18 marzo,2019 5:21 am

Se desploman 80% precios del opio en Guerrero y Nayarit

El kilogramo de goma a productores campesinos cayó de 20 mil pesos que se pagaban en 2017 a entre 6 y 8 mil pesos en 2018, un desplome con graves consecuencias sociales y de violencia en la zonas productoras de adormidera.
Ciudad de México, 18 de marzo de 2019. Sembrar amapola ha dejado de ser redituable en México.
Los precios de la goma de opio se desplomaron hasta en un 80 por ciento en 2018 en zonas productoras por el auge del fentanilo entre usuarios de drogas en Estados Unidos, de acuerdo con un estudio del Network of Researchers of International Affairs (Noria, por sus siglas en inglés), un grupo de investigadores independientes que realizaron trabajo de campo en Nayarit y Guerrero.
Los precios por kilogramo de goma a productores campesinos cayeron de 20 mil pesos que se pagaban en 2017 a entre 6 y 8 mil pesos el año pasado, un desplome con graves consecuencias sociales y de violencia en la zonas productoras de adormidera.
Según el estudio “No más opio para las masas. Desde el boom del fentanilo de los Estados Unidos hasta la crisis del opio en México: ¿Oportunidades en medio de la violencia?”, la heroína mexicana, que vivió un auge en los primeros años del siglo 21, fue desplazada a partir del 2014 por el fentanilo, una droga sintética 40 veces más potente, que es importada de China, y mucho más fácil de traficar que los cargamentos mexicanos.
Los investigadores estiman que la economía del opio representó alrededor de 19 mil millones de pesos. Esta situación dejó ganancias de hasta 200 mil pesos al año en 2017 para familias en algunas de las comunidades más pobres de México.
Esta es una cantidad que implica casi tres veces el total legal de la producción agrícola de todo el estado de Guerrero.
Sin embargo, para 2018 su valor cayó a siete mil millones de pesos, provocando una disminución dramática en los precios de la goma de opio en las zonas rurales del país.
La propuesta
Los investigadores plantearon al gobierno mexicano aprovechar el desplome en los precios para introducir programas de sustitución de cultivos o avanzar en la legalización para el uso medicinal de la droga.
“Si se investiga y administra adecuadamente, se podrían introducir ambas políticas de una manera relativamente barata y eficaz”, sostienen los autores del informe.
Aunque aclaran que la sustitución de cultivos y la legalización “no deberían ser vistas como balas de plata”, señalan que al menos quitaría el control de este mercado al crimen organizado y conectarían a campesinos con mercados lícitos internacionales.
“Los funcionarios del gobierno mexicano y las agencias de ayuda internacional deberían trabajar para fortalecer programas para promover oportunidades de sustitución de cultivos a largo plazo y desarrollo económico”, indican.
Sobre la legalización, los investigadores ven positivo las recientes propuestas para legalizar el opio para la industria farmacéutica; sin embargo, un problema que observan es que la demanda mexicana de opioides legales es muy inferior a la producción ilegal actual del País.
Por ejemplo, actualmente México importa sólo 0.7 toneladas de morfina. Esta cantidad requeriría solamente siete toneladas de opio como materia prima, lo que representa 0.73% por ciento de la producción mexicana de opio.
De hecho, estas siete toneladas se podrían cultivar en 321 hectáreas de tierra. Probablemente una sola comunidad de Guerrero cubriría esa demanda, advierten los investigadores.
Labor para subsistir
Yadira Sánchez, su padre y sus hermanos salen de su casa alrededor del mediodía a un plantío de amapola en la comunidad de Santa Cruz Yucucani, en la montaña de Guerrero, para recolectar la goma de opio y así sobrevivir a la pobreza y el olvido.
Con sólo 13 años, Yadira conoce el procedimiento para sembrar la flor ilícita, el cual aprendió desde los seis.
A esa edad los niños comienzan a trabajar en los cultivos, cuenta Santiago, su papá.
Su hija pertenece a la tercera generación de productores. La familia aprendió de un sinaloense que llegó a la región.
Santiago señala que la actividad dejaba antes un poco más de dinero, sin embargo, ahora sólo consiguen ocho mil pesos por kilogramo de opio.
La lejanía del poblado con la cabecera municipal de Tlacoachistlahuaca complica la estabilidad de vida de los mil 900 habitantes mixtecas, quienes apenas saben hablar español. Sólo hay una primaria y un centro de salud.
La jornada en el campo termina alrededor de las 17:00 horas.
Al regresar a casa, Santiago se reúne con su familia para comer tortillas con plátano hervido, mientras todos sonríen y hablan en mixteco.
Santiago dice estar a favor de la propuesta del Gobernador Héctor Astudillo de despenalizar el cultivo de amapola para fines médicos.
Sostiene que aceptaría venderle el opio a las empresas que autorice el Gobierno si eso le brinda un sueldo seguro para él y su familia.
Texto: Ricardo Pérez / Francisco Robles / Agencia Reforma
Foto: Francisco Robles / Agencia Reforma