26 agosto,2024 5:33 am

Viaje a la península del sureste

 

 

(Segunda parte)

 

Silvestre Pacheco León

 

 

Es importante repetirlo, el turismo puede potenciar sus efectos positivos en el desarrollo si incorpora a sus bellezas naturales, clima y hospitalidad la riqueza cultural que nos identifica como pueblo. Nunca había tenido tan claro lo anterior hasta que conocí el programa México Espectacular en Xcaret como repaso de nuestra historia contada mediante la danza, el canto, el baile y la música por 300 artistas que hacen inolvidable la visita de quienes acceden a ese parque de Quintana Roo que se localiza a poco más de una hora de Cancún.

El sonido del caracol como instrumento musical en medio de la selva y las danzas prehispánicas en todo su esplendor son un espectáculo único cuya experiencia de quien lo vive es suficiente para justificar un viaje hasta la península.

Mi hija, como muchos de los presentes, se emocionó hasta las lágrimas mirando la representación del origen del mundo según las creencias de nuestros ancestros, y su modo de vida, la conquista española y la imposición de su religión a los pueblos originarios, luego la lucha por la independencia, la revolución y hasta el México actual con lo mejor de su folclor que nos identifica como pueblo.

El programa comienza con la presentación de los Voladores de Papantla, el ceremonial totonaco de la petición de lluvia que ejecutan 4 danzantes en la punta de un poste de madera, a 20 metros de suelo, desde donde descienden como pájaros al ritmo de la flauta, simulando la caída de la lluvia que propicia la fertilidad del suelo.

Aquí también se aprecia el juego de pelota mesoamericano con la técnica de pasarla por el aro de piedra utilizando únicamente la cadera, y el balón de fuego que en llamas se juega con una vara como bastón con la que se controla y acarrea para encestarla en una olla donde hierve el chapopote.

Son diversas las emociones que despierta el espectáculo, a cual más aleccionador porque facilita la interpretación y comprensión de la evolución de nuestro país para valorarlo y apreciarlo.

Los visitantes disfrutan dos horas del original espectáculo que derrocha energía y creatividad con el empleo de moderna tecnología, en un espacio techado, con las tribunas protegidas de la lluvia y del sol, una plataforma que se oculta y levanta para cambiar el escenario con rapidez dando agilidad al programa.

Aunque supongo que la mayoría de espectadores son nacionales, aquí disfrutan de los más notables de cada estado como los tamborileros de Tabasco, los jaraneros de Yucatán, el Mayapax de Quintana Roo y la Muerte de los mayas.

Los espectadores ríen, bailan, cantan y aplauden todo el tiempo, y se sorprenden con los Viejitos de Michoacán quienes  después de ejecutar su baile por más de media hora con enjundia y sobrada agilidad se presentan sin la máscara y entonces reciben un aplauso atronador porque todos ellos efectivamente son unos viejitos. Nosotros como la mayoría del auditorio nos quedamos con esa idea de su sorprendente vitalidad hasta que una de nuestras nietas descubrió la treta que celebramos entre risas.

Lo que realmente sucede es que los jóvenes actores al terminar se cambian por otros de avanzada edad en un momento en que desaparecen del escenario y hacen el cambio con una rapidez pasmosa para regresar nuevamente al escenario donde se muestran como ya lo he dicho. Ese truco ingenioso hace que los espectadores lo celebren con entusiasmado y emocionado aplauso.

La experiencia de México Espectacular confirma las bondades de  incorporar la riqueza cultural de nuestro folclor a un modelo de turismo que conozca y valore lo que somos.

Con ello no solo aumentaría el catálogo de las ofertas para los visitantes, sino que se crearía una alternativa nueva de ocupación profesional para tantos jóvenes de provincia con habilidades artísticas que carece de oportunidades de trabajo para desarrollarse y destacar haciendo lo que les gusta.

El turismo que es una actividad que crece en el país estaría canalizando toda la energía y creatividad de los pueblos que por falta de recursos van perdiendo sus fiestas y tradiciones. Ese es el cercano caso de la danza del Cortés en Zihuatanejo y el baile de Artesa en Coahuayutla.

Quien no disfrutaría mirando que las mujeres pobres pueden beneficiarse de sus trabajos de bordado y costura que ofrecen y mal venden como si se tratara de un producto ilegal ofrecido a discreción como sucede en Mérida con las vendedoras de servilletas y pañuelos.

El turismo como destino. Cancún, capital de Quintana Roo es hoy el principal destino turístico del país. Tiene la misma edad y parecido que el modelo de Ixtapa Zihuatanejo. De hecho los dos destinos fueron obra del Fonatur y casi al mismo tiempo, durante el gobierno de Luis Echeverría y aunque sus dimensiones y espacios no sean comparables,  cuando Cancún inició su desarrollo en Zihuatanejo se decía que era una competencia desleal, que casi casi se había inventado aquel desarrollo en la península para darle en la cabeza a nuestro joven destino, pero su viabilidad comenzó a ser tan notoria que ahora recibe el 45 por ciento de los turistas que llegan al país y el último dato oficial que se dispone dice que en el último año Cancún recibió 8 veces más turistas que Ixtapa Zihuatanejo.

Pero en ambos casos estamos hablando del mismo turismo excluyente cuyo desarrollo nunca comienza por la integración de los pueblos originales, provocando un modo particular de protesta y  rechazo parecido mucho a la indolencia y el conformismo que se expresa en la afirmación de los lugareños de que aquello pertenece a los extranjeros.

Pongamos por ejemplo Tulum y Bacalar que crecieron de manera dispar con Cancún en la zona oriental de la Riviera Maya.

Ambos lugares  tienen un crecimiento explosivo en el que los llamados desarrolladores han impuesto su ley como en el resto del país. No hay orden y tampoco cuidado de la imagen urbana, la infraestructura y servicios públicos.

Igual que Acapulco, tanto Cancún como Mérida dan muestra de envejecimiento con tanto edificio abandonado que las afea. No sé a qué se deba el abandono de tanta obra moderna, quizá tenga que ver con el incumplimiento de sus dueños en el pago del impuesto predial y los servicios públicos, permitiendo que los embarguen, pero en todo caso falta la autoridad que cuide la imagen urbana. Sobre el mismo caso pero a la inversa podríamos hablar de San Francisco de Campeche, el bello puerto que mira al golfo de México con una población de un cuarto de millón de habitantes. Todo su centro histórico se ve el mejor conservado que Cancún y Mérida, lástima del ínfimo turismo que recibe porque es un lugar de gran atractivo con su malecón espectacular de poco más de 5 kilómetros, por su arquitectura barroca y su amurallada construcción militar.