7 septiembre,2023 5:06 am

Viven más de 90 familias aún en Pedregal de Cantaluna a pesar del peligro de colapso

 

No les han demostrado que no se pueden reconstruir, dicen. Denuncian que la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Azúa, les da hasta el 31 de diciembre para salirse de sus casas o serán desalojados

 

 

 

Acapulco, Guerrero, 7 de septiembre de 2023. A dos años del fuerte sismo del 7 de septiembre de 2021, más de 90 familias aún viven en el fraccionamiento Pedregal de Cantaluna, que resultó severamente dañado e inhabitable en varios de los 177 edificios que conforman esta unidad habitacional ubicada al poniente de Acapulco.

Existen dos demandas que aglutinan a los vecinos en dos grupos: una es que el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) les devuelva las aportaciones que hicieron en efectivo; la otra demanda es que los edificios sean demolidos y luego reconstruidos.

Denunciaron que la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Azúa, les dio hasta el 31 de diciembre para salirse de sus casas o serán desalojados, pero le contestaron que no se irán del fraccionamiento porque no tienen recursos y es su único patrimonio.

De forma generalizada, rechazan la oferta que hasta ahora les ha propuesto de obtener un nuevo crédito para adquirir otra vivienda y se quejan de que el presidente Andrés Manuel López Obrador asegure que sólo son 15 inconformes.

Alberto Campos Cruz vive con sus hijas en uno de los edificios que tienen más de dos pisos, una de los razones estructurales de los daños de estos inmuebles que sólo serían de dos. Era mediodía de este lunes y ofreció dar un recorrido en el fraccionamiento para observar el material endeble con el que fueron construidos los edificios, como las varillas delgadas y colocadas sin profundidad en las estructuras, o las losas hechas con lámina galvanizada.

Muchas familias son conscientes del riesgo de vivir ahí, pero se mantienen porque quieren que les devuelvan sus aportaciones del Infonavit, si no “se van a quedar sin su dinero, se van a quedar sin casa y pues se quedan sin patrimonio, prácticamente se quedan sin nada”, expuso el vecino.

Se puede distinguir qué vivienda está ocupada porque se escucha música, las cortinas cubren las ventanas o hay ropa colgada fuera de las viviendas para secar. Otros pocos departamentos tienen un letrero en su puerta de Advertencia, no pasar, Propiedad privada, que son los que Fovissste ya les regresó a sus dueños las aportaciones.

Las viviendas vacías son las que están visiblemente dañadas y marcadas por líneas rojas, que sirven de señalización de las afectaciones. Así está la casa de Alejandro Carachure Cervantes, quien llegó al fraccionamiento en 2015 con sus hijas y su esposa, cuando todo se veía “muy bonito, los jardines, todo, era un sueño que quedó destrozado para todas las familias de aquí de Cantaluna porque pues todos soñábamos con una vivienda así”.

En la noche del 7 de septiembre de 2021 él estaba en su sala y sintió el movimiento telúrico de 7.1 grados, salió corriendo y “me cayó un pedazo de concreto de allá arriba, de la ventana, entonces yo regresé a ver si era eso y yo vi clarito que el edificio ya iba hacia donde yo estaba”, narró. Alejandro huyó junto con sus hijas al estacionamiento y cuando volvió se dio cuenta que su casa ya era inhabitable.

Todo parece que está a punto de caerse en esta vivienda que forma parte de la primera etapa del fraccionamiento. La pared frontal tiene unos grandes hoyos, otra pared tiene unas grietas que se han acrecentado poco a poco y las escaleras, que invitó Alejandro a subir, están frágiles.

Alejandro y su familia se fueron con unos parientes a la colonia La Laja, pero no estuvieron mucho tiempo porque no había espacio para ellos cuatro y su esposa. Además, le robaron su carro, “luego perdí la vivienda, todo pasó pues…”, lamentó el señor de 38 años.

Construyó con madera, que le regaló el diputado del distrito 8 por Morena, Marco Tulio Sánchez, una galera en el estacionamiento, otro vecino hizo lo mismo, y ahí aguantaron alrededor de un año el calor, la lluvia que mojaba sus pertenencias y el miedo que sentían cada vez que usaban el baño de su casa severamente afectada.

Cuando le dejaron de cobrar su crédito de Infonavit, Alejandro buscó una vivienda para rentar y ahora es parte de los que rechaza la oferta de un nuevo crédito porque “ya no confío en Infonavit por todo lo que nos ha pasado todo este tiempo, ya llevamos dos años queriendo que nos devuelva las aportaciones y no quiere devolver nada”.

Hasta hace dos meses era pastelero en una tienda Aurrerá, pero hubo recorte de personal y “ahora no tengo trabajo, no tengo casa, no tengo nada”, contó aclarando la garganta. Por eso ve más complicado tramitar un nuevo crédito, se dedica a hacer pan y el dinero que le daría el gobierno federal lo usaría para comprar un terreno.

Cantaluna muestra distintas condiciones, algunas áreas están totalmente abandonadas, con árboles caídos y maleza crecida, pero otras partes están cuidadas, entran y salen carros, y niños regresan a mediodía de la escuela, lo que da la imagen de un día cotidiano de cualquier fraccionamiento.

Esperaron 10 vecinos a El Sur en la pequeña glorieta de la entrada del fraccionamiento para declarar que están en contra del desalojo en Cantaluna. Son trabajadores del estado, del Ayuntamiento y de empresas privadas.

Catalina Hernández Castro aseguró que ellos no autorizaron la cancelación de los créditos y explicó que hay tres grupos de vecinos, “los que piden su dinero, que es muy válido y ojalá que lo logren; los que ya se fueron porque Fovissste les favoreció, perfecto, porque tenían poco tiempo de vivir aquí; y nuestra petición es la demolición y la reconstrucción de nuestra vivienda”.

Dijo que la “mentira más grande que nos han querido hacer creer” es que el suelo es inhabitable, pero “si es verdad que esto ya no se puede reparar, que los edificios no se pueden reconstruir o reafirmar, entonces que determinen un área, que se demuela esa área y se nos reconstruya a las personas que es-tamos viviendo aquí que definitivamente no somos 15 familias las que habitamos Cantaluna, somos más de 90 familias las que estamos viviendo aquí”.

Rechazó la oferta de otro crédito porque “estoy a dos, tres años de jubilarme, ¿usted cree que yo me voy a querer encharcar con otro crédito para en vez de dedicarme a mí, a mi salud, a otras cuestiones personales?”

Lino Pita Zavaleta dijo que el desalojo es un “hostigamiento” y contó que hace unas semanas la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Azúa, les dijo en una reunión en el fraccionamiento “que nosotros tenemos hasta el 31 de diciembre para quedarnos en este lugar porque a partir de enero, ellos hacen posesión de este predio con maquinaria pesada, y en pocas palabras, nos van a desalojar, ésas fueron sus palabras textuales”.

Un comunicado de prensa del 24 de agosto de la dependencia federal dice que durante un recorrido, la coordinadora nacional “constató que 400 de los 642 departamentos que conforman el fraccionamiento ya han sido desocupados voluntariamente; sin embargo, existen 242 que continúan habitados, pese al dictamen de daño estructural que ha emitido la unidad estatal de Protección Civil”.

Los vecinos le dijeron a Velázquez Azúa que ellos se van a quedar en sus casas, “nosotros estamos aquí por una necesidad, yo, al igual que mis vecinos, no tengo dónde ir, no tengo dónde vivir, es el único lugar en dónde compré”, dijo Lino.

“Vivimos bajo nuestros propios medios, lo que ve a su alrededor es lo que los vecinos hemos propiciado para seguir viviendo, para seguir en un lugar digno, en un lugar decoroso, honesto para vivir”, agregó.

El profesor Reginaldo Larrea expuso: “somos gente que estamos aquí dispuestos a defender la vivienda porque no hay otro lugar, por eso estamos aquí, y no nos vamos a dejar y no vamos a quedarnos con los brazos cruzados”.

Pidió que le informen bien al mandatario Andrés Manuel López Obrador porque no son 15 los inconformes como lo dijo en la conferencia matutina del 25 de agosto en Acapulco, “el pueblo unido jamás será vencido y que lo piense bien el presidente de la República antes de hacer un desalojo en Cantaluna”, advirtió.

Delfina Hernández Morales enseñó el interior de su casa para demostrar que no tiene daños severos gracias a que le invirtió 450 mil pesos después de que la adquirió hace casi cuatro años. Es jubilada del IMSS, trabajaba en la Clínica 9, y es mamá soltera de dos hijos que estudian fuera del estado.

Tampoco quiere un nuevo crédito del Infonavit, “no quiero salirme a menos que me paguen lo que yo pagué, que llevo 450 mil pesos, y lo que yo invertí, yo les pido un millón de pesos o más”.

Sólo quedan 15 de las 40 familias que vivían en esta sección que cooperan para los gastos colectivos y mantienen cerrada la reja que los separa del resto de Cantaluna. Esta parte del fraccionamiento es una de las más cuidadas, su jardín es amplio y el pasto está cuidado, pero “sí es triste regresar a ver, cuando llegué aquí que era hermoso, bonito y que ahora estamos solos, solos, esperando a ver quién se nos mete”, compartió Delfina.

 

Texto: Ramón Gracida Gómez / Foto: Carlos Carbajal