12 enero,2021 5:34 am

2021 de la fe y la esperanza

Abelardo Martín M.

 

El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, es el mejor ejemplo de la grave descomposición de la principal potencia económica del mundo. Sus acciones, pero mucho más sus reacciones, siempre estuvieron caracterizadas por la sinrazón, el capricho y un protagonismo propio de alguien cuya personalidad está totalmente alejada de la del estadista. La inteligencia, la prudencia, la mesura, la amplia visión son características ajenas a Trump, quien literalmente es echado a patadas de la Casa Blanca.

El mundo está atento al comportamiento de la epidemia del coronavirus, al invierno que ha azotado a muchos países del hemisferio norte, pero también al proceso de toma de posesión de Joe Biden como el nuevo presidente de Estados Unidos.

No recuerdan las actuales generaciones un año que se haya iniciado con la incertidumbre del 2021.

La epidemia que a lo largo de 2020 asoló el planeta, en sus inicios fue vista de manera ilusa como algo efímero, que luego de unas semanas, o meses en el peor de los casos, menguaría y nos permitiría volver a la normalidad.

No ha sido así, y he aquí que los primeros días de enero han sido los del mayor número de contagios sumados en el mundo. El acumulado de casos confirmados en todos los países que reportan se aproxima a los 90 millones, y a cerca de 2 millones el de fallecimientos.

México es víctima de la nueva intensificación de la epidemia, y varias regiones del país sufren su agudización, de manera muy evidente la capital de la República y su gran área metropolitana, que incluso se encuentra desde fines del año pasado en semáforo epidemiológico rojo.

En Guerrero, por fortuna, no nos va tan mal como en las zonas más afectadas, pero tampoco se puede cantar victoria. Hubo aquí incluso grandes dudas de las medidas a adoptar ante los tradicionales festejos de año nuevo en la bahía de Acapulco.

Prevaleció al final la mesura tanto en el gobierno estatal y los ayuntamientos, como en los sectores alrededor de la industria turística, y la situación se resolvió con una prudencia ejemplar, que alentó un cierto nivel de visitantes, sin que se desbordaran los topes puestos a los aforos de hoteles y lugares de reunión, y sin los tradicionales festejos playeros.

El temor fundado era el acrecentamiento sin control de los contagios de Covid, que hasta la fecha no han ocurrido en el estado, aunque siguen las cifras muy elevadas que ya traíamos desde antes de las vacaciones.

Lo que sí está creciendo sin medida en la entidad es la efervescencia política, alrededor de los comicios en que se elegirá al nuevo gobernador, así como a los integrantes del Congreso y 80 presidencias municipales.

La oleada democrática de 2018, que desde entonces volvió morenista la geografía política guerrerense, se manifestará ahora que incluso cambiará el habitante del Palacio de Gobierno.

Pero no será un camino claro y sin obstáculos. La primera batalla fue la interna en Morena para definir al candidato. En un primer momento, la balanza pareció inclinarse a favor de quien había sido el superdelegado de programas federales, Pablo Amílcar Sandoval, a quien no le valió su cercanía con el poder central ante la muy evidente preferencia en las encuestas de Félix Salgado Macedonio. La amenaza de rebelión de éste resultó en la reconsideración de la dirigencia partidaria, que finalmente optó por postular al autollamado “Toro sin cerca”.

Habrá que ver cómo se resuelven las denuncias que se han hecho contra el precandidato y que ahora han revivido de forma obligada, pues de inmediato los enemigos políticos de Salgado, que son muchos, han aprovechado el filón para descalificarlo, se han levantado voces del movimiento feminista en su contra, y la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena ha debido iniciar una carpeta de investigación. Esta andanada sólo puede ser enfrentada con la mesura, con la prudencia, porque lo contrario equivale a caer en la trampa de los adversarios políticos de dentro y de fuera de Morena.

El senador con licencia Salgado Macedonio es un político que cuando quiere muestra su talante de estadista, de hombre de instituciones, alejado de la rudeza que también le ha servido, aparentemente, para posicionarse en los medios. Como aspirante a gobernante, el respeto a la ley, a las personas, hombres y mujeres, el fortalecimiento institucional serían sus mejores credenciales ante un pueblo, el de Guerrero, que ha padecido todo tipo de personalidades, pero que ha sufrido especialmente gobiernos débiles al servicio de sus propios intereses o de grupos de todo tipo.

Con todo ello, el panorama político que parecía muy claro, no lo está tanto, pues de prosperar las acciones penales, además de perder su libertad el todavía precandidato vería escapársele la postulación. Aun en caso de que no prosperen, es probable que las sospechas y el escándalo produzcan una mella en lo que parecía un triunfo holgado y sin competencia seria.

Ojalá los políticos entendieran que el protagonismo exacerbado es muy mal compañero para gobernar, produce desgaste, descrédito y debilita a las instituciones, aunque dé la impresión de espontáneo o “simpático”. Los estadistas, históricamente, son aquellos que se caracterizan por su mesura, buen juicio, inteligencia, prudencia y todas esas virtudes desconocidas por Donald Trump, sin lugar a dudas el peor presidente que haya tenido Estados Unidos, según dicen muchos de sus ciudadanos.

En las próximas semanas veremos cómo se van dilucidando los factores de incertidumbre en el año que comienza, en el que todavía estamos a tiempo de desear a los lectores salud y prosperidad, pese a todo y en el que prevalecen la fe y la esperanza, afuera de que el nuevo orden florezca y dentro que los cambios iniciados se consoliden y haya más justicia, paz y equidad.