14 noviembre,2022 5:31 am

Viva la democracia

Florencio Salazar

Suelten al tigre y después a ver qué hacen con él.

Andrés Manuel López Obrador.

A veces los ciudadanos consideramos que los derechos políticos siempre han estado ahí y que, como el aire que respiramos, forman parte de la naturaleza. Cuando se hace referencia a la democracia y sus indispensables componentes: pluralidad, respeto a las minorías, inclusión, tolerancia, garantía para el ejercicio de las libertades de asociación y expresión, pareciera que se habla de cosas propias del imaginario.

Aún cuando es nada original el siguiente ejemplo, la comparación es necesaria: ¿qué pasa cuando nos falta oxígeno? Sentimos la urgente necesidad de tenerlo, pues de lo contrario pereceremos ahogados. Pero el oxígeno, para fines médicos, se puede adquirir envasado. Y la democracia no. Cuando ella falta no hay donde se puedan comprar algunas dosis de democracia.

Vivimos la democracia, es nuestra, producto de décadas de reformas electorales, de cambios políticos, de presión política y social. Quienes han participaron en esas batallas en el desierto, saben lo que ha costado llegar a un sistema político con instituciones electorales confiables y garantes del piso parejo.

Ahora se ve con naturalidad que el PAN haya derrotado al PRI y al PRD; la repetición del triunfo panista; después la recuperación del PRI de la Presidencia de la República; y en la siguiente elección la derrota del PRI ante Morena. Lo anterior demuestra que nuestra democracia ha pasado la prueba de fuego: la alternancia en el poder.

Todas las instituciones y los procesos son perfectibles. El propósito de toda reforma electoral es mejorar el proceso y sus herramientas con el fin de mantener la certidumbre del voto ciudadano. Las reformas electorales se han hecho con todos los partidos y fuerzas políticas. Ha sido con su participación y propuestas, con la negociación y el acuerdo, que se obtuvieron consensos. No puede haber reforma electoral legítima sin el consenso de las fuerzas políticas y sociales.

Sin acuerdo, no le alcanzará al poder la mayoría legislativa para obtener legitimidad. Se puede imponer por un tiempo mediante el proceso de supresión de los derechos políticos, pero estará dejando sin válvula a la olla de presión. La diversidad, los otros modos de pensar, deben ser considerados, a menos que el objetivo sea la explosión de la olla.

Desde hace décadas politólogos –como Jean-Francois Revel– han advertido que la democracia es tan generosa que admite en su seno hasta aquellos que buscan destruirla. Por eso el ciudadano debe estar atento. La libertad, cuando se pierde, cuesta mucho sufrimiento recuperarla.

Según datos trasmitidos en redes, ayer domingo, salieron a la calle, a las plazas públicas, aproximadamente 3 millones de mexicanos. No recuerdo una movilización de esta magnitud. En la Ciudad de México y en las principales ciudades del país se exigió respeto al INE: El INE no se toca. Semejante clamor se debió escuchar en todos los ámbitos del poder. Es de esperarse una respuesta sensible del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Lo que él decida será su principal legado para los mexicanos.

El verdadero litigio es la vigencia del régimen democrático. Salarios de funcionarios electorales, costo del voto, subsidio a partidos, formas de representación popular, se pueden analizar, discutir y acordar. Pero este no es el quid del asunto. No hay que dejarse distraer en asuntos secundarios. Lo importante es que el árbitro se mantenga autónomo y que el actual régimen desista de su interés de ser partido, candidato, elector y calificador.

Hay que hacer mucha política, política a todas horas y en todas partes, dijo don Jesús Reyes Heroles. Porque con el ejercicio de la política se alcanzan acuerdos y se superan conflictos.