28 noviembre,2017 7:19 am

“Se poblarían ciudades enteras con los muertos de este país”: Lorenzo Esteban Juan Palacios

Ciudad de México, 28 de noviembre de 2017. En la presentación de la segunda edición de Poesía para Ayotzinapa, el maestro y poeta Lorenzo Esteban Juan Palacios (San Miguel Tololapan, 1954) hizo un llamado para no acostumbrarse al clima de violencia que se vive en el país. “No son sólo 43 los desaparecidos”, dijo, en referencia a los estudiantes de Ayotzinapa cuya desaparición cumplió 3 años y dos meses. “Son cientos de miles los desaparecidos y los muertos. Se poblarían ciudades enteras con los muertos de este país”.

Poesía para Ayotzinapa toma su nombre del poema La noche que enlutó las sendas, el último poema que incluye su libro y que se diferencia del resto de los versos que integran el poemario tanto en la longitud como en el tema: En este último, Lorenzo Esteban se aleja del carácter contemplativo y apaciguado, para dar cuenta de la noche de Iguala.

De hecho, el poeta, quien fue fundador del Museo Comunal Aplantli de Arqueología y cofundador del Movimiento Cultural de la Tierra Caliente A.C, comentó que este poemario se publicaría con el nombre de El vitral de colibrí. Era 2014. Poco después, ocurrió el ataque a los normalistas. Palacios escribió La noche que enlutó las sendas, lo incluyó en su poemario y dedicó el título de su libro a la normal rural Raúl Isidro Burgos.

“En este hecho hay autoridades culpables por acción u omisión”, prosiguió. “Y algunos todavía exigen que se les respete, que no se les insulte con la sospecha”. Por ello, ante los cercanos tiempos electorales, el poeta afirmó que es necesario “votar distinto, y no acostumbrarnos a lo que sucede”.

El mezzanine del edificio del Zócalo de la Asamblea Legislativa, donde se llevó a cabo el acto, estuvo ocupado por familiares, amigos y seguidores de Esteban Palacios. No fue fácil el acceso. A unas horas de ocurrir el concierto de Ricky Martin en la plancha del Zócalo, las calles fueron cerradas con vallas y policías. El acto inició con poco más de 40 minutos de retraso, sin la presencia de la diputada local de Iztacalco por parte de Morena, Citlalli Hernández Mora, quien impulsó esta segunda edición por medio de la Comisión de Asuntos Editoriales de la Asamblea y quien pudo llegar casi al finalizar el evento para referir que la poesía de Lorenzo Juan Esteban Palacios es muestra de que “no hay herramienta más poderosa que la palabra”.

 

La poesía es un puño de acero

Hay política en la poesía. Así lo afirmó el poeta Rafael Segovia Albán al presentar el libro Poesía para Ayotzinapa. El también traductor y profesor universitario mencionó que el poeta alemán Friedrich Hölderlin se cuestionaba la existencia de los poetas en tiempos de miseria y dolor, como si no tuvieran razón de ser o como si ya no hubiera espacio para la palabra imaginativa.

Enseguida, rememoró que, después del asesinato de Juan Francisco Sicilia Ortega, su padre, el poeta Javier Sicilia, declaró que nunca más volvería a escribir poesía. “Sintió que, ante la urgencia de luchar por la búsqueda de justicia, no cabía espacio para escribir”, aseguró Segovia.

“Voy a contradecir estas palabras. Porque la poesía es importante en los tiempos de miseria y dolor para despertar la conciencia ante la desigualdad y la justicia”, prosiguió. “En principio, la poesía es contemplación. La contemplación lleva al poeta a dar cuenta de la serenidad del mundo. Pero cuando ésta es violentada por la fuerza, debemos defenderla”.

Así, Segovia comentó que los poemas de Lorenzo Juan Esteban Palacios son imágenes de belleza, serenidad y reflexión filosófica. Los comparó con haikús japoneses, que dan cuenta de la revelación de la eternidad en un instante. Y halagó que, en breves versos (a los que Lorenzo Esteban se refiere como “poemitas”), el poeta guerrerense pueda dar cuenta de las luces, los sonidos y los aromas que ocurren simultáneamente en un momento.

“Pero cuando se rompe con la armonía que permite la contemplación poética, la poesía es un guante de hierro que se usa para defender lo perdido. Cuando el poeta toca un tema político, es para reestablecer el centro de lo que nos hace humanos”.

De manera breve, mencionó que Esteban Palacios ha vivido en carne propia el ejercicio de la violencia. “Cuando supe de eso, me sorprendió que alguien con esa paz de espíritu y capacidad de amar, hubiera vivido algo así”.

Por su parte, Lorenzo Esteban Palacios agregó a las palabras de Segovia, que esa experiencia violenta la transformó en un poema amplio titulado El festín de los chacales, que aun no ha sido publicado.

 

El camino del maestro

Después de agradecer a los ex alumnos “latosos” y a los amigos que le acompañaban, el poeta leyó algunos de los versos que integran este libro. Comentó que muchos de ellos los escribió con la intensión de que fueran una herramienta para que los maestros enseñaran poesía a sus alumnos.

Lorenzo Esteban Juan Alonso evocó sus años como maestro alfabetizador. “Desde que aprendí a dibujar mi primera palabra en la tierra, me resultó inconcebible que existiera gente que no supiera leer. En cuarto año de primaria formé mi primer círculo de lectura con campesinos. Luego, me enrolé en las brigadas alfabetizadoras y recorrí a caballo, por 12 horas, lugares de la sierra a donde no llegaba nadie. Al bajarme del caballo, mis piernas quedaban con la forma de un paréntesis. Pero no llegaba nadie”.

Entonces fue que decidió dejar la sierra y prepararse como maestro. Dio clases en preparatorias y secundarias, donde también abrió círculos de lectura.

“Algunos directivos no lo permitían. Así que los realizábamos durante los 20 minutos de descanso. Los directivos no lo creían: ¿A poco cree que sus alumnos van a renunciar a su recreo? Para su sorpresa, al inicio tenía uno o dos alumnos. Pero al final del curso ya eran 70 u 80”.

Afirma que él deseaba transmitir a sus alumnos cómo escribir, pues cuando él era niño y preguntaba a sus maestros cómo hacer un verso, no sabían responderle.

“Por eso yo les pedía a los alumnos que se asomaran por la ventana del salón. ¿Qué ven? Les preguntaba. Árboles, respondían. ¿Y qué hacen esos árboles? Nada, volvían a responder. Fíjate bien. Los alumnos observaban y se daban cuenta que el viento movía las hojas. ¡Escríbelo!, les decía. Escribe lo que ves e imagina: ¿Qué tal si el árbol es un bailarín? Ahora escucha el rumor de las ramas. Esa es la música que lo hace bailar”.

 

Nota: Tatiana Maillard/ Foto: