transformación se enfrenta a retos que deberá resolver, o ser arrollado por ellos. Vienen tiempos duros, difíciles por más optimismo que se pretenda imprimir a la realidad. Pero más allá de rezagos, desafíos, previsiones optimistas o pesimistas, el día a día resulta complicado en este México en el que Cristina Pacheco diría siempre con razón, “aquí nos tocó vivir”.